[Ensayo] «Literatura medieval española»: La matria en forma de idioma

Subtitulado «manual para estudiantes de la carrera de pedagogía en castellano y comunicación», la fallecida académica magallánica Mábel Arratia Fuentes ha diseñado un volumen que incursiona en un fragmento significativo de las letras y la cultura universales.

Por Juan Mihovilovich

Publicado el 6.6.2024

El texto reza en su portada que estamos ante un «Manual para estudiantes de la carrera de pedagogía en castellano y comunicación», esto es, de un ensayo dirigido a quienes buscan desarrollar una carrera específica y, por ende, se podría anticipar que se trata de un libro destinado a especialistas.

Sin embargo, a poco andar en su lectura vamos aprendiendo de ella, no sólo su natural especificidad, que resulta obvia, sino que, además, nos obliga a adentrarnos en una parte sustantiva de la historia de la humanidad, a través de una prosa asequible a un lector medianamente común, no del todo familiarizado con aspectos más versados en la materia y que pudieran parecer engorrosos o de comprensión enrevesada, apreciación que se desvanece al correr de sus páginas.

Mabel Arratia Fuentes (1944 – 2023) ha diseñado un ensayo que nos hace incursionar en un fragmento significativo de la literatura universal, partiendo de un análisis histórico implícito, de una secuencia de hechos en los que va encadenando la épica poética, con fenómenos que hicieron de Europa ese continente que miramos de lejos, como si nuestras procedencias estuvieran ocasionalmente desligadas de ese amplio territorio que se denomina España, en lo particular.

La autora nos hace comprender de qué manera el idioma del que somos parte se desmenuza a través de un riguroso análisis de los géneros literarios predominantes en los siglos que instauraron el medioevo: la poesía lírica, la poesía narrativa medieval, la épica castellana con el imponente Cantar del Mío Cid, en fin, hasta ir desmenuzando a Mester de juglaría, Mester de clerecía, la prosa en la Edad Media, la literatura del siglo XV en España, la excelsa figura de Jorge Manrique, El romancero, hasta terminar con los alcance al teatro medieval español.

Donde lo anterior y más, se presenta bajo una descripción acabada de las obras más representativas de cada período analizado.

Es, por consiguiente, un trabajo que abarca con amplitud y que esquematiza con elegancia ese vasto periodo de la humanidad, por extensión. Y lo destacable es que las menciones especificas no desvirtúan el carácter de la historia.

Al contrario: la concentran en el agudo retrato de la poética estudiada, la hace revivir en la vastedad de la prosa y la condensa en un estudio pormenorizado de la literatura, asociada a la cultura de una época plena de acontecimientos, que marcaron el presente y futuro de España y de Europa, por consiguiente.

Como no rescatar luego la excelsa personalidad de un personaje épico como el Cid, que nos refuerza el carácter de un temple único, de quien redime los valores más caros del realismo con una sobriedad original y que la ensayista relaciona con nitidez, como un poema que evidencia a una España tal cual es, por encima de los alcances del mero cronista.

El juglar anónimo entonces, emerge caracterizando al Cid, Rodrigo Díaz de Vivar, como un héroe de múltiples batallas, que supera su condición de desterrado del Rey Alfonso VII, que recupera con su aceptación de vasallo irreductible, el honor del que fuera despojado, su aceptación de la soberanía monárquica y, sin embargo, su elevación casi mística de ser un elegido que debe reinar como ser humano íntegro, categoría que lo encumbra a ser protagonista admirado y respetado por la nobleza, el clero y el pueblo.

 

 Contradicciones vitales y crisis costumbrista

En la perspectiva descrita, la literatura medieval traza límites concisos dentro de un período que, como se sabe, incluye alrededor de un milenio, con el reconocimiento expreso de un realce cultural que liga a la Antigüedad clásica con el Renacimiento, y que, no obstante, el altísimo número de guerras intestinas, la autora desentraña los más caros valores del espíritu, que constituyeron la apretada síntesis de la literatura que nos ofrece.

Más allá de la consolidación sociocultural en que se haya inserto, el libro destaca los roles preeminentes de la iglesia, de la nobleza y el pueblo, cada uno subsumido en sus problemáticas históricas, pero subyace en ellos la visión teocéntrica del ser medieval, su organización altamente religiosa, el manejo de la Providencia Divina en los acontecimientos del orden social, político y eclesiástico, desde donde Mabel Arratia va extrayendo el valioso material con que construye un entramado vital para entender los orígenes del idioma español.

Así, y sólo a guisa de ejemplo, en la sección Mester de Clerecía, se destacan las relevantes obras de Gonzalo de Berceo y de Juan Ruiz Arcipreste de Hita.

Gonzalo de Berceo data de los años 1198, siglo XII, y se caracterizó por ensalzar lo concreto familiar, sus vínculos con los Santos y la Virgen, además de lo mundano, esto es, cierta adscripción a imágenes obscenas y profanas que redundaban en acciones viciosas de clérigos, sea con el sexo opuesto como en claras adicciones al alcohol.

En de Berceo destacan lo verdaderamente religioso, el carácter simbólico de su tiempo y sus creencias divinas, el acentuado sentimiento de exaltar la fama personal, el realismo propio de lo popular, y siendo, por encima de todo, un sacerdote que en sus narraciones hace alusiones de orden bíblico conjuntamente con elementos poéticos. Ello se extracta en un texto que centraliza aspectos de la Vida de santos, obras marianas y obras de temática doctrinal.

Luego, Juan Ruiz Arcipreste de Hita, circunscrito al siglo XIII, es aludido como un autor transicional entre el período medieval hacia el Renacimiento, apuntando a que sus versos y poemas se encuadran en los principales rasgos de la época y del propio temperamento, cercano a la vida alegre junto a «moros y judíos» y a «escolares nocherniegos».

Así, El libro de Buen Amor, es considerado un texto histórico al enlazar la existencia de las personas comunes en sus hogares y sus visitas a los mercados, a los alimentos ingeridos, la vestimenta y relaciones de enamorados, todos elementos descritos en un estilo dinámico y entremezclado con acciones picarescas y profanas.

Su intención de fondo, según Mabel Arratia, era más bien moralizante, conforme los autores que lo han estudiado, y, en consecuencia, deriva hacia lo humorístico, lo autobiográfico, sin otra pretensión que aquella propia de los escritores del Mester de clerecía.

El Arcipreste de Hita, sin perjuicio de aquello, evidencia la pugna entre El loco amor y El buen amor, porque refleja la contradicción del hombre medieval, sus crisis costumbristas en un tiempo real. Por lo mismo, fue encarcelado, objeto de supuestas calumnias y mentiras de las que era acusado, amén de enrostrársele una vida inmoral, versos blasfemos e indecentes, por satirizar a los eclesiásticos de entonces y por otras razones vagas e indefinidas.

Se une a lo anterior a la estampa clara de la Virgen y de mujeres bien terrenales, que de todas formas otorgaron una visión más liberal en la sociedad del siglo XIV.

En la sección La prosa en la Edad Media, se resalta el reinado de Alfonso X El Sabio, dentro del cual la poesía de entonces, ya sea del Mester de juglaría como el de clerecía, se caracterizó por ser prolífica y oral, siendo el verso la antesala de la prosa. (siglo XIII-1252 a 1284).

Hubo allí dos acontecimientos relevantes que consolidaron la aparición de la prosa: la llegada a Castilla de sabios y de judíos; y la irrupción de elementos seglares en el ámbito cultural. Allí la prosa se estructura en base a la necesidad de vasos comunicantes de culturas diversas: cristianos, árabes, hebreos y emigrantes francos que disfrutan de ciertos privilegios otorgados por los reyes.

De la misma forma, es una necesidad de divulgar la sabiduría tradicional en concomitancia con la entrega del mensaje cristiano al pueblo ignorante del latín.

 

Un legado póstumo y excepcional

En La literatura en el siglo XV en España, constituido por el siglo de la transición entre la Edad Media y el Renacimiento, asoman ya los signos propios del Renacimiento: rasgos eminentemente cortesanos y surgimiento de nuevas corrientes italianas y grecolatinas, que serán la base de la cultura renacentista española.

Aquí se realza la presencia de Iñigo López de Mendoza, el Marqués de Santillana (1398 a 1458) y sus conocidas Serranillas, esto es, narraciones sobre encuentros amorosos del poeta por diversos paisajes montañosos, circunscribiendo su temática a situar por encima de las denominadas «serranas» al noble con quien se relaciona, es decir, a la supremacía de una clase superior a la campesina.

Por último, emerge la insigne figura del poeta Jorge Manrique, el más importante en el reinado de Enrique IV, siendo el vate de origen noble de una familia de Castilla, y cuya poética más relevante fuera y es, Las coplas a la muerte de su padre, donde medita respecto a la brevedad de la vida, el paso del tiempo, y la muerte, estimada ésta como un horror, aunque sea el tránsito a la vida eterna (Nuestras vidas son los ríos/ que van a dar en la mar/ que es el morir).

Cierra este magnífico libro la parte consignada Al teatro medieval español, haciendo hincapié de las escasas referencias a su vigencia y desarrollo, diferentes a los conceptos teatrales de los griegos y romanos. A pesar de ello, el teatro español de la época se vincula a la Iglesia y sus prácticas litúrgicas, a la Misa como representación dramática donde los fieles y devotos acuden con un rol pasivo de espectadores.

Existió lo que Arratia destaca como «teatralidad medieval», cuyo único documento que sirve de antecedente a la participación del clero serían Las siete partidas del rey Alfonso X de Castilla, y que se caracteriza por reprender en ella a los clérigos que participan en representaciones de orden profano.

Finalmente, Mábel Arratia Fuentes, la querida e ilustre profesora de literatura en la Universidad de Magallanes, ha dejado un legado póstumo de excepción: una obra que, no sólo da cuenta de su gran capacidad para condensar «un manual catalogado para estudiantes de la carrera de pedagogía en castellano y comunicación», sino que también nos acerca a una visión profunda y señera de la literatura medieval española, base indispensable para entender los orígenes de un idioma que nos es común , y de extraordinaria riqueza en su esencia y los matices que lo constituyen.

 

 

 

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Juan Mihovilovich Hernández (Punta Arenas, 1951) es un importante autor chileno de la generación literaria de los 80, nacido en la zona austral de Magallanes, y quien en la actualidad reside en la ciudad de Linares (Séptima Región del Maule).

Entre sus obras destacan las novelas Útero (Zuramerica, 2020), Yo mi hermano (Lom, 2015), Grados de referencia (Lom, 2011) y El contagio de la locura (Lom, 2006, y semifinalista del prestigioso Premio Herralde en España, el año anterior).

 

«Literatura medieval española», de Mábel Arratia Fuentes (Ediciones Universidad de Magallanes, 2023)

 

 

 

Juan Mihovilovich Hernández

 

 

Imagen destacada: Mábel Arratia Fuentes.