[Ensayo] «Londres»: La realidad me ha hecho mucho daño

En esta novela del escritor francés Louis-Ferdinand Céline —cuyo manuscrito se creía perdido y extraviado hasta que fue recuperado en 2021— son los personajes, en diálogo con la primera persona del narrador, los que dibujan, con sus meras presencias y hablas, el ambiente cargado de violencia y de desamparo que condena a un continente entero.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 29.10.2025

Londres nos zambulle en un mundo de violencia, sordidez, a través de los paseos por los barrios más oscuros de la capital inglesa, un paneo que trae a la memoria la insomne lucidez con la que Charles Dickens describió la misma ciudad en su conmovedor ensayo literario, Night Walks (1860).

En ese texto, el autor inglés elabora una representación de la sociedad victoriana enfocándose en sus personajes más marginales, que deambulan entre la pobreza, la ebriedad y la locura, en calles aún carentes de iluminación eléctrica.

La presente novela acontece durante la Primera Guerra Mundial, pero, como indica Régis Tettamanzi en su contundente introducción, siempre pasa con Louis-Ferdinand Céline (Courbevoie, 1894 – Meudon, 1961) que: «la cronología es confusa y presenta contradicciones deliberadas».

Han pasado más de 50 años de la publicación del ensayo de Dickens, pero poco ha cambiado en el ánimo que baña esta ciudad, cuyo centro neurálgico es el barrio del Soho y: «más en concreto la pensión Leicester, que es a un mismo tiempo pensión, burdel, lugar de vida y punto de encuentro de chulos y prostitutas».

En esta novela son los personajes, en diálogo con la primera persona de Ferdinand, los que dibujan, con sus meras presencias y hablas, el ambiente cargado de violencia y de desamparo que condena a un continente entero.

La primera persona de Ferdinand resulta actual en su lucidez traspasada por la atmósfera bélica: «Aquel trabajo también transformaba mi mentalidad. Me gustaba estar donde todo se vuelve sensible. Fue allí donde fui del todo consciente. Desde ese momento, nunca he querido ir a otro lugar que no sea al borde del alma. Y eso que se me han presentado muchas oportunidades. En el fondo es curioso. Las almas son como una casita en el campo, voy siempre que puedo. No puedo ir a otro sitio. Eso igual no está bien».

 

«Todos estamos horriblemente angustiados»

Céline siempre ha sido criticado por su abierto antisemitismo y aquí hay rasgos de ese prejuicio, sin embargo, a través de la relación del protagonista con el doctor judío Yugenbitz, podemos ver una ponderación en sus apreciaciones y una inclinación que produce una perplejidad interesante, pues, a pesar de ciertos rasgos estereotipados, la voz experimenta una oposición, al asegurar:

«Los Yugenbitz eran pobres, a él le costaba un mundo agradar a los clientes. Pero tenían un buen corazón, comprensión y caridad. En definitiva, una inteligencia admirable, eso lo digo».

Más adelante, Ferdinand se interesa por asistir al doctor y se pregunta cómo puede serle de ayuda, a lo cual él responde: «Lea mis libros, escoja, ya irá viendo si los entiende. No es difícil, se lo aseguro».

Céline comenta: «Eso sí que me dio un alegrón. Nadie me había hecho tan feliz jamás. Nadie, y menos aún alguien cultivado, había prestado atención a lo que yo pensase o dejara de pensar». Páginas después, Ferdinand concluye: “En resumen, Yugenbitz tenía una vida elevada en comparación con la nuestra, una vida envidiable”.

Otros personajes interesantísimos son representados por Bijou, que protagoniza un sórdido espectáculo de alta violencia, difícil de leer —hay varias escenas de difícil digestión, como el feroz intento de aborto perpetrado en La Joconde y que anticipa incluso lo que hará 100 años después Annie Ernaux en El acontecimiento—; la compleja Àngele, transformada en objeto ideal y disputada sexualmente, y el exiliado ruso Borokrom, aficionado al piano y a la documentación, cuyo discurso encapsula nítidamente la atmósfera opresiva y depresiva en la que subsisten los sobrevivientes.

En conversación con Ferdinand, le habla de su militancia virtual («milito a mi manera, para mí solo»), y denuncia: «La realidad me ha hecho mucho daño, también a ti te matará antes de tu hora. La juventud se extravía de manera innoble. El sueño da vergüenza. Me he extraviado como los demás. Ahora, embrutecido por las realidades, ladro como los demás solo para hacer ruido, para tener menos miedo, sencillamente. Tengo miedo, Ferdinand, un miedo abominable a estar solo. En el fondo, no tenemos nada que decirnos, nada humano; todos estamos horriblemente angustiados de estar aquí, y punto».

O como el mismo protagonista dice en otro momento: «Me preguntaba si la guerra terminaría en uno o en diez años, como decían algunos. Trataba de recordar cómo eran los hombres antes de la guerra. Ya entonces eran un buen montón de porquería».

 

 

 

 

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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).

Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, Dame pan y llámame perro, Subterfugio, Succión, Corral y La casa de las arañas, además de los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, la novela bilingüe En la isla/On the Island, y el conjunto de poemas Atisbos.

Traducciones de sus textos han aparecido en las revistas The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Londres», de Louis-Ferdinand Céline (Editorial Anagrama, 2025)

 

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: Louis-Ferdinand Céline.