[Ensayo] Más sobre «En la estela del mito»: Dionisio y la mujer salvaje

De la relectura del texto debido de la historiadora del arte catalana Mireia Rosich nace este nuevo artículo que es una reflexión —basada en la arrolladora sabiduría que se destila en sus páginas— en torno al extraordinario momento histórico de recuperación de la feminidad en el cual hoy nos encontramos, pese a las desconcertantes apariencias e involuciones.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 20.6.2023

«Las mujeres dionisíacas se muestran en su naturaleza desbordante, incontrolable y abrumadora. Las ménades avanzan rodeadas de panteras, linces, serpientes, lobos y leones, las fuerzas más salvajes de la naturaleza que se concentran personificando los espíritus orgiásticos».
Mireia Rosich

Hace unas pocas semanas que este diario publicó mi artículo a propósito de la excelente En la estela del mito, obra literaria de la historiadora del arte Mireia Rosich.

De su lectura y relecturas nace este nuevo ensayo que es una reflexión —basada en la arrolladora sabiduría que se destila en sus páginas— en torno al extraordinario momento histórico de recuperación de la feminidad en el cual nos encontramos (pese a las desconcertantes apariencias e involuciones).

En este sentido, entiendo como imprescindible recuperar el verdadero significado del mito de Dionisio y sus mujeres, las ménades, para poder alcanzar la muy necesaria liberación de la feminidad reprimida durante demasiados siglos tanto en las mujeres como en los hombres debido al imperio de la limitada y limitante cosmovisión patriarcal.

 

Abrazar la naturaleza salvaje

Al estudiar el mundo antiguo nos llegan ecos de un universo primigenio matriarcal en el cual la tierra y la naturaleza eran respetadas y entendidas desde el sentir intuitivo humano y la observación empática fruto de la comunión entre naturaleza humana y naturaleza en general.

La tierra y la naturaleza vivenciadas como grandes entidades vitales que nos cobijan y a las que estamos unidos. Y la tierra y la naturaleza también reconocidas en el ser humano como un resonar esencial que tiene mucho de salvaje. En efecto, el ser humano nace con su naturaleza salvaje a flor de piel y asimismo con un enorme potencial para desarrollar sus privilegiadas capacidades para entender su propia naturaleza y la naturaleza toda.

Pero entender sabiéndose naturaleza salvaje nada tiene que ver con el histórico controlar-controlarse, dominar-dominarse, explotar-explotarse, adueñar-adueñarse, aprovechar-aprovecharse, someter-someterse, ridiculizar-ridiculizarse, excluir-excluirse y ningunear-ningunearse propio del desconectado patriarcado que afortunadamente está agonizando.

Porque las grandes capacidades de entender con ayuda de la luz de la razón —lo masculino como llave— no pueden seguir obviando la suprema grandeza del corazón que somos y que nos une a todo —la feminidad salvaje, nuestra naturaleza—.

La nueva o mejor aún, la renovada cosmovisión entendida pues como razón que respeta el corazón, como masculino que respeta la feminidad en uno mismo y en comunidad, o el abrazo desnudo a las diferencias que encarnamos.

Una renovación que simbólicamente se puede visualizar como el relevo entre dos arquetípicos mitológicos potentísimos:

Es necesario dejar atrás al Ares (el señor de la guerra) para permitir el retorno del gran Eros (el señor del amor).

Sabemos que en el universo patriarcal los niños nacen vivenciando Ares como normal (en la sociedad y a menudo en el mismo hogar) y desconociendo lo que significa Eros con todo lo que esto supone —a nivel personal y colectivo— especialmente a partir de la preadolescencia.

Y nadie como Dionisio para propiciar que se produzca este necesario relevo, para que se consolide el cambio de paradigma en ciernes, para que la feminidad salvaje se manifieste de nuevo en total libertad para el bien de todos y de todo.

 

Dionisio o lo masculino andrógino

Mireia Rosich profundiza en la figura arquetípica de Dionisio con voluntad de despojarlo de los viejos tabúes patriarcales que han pretendido demonizar su afinidad con lo salvaje (con la feminidad salvaje) presentándolo como un adicto compulsivo al vino y al sexo.

En efecto, Dionisio es el arquetipo de la embriaguez pero de un mundanidad divina matriarcal a la que se accede principalmente a través de la música y de la danza rituales con la ayuda de néctares de la tierra tales como mieles, leches y también vinos. En esa embriaguez de placeres suculentos la persona se desprende de lo reprimido por la rigidez patriarcal para que deje de dañarle en su día a día.

Dionisio es conocido como el «dispensador de alegría» porque nos ofrece la posibilidad de la ansiada liberación personal y colectiva. Gracias a su influjo la persona se desprende de corazas y prende en corazón ardiente danzante.

En palabras de la historiadora del arte, las ménades dionisíacas se liberan en su extático reconocimiento de la ambivalencia humana:

Se dejan llevar por sus efluvios embriagadores hasta alcanzar el éxtasis, su trance se debe a los efectos de la música y la danza extática, más que a los de la borrachera o el sexo descontrolado como se ha querido interpretar.

El desenfreno llega al límite para que estalle todo lo que hay que liberar. Mantener el orden bajo imposición acaba matando el alma de cualquier comunidad. Eso es lo que intentan las dictaduras: controlarlo todo, prohibir la música, vestir de uniforme… Los que no transigen y no comprenden la ambivalencia de las almas saldrán volando en la siguiente erupción. Se necesitan noches de locura, y más para las mujeres cautivas en hogares y sin opción de manejar asuntos propios.

Esa liberación se da porque el arquetipo masculino —en uno mismo y en comunidad— no es patriarcal, Dionisio es una entidad andrógina que ni fuerza, ni viola, ni impone, ni somete, ni encarcela, ni rapta, ni engaña como hacen todos los demás arquetipos mitológicos masculinos. Todos los «dioses» masculinos desde Apolo a Zeus someten a la feminidad salvaje y se tornan fieras desalmadas sin corazón en un salvaje abominable antitético al femenino original.

Dionisio respeta y entiende la feminidad salvaje que él mismo encarna, es un arquetipo masculino que seduce. Es el «dios» de las mujeres por su androginia esencial interior, su hábitat natural es la tierra húmeda matriarcal donde reinan las brumas del misterio de la vida que sólo admiten ser abrazadas con el valor del corazón des-nudo (libre de los nudos de la razón).

 

Recuperar el significado ritual

Mireia Rosich nos recuerda a propósito de los rituales extáticos —no sólo el dionisíaco— a lo largo de la historia:

En todas las culturas ha habido algún tipo de ritual que induce a rozar el delirio. Configuran un paréntesis necesario del ritmo cotidiano que predispone a entrar en otro plano, sin normas, sin límites.

Los que se resisten a una fiesta dionisíaca son aquellos que no están dispuestos a romper ningún canon, los que no soportan perder el control, los que nunca se pondrían un sombrero rojo, ni enseñarían un muslo, los que no quieren dejar de analizar y persisten en ser razonables permanentemente.

Hoy en día lo dionisíaco resuena en festividades como los carnavales, las celebraciones de las cosechas o las estacionales vinculadas a los ciclos solares o lunares.

Pero entiendo que falta una comprensión más profunda del ritual festivo de música, danza y deleite que permita que en ellas se den las condiciones necesarias para que la liberación de lo salvaje reprimido se produzca realmente.

El objetivo es liberar de forma más consciente en la celebración y no en la inconsciencia de consecuencias trágicas que vivenciamos todos en impotencia en nuestro día a día, porque lo salvaje se torna peligroso cuando es encerrado en uno mismo. El miedo y la represión producen monstruos que desfiguran a las personas.

Así, en una sociedad consumista de tendencia superficial como la nuestra se requiere recuperar la sabiduría ancestral matriarcal en el hogar y en la escuela, se requiere profundizar en los ricos significados de los arquetipos que encarnamos.

Especialmente se requiere entender las figuras femeninas mitológicas históricamente desahuciadas por el patriarcado y que Mireia Rosich ilumina con vívida sabiduría.

Por todo ello les invito a leer y releer su espléndido En la estela del mito, un libro potencialmente transformador.

 

 

 

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Jordi Mat Amorós i Navarro es un pedagogo terapeuta titulado en la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«En la estela del mito», de Mireia Rosich (Editorial Kairós, 2022)

 

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

 

Imagen destacada: Mireia Rosich y Anna Capella.