[Ensayo] Una visión mapuche del eclipse: El renacer de la luz

El reciente fenómeno astronómico vino a anunciar un nuevo momento histórico, donde los pueblos deben aunar fuerzas para poder tener un cambio profundo. Hay aquí un mensaje de esperanza, ante las aspiraciones que han esperado por más de un siglo, en el anhelo de los humildes y los oprimidos de Chile.

Por Diego Ancalao Gavilán

Publicado el 15.12.2020

El mapuche, es un pueblo originario. Esto hace referencia a los orígenes mismos de la humanidad. Se trata de una cultura milenaria, no solo por nuestra herencia histórica y oral que nos habla, por ejemplo, de kay – kay y tren – tren vilú, que en castellano es el diluvio, al cual sobrevivimos sin ningún arca y sostenidos solo en nuestra fuerza comunitaria.

Pero los antecedentes de nuestro pueblo, se pierden en un tiempo remoto. Según los estudios científicos realizados en los kueles (montículos o pirámides de tierra) de Purén Indómito, por el arqueólogo Tom Dillehay de Cambridge University Press, se acredita la existencia del pueblo mapuche miles de años antes de Cristo, es decir, cuando la posibilidad de la existencia del Estado de Chile, ni siquiera se vislumbraba.

Este estudioso, en sus escritos de Monte Verde, señala que esta cultura originaria se encuentra aquí, entre 13 mil 500 y 33 mil años atrás, es decir, mucho antes del nacimiento de la cultura judeocristiana.

En efecto, esta cultura observó, vivió y se relacionó con la naturaleza y sus fenómenos astrales muy “cerca del origen”. Desde ahí es que desarrollo un lenguaje primigenio de la naturaleza, la que establece sus verdades, sus correspondencias, sus leyes, sus ritmos y sus prácticos significados de las cosas.

Los mapuche nacimos en una relación basada en la comprensión de las leyes inmutables de la naturaleza.

Que duda cabe, como pueblo mapuche hemos sobrevivido por miles de años, siendo capaces de  sobreponernos a catástrofes naturales y humanas, como el intento de exterminio por el Estado de Chile (1860-2020).

A pesar de ello, somos la principal cultura indígena de Chile y el sustrato antropológico y de identidad constituyente de un Chile, cuya historia oficial, nos ha negado persistentemente. Pero estamos aquí, a pesar de la marginación del ancestro mapuche, que ha sabido sobrevivir a los dos siglos de República y a los casi 500 años de invasión española.

Seguimos de pie y dispuestos a proponer un nuevo modo de ser y de habitar el mundo, construido desde la experiencia y el sentir indígena que, a partir del conocimiento de nuestros ancestros, puede contribuir a un cambio de civilización y de mentalidad que tanto necesita Chile.

Hablo de un nuevo paradigma del futuro, inspirado en nuestra cosmovisión ancestral.

Por lo tanto, para hablar del eclipse como mapuche, Re we lelay tati (eso no es así no más), es necesario comprender el origen de nuestra visión.

 

Un acontecimiento ritual

Se nos ha hecho creer por muchos años que lo negativo es algo malo, e incluso algo opuesto a lo deseable. Sin embargo, para lo mapuche, la negatividad es un componente más del equilibrio necesario para el itrofilmongen (todas las vidas sin excepción).

En consecuencia, resulta esencial preparase para enfrentar un momento como este, en un equilibrio interno adecuado.

Estar con buena salud —que en mapudungun se dice konangen, lo que se traduciría como “poseer el estado del guerrero”— y en pelolen (estar despierto y ver más allá), es decir, prepararse para enfrentar este nuevo ciclo, tiene que ver con trabajar para ser un buen mapuche.

Para todo ello, hay que cumplir cuatro tareas: ser Kumeche (persona que hace el bien), Newenche (fortaleza y valentía), Kimche (persona sabia), Norche (persona justa).

Ser mapuche, es mucho más que ser, simplemente, una buen persona.

Viví el eclipse con mi lof (comunidad Manuel Ancalao de Purén Indómito) y con mi Kupalme (familia de linaje), ya que en estas ocasiones de Lai Antü (eclipse solar) ancestralmente hay ciertos rituales que pueden realizarse en comunidad.

Uno de ellos, es el llellipun (rogativa) para que a la gente no le pase nada malo, manteniéndose en pie y con fuerza. También se pide porque el sol reviva y no abandone a su tierra.

En Purén tenemos los kueles (pirámide, centro ceremonial ancestral) milenarios, y es hora que, en esos momentos estemos con nuestros ancestros.

 

Luz en La Araucanía

Es muy importante, ya que para nuestro pueblo los eclipses son interpretados como una lucha entre el sol (antu) y la luna (kuyen). Esto supone la muerte, pero también un ciclo nuevo, una interrupción del ciclo normal, una muerte que no es definitiva.

Antü y Küyen son opuestos pero complementarios, ambos necesarios para mantener el equilibrio. El origen del pueblo mapuche está en el cielo y se reconoce a partir de esa cosmogonía. Reconoce como primera familia espiritual, a una pareja de ancianos y una pareja joven que viven en el cielo y que crearon la humanidad.

Es muy relevante que el eclipse alcance su mayor plenitud en La Araucanía, que es una tierra que ha sido oscurecida por la muerte de miles de nuestros antepasados.

En efecto, ha sido un Estado genocida que en 1880 llevó a efecto aquel ignominioso proceso denominado eufemísticamente “Pacificación de La Araucanía” y que necesita renacer en un nuevo ciclo de luz que saque a nuestro pueblo de la oscuridad en que se encuentra.

Para mí, este es un hecho enviado por el futa newen (la gran fuerza), y será desde ahí, desde donde renacerá la luz con más fuerza para nuestro pueblo mapuche. Muchos jóvenes con newen (fuerza) harán la tarea pendiente, que incluirá también al pueblo excluido y oprimido de Chile.

En nuestro pueblo, los hechos de la naturaleza y cósmicos, tienen su representación, sus causas y sus efectos en la vida del Wallmapu (tierra), que son uno con el wenumapu (cielo).

Como es arriba, es abajo.

 

Un cambio espiritual y en la naturaleza

En mapudungun, eclipse se denomina Lai Antü, que literalmente significa la muerte del sol. Es un evento esperado con respeto, ya que el sol representa, para nuestra cultura, el principal elemento que determina la manera de comprender el tiempo.

Desde nuestra concepción, durante el eclipse, el sol es atacado (malogi ta antü) y que si es cubierto completamente (zumiñ ta antü), pasarán cosas negativas. Esto, porque hay un momento en que la tierra no recibe luz.

Se produce un cambio de carácter espiritual y siempre se acompaña de un cambio en la naturaleza.

Por ello se cree que los eclipses solares anuncian algo desfavorable.

Sin embargo, si recordamos el eclipse de julio de 2019, podemos concluir que anunció lo que se vivió, muchas muertes y torturas producto del estallidos social de octubre de ese año. A ello, debe sumarse  también la crisis sanitaria provocada por el Coivid-19. Por ende, estos cambios en la naturaleza provocados por el eclipse, evidentemente provocan cambios en la humanidad.

Con este eclipse, podemos esperar que el 2021 traiga consigo el resurgimiento del movimiento social de un pueblo que seguirá reclamando sus justos derechos arrebatados y agravados en este periodo.

Esperemos que de esta confrontación nazca una nuevo Chile, más justo y solidario y que por fin, decida construir una sociedad del buen vivir o Kume Mongen.

Si bien los eclipses de sol son entendidos como la muerte del sol y como un momento de preocupación, que anuncia malas noticias, en realidad la muerte en el pueblo mapuche, significa la trascendencia del ser humano, que deja su presente para ascender como espíritu.

En el caso de un eclipse, el momento implicaba una suspensión en el tiempo, donde el pueblo espera que este se restablezca y vuelva a nacer nuevamente la vida y el nuevo ciclo anunciado.

 

Un nuevo momento histórico

Lo que nos enseña y recuerda la visión filosófica ancestral mapuche de entender y ver el mundo, es que la vida es frágil y que las injusticias no pueden durar para siempre. La mayor lección que podemos sacar de estas experiencias recientes (estallido social y pandemia), es que todos somos indudablemente iguales y que el valor de la vida es primordial.

Lo que hay en el fondo, es que la tierra se vuelve a levantar para recordarnos nuestra verdadera condición y nuestra esencial interdependencia.

Será nuestro reconocimiento de ser una comunidad de personas dignas y el irremplazable rol de la solidaridad, lo que nos devuelva la esperanza de un mundo diferente, un mundo del buen vivir y de una fraternidad verdadera.

Este eclipse, viene a anunciar un nuevo momento histórico, donde los pueblos deben aunar fuerzas para poder tener un cambio profundo. Hay aquí un mensaje de esperanza, ante las aspiraciones que han esperado por más de un siglo, el pueblo mapuche y el pueblo de Chile.

No es el final de la humanidad ni del país, pero si puede ser el final de una forma de explotar la naturaleza por la supremacía de la utilidad y al hombre por el capital, que ha destruido a esta sociedad.

El eclipse anuncia la muerte de algo, yo confío en que mueran los abusos y las causas de tantas penurias.

Esto implica que hemos de situarnos mucho más allá de las ideologías que, siendo legítimas, han demostrado su fracaso, como la capitalista que ubica la libre disponibilidad del dinero en el centro del desarrollo o el socialismo que defiende la igualdad por sobre la libertad individual.

La gran diferencia es que los Mapuche, y los indígenas en general, ubicamos la vida en el centro del desarrollo.

Esta es la única forma de perpetuar la especie humana y una diferencia sustantiva, que permite encontrar en la cosmovisión Mapuche un nuevo modelo de desarrollo que puede ser una contribución al Chile que ha despertado, más de una pesadilla que de un sueño.

 

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Diego Ancalao Gavilán es licenciado en educación de la Universidad de La Frontera de Temuco, analista político mapuche y presidente de la Fundación Instituto de Desarrollo del Liderazgo Indígena.

 

Diego Ancalao Gavilán

 

 

Imagen destacada: Eclipse total en La Araucanía, en diciembre de 2020.