Entrevista: La transgresión impenitente del artista venezolano Nelson Garrido en la capital de Chile

El fotógrafo y artista visual caraqueño, distinguido con el Premio Nacional de Artes Plásticas de su país (1991), presenta en la galería Espacio O del barrio Lastarria una recopilación de sus trabajos durante los últimos 30 años titulada «La ONG Santiago + de lo profano a lo sagrado», y la cual se mantendrá en exposición hasta el próximo 11 de mayo. En este diálogo aborda las preocupaciones estéticas y políticas (dada la realidad actual de su país) que le son propias a su quehacer creativo.

Por Verónica Rubio

Publicado el 25.4.2018

Sin duda Nelson Garrido (Caracas, 1952) se ha ganado un lugar excepcional en la escena fotográfica continental, las artes y la cultura. Célebre por ser un artista incorrecto y transgresor por antonomasia, ha sido ampliamente reconocido en su país y a nivel internacional. En 1991, antes de cumplir los 40 años, fue galardonado con el Premio Nacional de Artes Plásticas pero considera que esta distinción es un hecho contradictorio y no hace más que relevar en esencia la gran crisis que vive Venezuela desde hace décadas.

En su prolífera carrera Garrido ha creado un lenguaje que mezcla religión, sexo, humor e imaginería popular, siendo considerado como uno de los referentes culturales del arte contemporáneo de un país hoy dramáticamente convulsionado. Fotógrafo de profesión, es más allá de eso un investigador de la imagen, su inspiración se nutre de la literatura, la pintura renacentista y en las propias creencias religiosas. Toma de las tradiciones populares venezolanas un mensaje localista que transforma en metáforas universales. Su obra se basa en una constante experimentación de medios expresivos y en un profundo cuestionamiento del sistema de normas y creencias socialmente aceptadas.

 

¿Cómo fue ganar el premio Nacional de Artes Plásticas?

-Fui el primer fotógrafo venezolano en ganar este premio lo que provocó una gran controversia, cosa que me encanta porque no creo en los premios ni en las instituciones. Eso generó que los artistas plásticos renegaran de mí al igual que los fotógrafos, quedándome sin gremio, situación muy estimulante. Me burlé mucho de ese premio y lo primero que hice fue quemarlo, salpicarlo de sangre y retratarme crucificado con tres penes. Aquello radicalizó más mi postura lo que generó aún mayor censura de parte del sistema.

 

¿Cómo te convertiste en fotógrafo?

-Debido a que mi familia fue exiliada cuando tenía seis años (Venezuela está en crisis hace muchas décadas), viví un tiempo en París de adolescente. Allí mi padre, militar de carrera pero transgresor y muy amigo de los artistas, me mandó al taller de Carlos Cruz-Diez para aprender de su obra. Él me enseñó la fotografía como herramienta y lenguaje. Al llegar a Venezuela, muy joven, me fui a vivir a los barrios más desposeídos por diez años, lo que me dio una oportunidad de descubrir lo exótico y lo popular por dentro. Esto se convirtió en la columna vertebral de mi trabajo. Luego de eso, regresé a Europa para perfeccionar las técnicas y formación. A mi regreso fui rompiendo con mis esquemas, creando una dinámica entre mi ojo paranoico documentalista y el esquizofrénico estético, logrando ver otras posibilidades.

Fue muy importante en mi formación la pasada por Chile. Acá viví durante el exilio de mi familia dos años (entre 1967 y 1968) y conocí a Nicanor Parra, con el que forjé un vínculo muy importante para mi historia. De hecho la primera fotografía que publiqué fue en la obra gruesa de Parra. También las puestas en escena de mis obras las aprendí en Chile y luego las traje a Venezuela de la mano de César Rengifo. Son en realidad escenas que me acompañan desde pequeño, desde que estudiaba en un colegio de curas, que me fueron acercando a lo erótico, al sexo como medio de expresión visual.

 

¿Cuál es el estado de la fotografía en la actualidad?

-Estoy convencido de que la fotografía sufre un proceso de banalización total. Ahora todo el mundo es fotógrafo y eso es como si nosotros dijéramos que las personas que aprenden a escribir como producto de un proceso de alfabetización se convierten automáticamente en escritores. Que haya más gente que sabe escribir no significa necesariamente que haya más poetas y escritores. Manejar la herramienta no implica tener el lenguaje. Ahora hay una gran democratización del hecho fotográfico, pero eso no quiere decir que haya un mejoramiento (idea que el artista profundiza en su blog).

 

 ¿Qué es lo que quieres producir con tu obra?

-Siento que la función del arte está en detectar síntomas. Por sí mismo no puede resolver los problemas, tampoco es su tarea. El arte está hecho para crear problemas, para meter el dedo en la yaga diciendo “hermano, está pasando esto”. Tampoco creo que mi obra vaya a cambiar nada. Cuando me dicen “¿Qué quiere comunicar su obra?”, bueno, yo no soy fax, ni soy un correo para andar transmitiendo nada. Yo soy un ciudadano a pie, que anda con una profunda angustia por lo que ve a diario. Creo que mi obra es una válvula de escape; toda mi angustia se valida en la medida en que te incomodas, en que te hace sentido respecto a todo lo que está sucediendo en nuestra sociedad. La violencia en Venezuela tiene su historia propia, y sigue en su fase ascendente. Siento que esto va hacia algo peor, es un polvorín a punto de prenderse. Es algo que va más allá de los partidos políticos, más allá de las elecciones.

 

Nelson Garrido, conforma la ONG (Organización Nelson Garrido) en donde recoge sus experiencias y metodologías propias como docente de fotografía. La ONG, que es una escuela de fotografía y centro cultural alternativo, se ha convertido en punto de referencia obligada en la práctica artística venezolana actual, expandiéndose cada vez más hacia toda Hispanoamérica.

 

¿Cómo surge la ONG?

Se crea en 2013 a partir de la necesidad de ejercer un activismo filosófico en un contexto de país totalmente convulsionado. El lema para crearla es generar un espacio de los que no tienen espacio; es la sumatoria de las minorías que luchan por un espacio de libertad. Primero se creó en Caracas y a medida que la crisis se ha ido intensificando, se han abierto también ONG en Buenos Aires, Madrid y ahora en Santiago. Se trata de la expansión del trabajo de mis alumnos que ha debido dejar Venezuela debido a la crisis.

 

La muestra «La ONG Santiago + de lo profano a lo sagrado» se expondrá hasta el día 11 de mayo en la galería Espacio O Plataforma de Arte Contemporáneo, de calle Villavicencio Nº 395, tercer piso, desde lunes a viernes entre las 11:00 y las 19:00 horas. Los sábado, en tanto, el horario se restringe desde las 11:00 hasta las 16:00 horas.

 

El multifacético artista venezolano Nelson Garrido (Caracas, 1952)

 

 

Parte del montaje «La ONG Santiago + de lo profano a lo sagrado», el cual se encuentra actualmente en exhibición en la galería Espacio O del barrio Lastarria de la capital

 

Crédito de la imagen destacada: Julio Guardia