«Escenas de la vida conyugal»: Una radiografía sobre la trayectoria matrimonial

En el contexto del Noveno Encuentro de Comedias organizado por el Teatro Mori Bellavista se acaba de presentar durante este mes de febrero en Santiago, la adaptación teatral de la obra cinematográfica homónima del realizador sueco Ingmar Bergman, en esta ocasión, bajo un montaje dirigido por Christian Villarreal y protagonizada por los actores Cecilia Cucurella y Osvaldo Silva. Aquí, como lo vivió el Diario «Cine y Literatura».

Por Jessenia Chamorro Salas

Publicado el 25.2.2019

Recientemente se presentó en el Centro Mori Bellavista, la adaptación teatral del filme Escenas de la vida conyugal (1973) escrito y dirigido por el célebre Ingmar Bergman, y que ha sido llevado a las tablas tanto en Argentina, con Ricardo Darín y Valeria Bertucelli como protagonistas, como en Chile, bajo la dirección de Christian Villarreal (El amor de Eloy, 2014; ¿Qué me pongo?, 2017), y ahora con las impecables actuaciones de la gran María Cecilia Cucurella y del consagrado Luis Osvaldo Silva.

Se trata de un montaje con un tempo propio, un ritmo dramático que oscila entre variados estados anímicos y una cotidianidad arrebatadoramente conmovedora. La letanía en la que se ha convertido lentamente el matrimonio compuesto por Juan y Mariana, es simbolizado por ese goteo incesante que por rutinario se torna fastidioso. Un status quo en donde nada pasa más que lo que está acostumbrado a ocurrir, como si lo que se hizo antes marcará el pulso completo de los años venideros. Sin sorpresa, sin pasión. Una “normalidad perfecta” que por normal y por perfecta terminan por desgastar la relación y el afecto del matrimonio.

Ir los sábados donde los padres de él y los domingos a almorzar donde la madre de ella; elegir dónde vacacionar este verano, el colegio de las niñas, preparar el desayuno. Una serie de actividades que por repetitivas vuelven monótona la vida matrimonial. Rutinas que muchas veces no dependen de la pareja, sino que son compromisos adquiridos con terceros, en una obligatoriedad que depende del “qué dirán”. Tal status quo es intempestivamente quebrado por la revelación del marido, Juan, quien en medio de la noche, y con el sonido del mar de fondo, como anunciando una tormenta o marejada, le dice a Mariana que se ha enamorado de alguien más, Paula, una joven estudiante, y que a la mañana siguiente se irá con ella en un largo viaje.

Sin enfrentar a sus hijas, y con una indiferencia gélida, Juan se va, dejando a Mariana sumida en la desesperación y la angustia, su castillo de naipes se ha derrumbado sobre ella, la normalidad de su vida ha terminado, y en lugar de ello solo queda la culpa de no saber qué pasó y la incertidumbre de no saber qué pasará con ella misma tras esta trágica situación.

Sin embargo, uno de los puntos interesantes del montaje es la progresión dramática, así como también la constitución de los personajes, ya que desde ese momento de quiebre Juan y Mariana comienzan a evolucionar, tanto individual como conjuntamente. Juan inicia un proceso de decadencia, en donde sus prioridades han cambiado, se ve empequeñecido ante Mariana, cuya seguridad ha emergido ante la independencia emocional que ella ha debido forjar.

Los roles se comienzan a invertir, pero prontamente vuelven a un equilibrio, cuando Juan y Mariana se descubren como protagonistas de un ciclo interminable, como amantes que se encuentran clandestinamente en la casa de veraneo que tenían cuando aún estaban casados. En el ocaso de sus vidas se han reencontrado, cuando literalmente ha pasado mucha agua bajo el puente. Quizá más auténticos, quizá más maduros, quizá conectados intrínsecamente por un lazo del cual no pueden resarcirse. Unidos por una historia común a la que no le importa los daños a terceros que pudieran ocasionar. ¿Se trata de una relación tóxica o de un amor verdadero? En Escenas de la vida conyugal nada es ideal, todo es cotidiano, un realismo que conmueve a la vez que desagrada, a través de situaciones que generan identificación y distanciamiento para con los espectadores.

El montaje está construido, como su nombre lo indica, a través de escenas, de trozos atemporales de parte de su historia conyugal, como flashes de la memoria que recuerdan los momentos más importantes de lo vivido. Un proceso rememorativo que permite comprender, las razones de lo ocurrido y las consecuencias de los actos cometidos, como una gran radiografía sobre la trayectoria matrimonial, marcada por los hitos fundamentales que la fueron constituyendo.

Hasta hace pocos años la institución del matrimonio era un objetivo perseguido por las parejas para poder conformarse como tales, hoy incluso forma parte del check list del “deber ser” social, de lo que se espera. En este sentido, lo que propone Escenas de la vida conyugal, es precisamente cuestionar el ideal matrimonial, enfatizando que la normalidad y la perfección, son los objetivos y la condena del vínculo conyugal, el cual requiere de contratiempos, de aire y de progresión dramática, para poder existir sin desvanecerse con los años. Así como también requiere de la comunicación como eje fundamental, hablar, no de la rutina incesante, sino de aquello que anida en las entrañas y que está a punto de explotar.

Por un lado, Cucurella y Silva destacan en el montaje con actuaciones apasionantes en donde demuestran su vigencia y madurez escénica. Por otro, la puesta en escena compuesta por cuatro cuadros escenográficos dispuestos a lo largo y ancho del escenario, propone una disposición que subraya los distintos momentos por los que pasa la pareja a lo largo de la obra. Por último, el que quizá sea el detalle menos favorable, la escena del embarazo y posterior aborto de Mariana, hecho que no brinda nada al hilo argumental y que se convierte en un acto accesorio e innecesario, dramática y escénicamente, y del cual el director pudo prescindir perfectamente sin alterar el sentido ni progresión de la pieza.

 

Jessenia Chamorro Salas es licenciada en lengua y literatura hispánica de la Universidad de Chile, profesora de lenguaje y comunicación de la Pontificia Universidad Católica de Chile, magíster en literatura latinoamericana de la Universidad de Santiago de Chile, y doctora (c) en literatura de la Universidad de Chile.

 

El elenco de este montaje de «Escenas de la vida conyugal»: Luis Osvaldo Silva y María Cecilia Cucurella

 

 

Ficha técnica:

Dirección: Christian Villarreal.

Elenco: María Cecilia Cucurella y Luis Osvaldo Silva.

Temporada: Desde el 15 hasta el 24 de febrero de 2019.

Horario: viernes y sábado 21:00 hrs y domingo 20:00 horas.

Valores: viernes y sábado $10.000 y domingo $8.000 general.

Sala Teatro Mori Bellavista.

Dirección: Calle Constitución Nº 183, Providencia, Santiago.

 

 

Crédito de las fotografías utilizadas: Centro Mori Bellavista.