[Estreno] «Álvaro, rockstars»: El homenaje a un ícono del punk chileno

El largometraje documental del realizador nacional Jorge Catoni rescata la exhaustiva y controversial obra del músico porteño Álvaro Peña, quien a sus 76 años de edad y con cerca de seis décadas de trayectoria, continúa editando discos de manera independiente, en un título audiovisual de no ficción que puede visionarse a través de la plataforma de Miradoc.cl.

Por Ezequiel Urrutia Rodríguez

Publicado el 5.12.2020

El género Punk es un movimiento musical derivado de los años 70, conocido entre compositores por impulsar cierto ímpetu en sus sinfonías, al punto de alcanzar agresivos niveles de distorsión. Una manifestación del descontento juvenil, especialmente ante los malestares sociales que varios países sufrían.

Dicho estilo, ha ganado fama en el país por medio de bandas como Ramones, Sex Pistols, y por supuesto, ya apuntando a este lado del mundo, del trabajo de 76 años de un extrovertido compositor de Valparaíso: Álvaro Peña.

Vida y obra que en 2019 fue retratada de la mano de Miradoc Chile, bajo la dirección de Jorge Catoni y el auspicio de la Ccdoc (Corporación Chilena del Documental).

Esta sería una muestra de las puertas que abrió Peña a sus espectadores.

Nacido en el año 1943, el llamado “abuelo punk” comenzaría su carrera como saxofonista de una banda de su ciudad, haciéndose oír entre los restaurantes del puerto. Pero no sería hasta que lo invitaron a tocar el piano que nuestro amigo demostraría su verdadero potencial.

Evento que, por cierto, el equipo a cargo de la filmación de este documental retrataría con un trabajo admirable, marcando fluidos contrastes entre la cotidianidad de Peña en nuestro presente y los archivos del pasado.

Es un detalle menor, pero que sabe anunciar la evolución de nuestro músico al entablar su respectiva comparativa, en esta interpretación en un lenguaje audiovisual de su quehacer artístico.

A esto mismo, se sumarían las constantes intervenciones en que el artista presentaría momentos de performance, resaltando así esa atrevida personalidad que lo caracteriza, pero que a su vez contrasta con la austeridad que demuestra en referente a sus necesidades. Algo poco habitual, más en un artista consagrado.

Pero bueno, no es para menos. Después de todo, nos referimos a un creador sellado bajo dos líneas de influencias que discrepan bastante del estilo de vida del consumo. Además del mismo punk, el hinduismo, religión que poco a poco ha ganado adeptos en nuestro país, especialmente en la gente joven.

Y para qué enfatizar en su género (el punk), el cual se caracteriza por una vida separada del capitalismo, tomando solo aquello que necesita para vivir. Precepto que no sería solo un discurso, ya que, como se ha visto, sería el mismo Peña quien produce y promociona su música.

Esto último, no solo daría crédito a su postura punk, sino que también expondría cómo es vivir de la música al margen de las compañías discográficas, así como de las limitantes frente los números en ventas y demás cuestionamientos al trabajo creativo.

Tema interesante para discutir, pues pone sobre la mesa, también, dilemas como la responsabilidad, el trabajo, así como un fuerte cuestionamiento a las expectativas sociales hacia lo que se denomina “hacer algo de tu vida”.

Dilemas a los que Peña nos presenta una alternativa, una que quizás difiera de nuestra rutina, pero que claramente ofrece resultados (al menos para él).

Esta forma de vida tan alejada de “vivir para trabajar”, con Peña comiendo quinoa en el piso (con las manos), hasta rompe el mito de que “los músicos, en Chile, se mueren de hambre”.

Y es que estamos tan acostumbrados al formato mediático de la música, en que si no grabas para una disquera, ni calificas para un Grammy, no sirves.

Nos han convencido con un modelo artístico tan coartado que ni nos imaginamos que un músico puede crearse solo, sin tener nada que envidiarle a los creativos del mercado.

 

«Álvaro, rockstars don´t wet the bed» (2020)

 

Un artista sin pelos en la lengua

Ahora, hablando más de sus creaciones, lo primero que salta a la luz, como es de esperarse, es lo estrafalario de sus inspiraciones. Ideas tan cotidianas, pero trabajadas de tal forma que acaban siendo extraordinarias. Como “La pala” (2016).

Dicha canción guardaría mucha semejanza con el single infantil de 31 Minutos “Lala”, interpretada por este personaje de nombre Lolo. Una simple frase repetida una y otra vez entre secuencias melódicas pegajosas, con las que el oyente solo puede hundirse en este crescendo al ritmo de la melódica. Una cadena de tambores, órgano y la infaltable distorsión de un género rupturista.

Algo similar podemos decir del segundo trabajo expuesto en esta filmación, canción que destacaría por ser de esas anécdotas controversiales que solo un artista sin pelos en la lengua podría presentar.

Es así como nos presentan “Drinkin my Own Sperm” (1977), una pieza escrita en inglés que narra un día en que Peña se masturbaba, y tras un movimiento de su pierna su semen saldría despedido, cayendo directo en su boca. Justamente, el tipo de cosas que no podrían salir sin frenos en la industria tradicional.

Pero aunque a simple vista, pareciera que Álvaro Peña no tiene problemas presentando proyectos tan poco ortodoxos, sería ingenuo creer que su trabajo carecería de complicaciones. De hecho, el mismo Catoni nos presenta uno de esos tantos momentos de incomprensión, cuando en un pequeño recital sería escupido por el público, luego de subir a escena a una chica travesti que le cantaría el “Happy Birthday” como Marilyn Monroe.

Hecho que, al menos, Peña se tomaría con un enfoque bastante positivo. Claro, no sin antes responsabilizar a la Dictadura de Pinochet del “apagón cultural” que presenció esa noche.

Eventos como este, por muy egoísta que suene, demostrarían que, a veces, son en las creaciones el único sitio en que un artista es comprendido, y que, como Catoni nos mostraría en sus filmaciones, también resulta ser la única razón por la que este puede salir adelante.

Esta perspectiva sería comentada por los cercanos de Peña, de quienes oímos decir sus observaciones hacia lo que implica vivir del arte. Una mirada que hasta suena individualista, pero que advierte con suma franqueza el costo que implica caminar por estas aguas.

Sí, es cierto que puedes aspirar a una vida estable, una casa, una familia, pero si realmente deseas vivir del rubro, Peña sugiere que te olvides de todo eso.

¿Y es que cuántos artistas no han fracasado al llevar de la mano una “vida normal”?

El dilema que Catoni presenta a su audiencia viene del hecho de lo que implica relacionarse con una “persona normal”, interacciones en que el inevitable ego de un artista muchas veces tiende a ser un peso, más cuando socialmente se nos ha educado para seguir rígidos patrones y reprobar cualquier disidencia (eso, y que la tolerancia es más un discurso que una acción concreta).

De modo que es casi una profecía que más de alguno rechazará los modos en que interactúas, especialmente, con el ego, el que hace que un artista pueda avanzar en su trabajo.

A esto se suma que, como Peña, es casi un patrón que un artista tienda a comportarse como lo hacen los niños: inquietos, curiosos, espontáneos, que lleguen a zonas que el adulto promedio no entraría, ya sea por temor o por dinero. Aspectos que obviamente podemos apreciar en las líricas de Peña, razón por las que resultan al oyente tan personales, así como sinceras.

Por lo mismo no es raro que se considere a Álvaro Peña como uno de los músicos «más únicos» que nuestro país pudo ver nacer, con una franqueza demasiado grande para que la industria (y la censura) puedan contener.

Al mismo tiempo que resulta tan esforzado, siendo un ejemplo, y una alternativa para un mercado tan reducido. Y que aunque no tenga un sombrero para sus letras, se basta de una pala para hacer el resto.

 

*Si usted desea visionar el largometraje documental Álvaro, rockstars don´t wet the bed (2020), siga, por favor, este enlace.

 

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Ezequiel Urrutia Rodríguez (1996) es un joven escritor chileno nacido en la comuna de San Miguel, pero quien ha vivido toda su vida en los barrios de «Lo Espejo profunda».

Es autor del volumen Kairos (Venático Editores, 2019) su primera obra literaria, y la cual publicó bajo el pseudónimo de Armin Valentine. También, es un socio activo de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech).

 

 

 

Tráiler:

 

 

Ezequiel Urrutia Rodríguez

 

 

Imagen destacada: Álvaro, rockstars don´t wet the bed (2020).