“Límbico”: La crisis íntima de la contemporaneidad

Este montaje -que se exhibe durante estos días en el Centro Cultural Matucana 100- es una realización escénica que reflexiona dramáticamente sobre las emociones del sujeto contemporáneo, del sinsentido que parece tener la realidad actual, de la soledad e incomunicación en que nos encontramos pese a estar hiperconectados con el resto del mundo e insertos en las masivas redes comunicacionales y sociales.

Por Jessenia Chamorro Salas

Publicado el 9.4.2019

Desde el 4 hasta el 21 de abril, se presenta en la micro sala de M100, Límbico, montaje de la Compañía Escena en Réplica, bajo la dirección de Nathalia Galgani [1], la actuación de Carolina Munitiz, y la voz narrativa de Diego Madrigal, además de la colaboración a nivel textual y de voz en off de Trinidad González.

El montaje propone una mirada íntima focalizada en la crisis de una mujer, contexto que sirve de plataforma para explorar las vicisitudes que experimenta el sujeto contemporáneo en la sociedad actual, plagada de hiperestímulos, incomunicación y exitismo.

El nombre del montaje proviene del llamado “cerebro emocional”, el sistema límbico, el cual está íntimamente vinculado a los estados anímicos e instintos; de tal modo que, emociones como el miedo, la felicidad o la rabia, están y poseen una base neurológica vinculada a esta red de neuronas. Pese a que las emociones han sido asociadas al ámbito de lo irracional, las afectaciones del sistema límbico tienen consecuencias a nivel cognitivo, en cuanto al aprendizaje y la memorización [2].

Por eso precisamente esta obra se titula Límbico, porque ahonda en la profundidad de las emociones que le suceden a una mujer en crisis, la cual es descrita detalladamente por una voz que parece ser la de un narrador omnisciente, la de su interior inconsciente, o la de su alter ego desdoblado. Una voz masculina que describe no solo lo que ve, sus movimientos y gestos, sino también sus emociones, el tedio, el miedo, la frustración, y el deseo por evadirse y encajar.

Desde la primera escena se ve a la mujer en el centro del pequeño escenario, en lo que parece la sala de estar de su casa o su departamento, sentada en un viejo sillón, a media luz, comiendo sin ganas, rutinariamente. Se observa en la mujer un profundo desazón, un hastío vital que bien puede recordar al spleen baudalariano, una existencia estacada.

De pronto, la mujer simula que come una manzana, y posteriormente, se acerca al piano que está en una esquina para interpretar una canción. Aunque aparentemente no hay fallos en su ejecución, ella parece inconforme; la voz narradora explica que ella cree que lo puede hacer mejor y que se obliga a aquello.

Señal del exitismo contemporáneo que lleva a las personas a sobreexigirse, a ser él o la mejor, lo cual genera un profundo sentimiento de frustración al no poder lograr serlo. Porque para la sociedad contemporánea solo el éxito es merecedor de reconocimiento y validación social, y si no llega, se está al margen, o se cae una crisis, tal como la protagonista del montaje.

La mujer quiere salir de fiesta, evadirse, ser-otra, para ello se disfraza de lentejuelas y peluca platinada y baila eufóricamente bajo la luz estereoscópica. Quiere encajar, quiere ser aceptada y formar parte de la sociedad del consumo, del espectáculo, y de lo banal, porque cree que ahí se sentirá cómoda, plena, y su crisis terminará. Sin embargo, tras el baile frenético queda el vacío, el sinsentido, y se vuelve nuevamente al círculo de la crisis de las emociones, de ese “no encajar en el mundo”. Este cuadro, pese a la intencionalidad que posee y la crítica que realiza a la sociedad de consumo y la cultura del fast food, resulta extensa, incómoda en términos perceptivos, genera extrañamiento por ser excesivamente ruidosa y no bien resuelta en términos escénicos.

Ya en el cuadro final, la mujer se encuentra con la voz masculina e intercambian roles, se produce una conexión entre ellos, un cuasi romance que lleva al desenlace del montaje.

Límbico es una realización escénica que habla sobre las emociones del sujeto contemporáneo, del sinsentido que parece tener la realidad actual, de la soledad e incomunicación en que nos encontramos pese a estar hiperconectados con el resto del mundo e insertos en redes comunicacionales y sociales, del exceso de estímulos y la parestesia de los sentidos, del exitismo y la frustración que conlleva, es decir, de todas las problemáticas que sufre el sujeto contemporáneo en la sociedad del siglo XXI, aspectos ya anunciados por el filósofo Jean-François Lyotard en La condición postmoderna (1980), y por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman en su célebre libro El amor líquido (2003), entre otros investigadores que han intentado representar y explicar las vicisitudes a las que se enfrenta el ser-humano contemporáneo. Límbico lo hace de manera íntima, aproximándose a la interioridad y emociones de una mujer, a sus crisis y a cómo se relaciona con el mundo a su alrededor, mediante la música, principalmente.

La propuesta escénica de desdoblar cuerpo y voz resulta sumamente interesante, sobre todo considerando la diferencia de género entre ellos, lo cual le otorga un cariz enigmático. La performance corporal que logra Carolina Munitiz, quien pasa de uno a otro estado emocional, evidencia un oficio y una gran capacidad actoral de su parte. Por su lado, la voz de Diego Madrigal, llena de matices y de juegos vocales, produce una atmósfera auditiva que acompaña correctamente a la performance corporal realizada en escena.

A pesar de los desaciertos en términos de la configuración de ciertos momentos, en donde el baile frenético resulta el punto menos logrado, Límbico es un montaje que invita a reflexionar sobre nuestra condición posmoderna o contemporánea, sobre cómo nos posicionamos en este mundo caótico y cómo formamos parte del engranaje de la sociedad. Una invitación a reflexionar sobre las emociones, sobre la interioridad y las consecuencias emotivas que conlleva vivir la contemporaneidad.

 

Citas

[1] El Colectivo Escena en Réplica se funda en 2015 por las actrices Nathalia Galgani y Carolina Munitiz. El colectivo aborda temáticas existenciales exponiendo los espacios íntimos propio de las personas en el mundo actual. Fuente: https://www.m100.cl/programacion/limbico/

[2] Fuente: https://psicologiaymente.com/neurociencias/sistema-limbico-cerebro

 

Jessenia Chamorro Salas es licenciada en lengua y literatura hispánica de la Universidad de Chile, profesora de lenguaje y comunicación de la Pontificia Universidad Católica de Chile, magíster en literatura latinoamericana de la Universidad de Santiago de Chile, y doctora (c) en literatura de la Universidad de Chile. Igualmente es redactora estable del Diario Cine y Literatura.

 

La actriz Carolina Munitiz, una de las protagonistas del montaje «Límbico»

 

Ficha técnica

Textos: Trinidad González.

Dirección: Nathalia Galgani.

Elenco: Diego Madrigal y Carolina Munitiz.

Produccion: Ébana Garín y Balcón Tudor.

Diseño integral: Daniel Recabarren y Escena en Réplica.

Diseño sonoro y musical: Carolina Munitiz y Cristian Munitiz.

Diseño afiche: C. Margarita Sáiz.

Fotografía: Giuliano Galgani.

Sala: Microsala del Centro Cultural Matucana 100

Desde el jueves 4 hasta el domingo 21 de abril, miércoles a sábado a las 20:00 horas, domingo a las 19:00 horas.

Valores de las entradas: $6.000 general; $3.000 estudiantes, tercera edad, miércoles y jueves popular.

Duración: 60 minutos.

Dirección: Avenida Matucana N° 100, Estación Central, Santiago.

 

 

Crédito de las fotografías utilizadas: Centro Cultural Matucana 100.