«Maldad líquida»: Una epifanía de la postmodernidad

En este volumen se reproducen las extensas y eruditas deliberaciones de los filósofos europeos Zygmunt Bauman y Leonidas Donskis, en torno a su crítico y mediatizado diagnóstico de nuestra época: la sombría visión de ambos pensadores alrededor de una cercana muerte de la privacidad, la colonización de la sexualidad humana y sus ideas inspiradas en el control infinito que se ejercería sobre la humanidad, a través de la tiranía de una pantalla de televisión.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 4.4.2019

Maldad líquida (Paidós, 2019) de Zygmunt Bauman y Leonidas Donskis, es el último compendio hecho entre ambos pensadores. En él, tenemos la conclusión del impresionante legado de uno de los proyectos más lúcidos en torno a la sociología, filosofía y ensayo contemporáneos. Con su innovador concepto de lo “líquido”, prisma que le permite diseccionar el contexto moderno, Bauman despliega en este volumen toda su erudición y agudeza, en conversación con Leonidas Donskis, profesor de Política en la Universidad Vytautas Magnus, en Lituania.

En Maldad líquida ambas voces se zambullen en un análisis que no toma exactamente la forma de preguntas y respuestas, sino la de una conversación extensa que quiebra la expectativa periodística de la solución a un dilema. Acá se percibe la reflexión en la que se embarcan ambos pensadores, con extensas y eruditas deliberaciones que componen una conversación exquisita y abismalmente crítica. Es de esperar que las prolongadas cavilaciones, informadas por un contundente arsenal histórico, redunden en un panorama extremadamente desolador, y es quizá por eso que las conclusiones adoptan, más bien intentan acoger, un tono levemente optimista, para lo cual se citan, ya hacia el final del libro, a dos claves poetas: William Blake y Dylan Thomas. Pero esto es solo al final…

En este diálogo que exuda inteligencia, introspección, y, notablemente, un respeto entre ambos interlocutores, nos adentramos en lo que significa realmente la maldad líquida, desde un prisma de lo más mundano: “Un comentario anónimo en internet que contiene mentiras tóxicas que nos hieren de muerte, nos hacen daño y nos insultan brutalmente… es una expresión casi perfecta del carácter líquido del mal que actúa sobre el terreno, a ras de suelo, y que está hondamente afianzado en nuestras prácticas mundanas. Quién soy yo, tú no sabrás”.

La maldad en su reducto vano es algo que ya había sido estudiado por Hannah Arendt (también citada aquí), a través de su reveladora conceptualización (“la banalidad del mal”). Así, no es de extrañar que los escenarios digitales sean foco de estudio, focos infecciosos incluso: “Y es que Facebook encarna… la esencia del fenómeno del ‘hágaselo usted mismo’. Quítese la ropa, muéstrenos sus secretos: hágalo usted mismo, por su propia voluntad, y disfrute haciéndolo. Hágaselo usted mismo. Desnúdate para mí, cielo”. Así, la sociedad red, es una sociedad traspasada por el miedo. “Es un lugar perfecto para toda esa industria del miedo y su alarmismo organizado. Pone de relieve y al descubierto el auge de la tecnocracia disfrazada de democracia”. Este mal líquido tiene la asombrosa capacidad de: “adoptar disfraces muy eficaces y de ‘reclutar’ toda clase de inquietudes y deseos humanos (demasiado humanos) para ponerlos a su servicio…”.

Nuestra realidad está sufriendo fisuras dramáticas en este mismo instante. El escándalo de las elecciones, por ejemplo, es de envergadura. Y transversal. A través de él, vemos que “los políticos fingen gobernar, mientras que quienes ostentan el poder económico fingen ser gobernados”. La debacle política es transparente: “Nuestra realidad… está marcada por el divorcio entre el poder y la política”, porque ha surgido: “un abismo entre los poderes (liberados del control político) y la política (despojada del poder)”. En este contexto, la fluidez de la maldad le permite al diablo adoptar formatos inesperados. La imagen del diablo: “también puede aparecerse como la pérdida de memoria y sensibilidad que desemboca en una psicosis de masas… El diablo puede despojar a un ser humano de su memoria y destinarlo así a convertirse en una no persona y en una no entidad… El diablo, que acecha bien resguardado en las formas más destructivas de modernidad, priva a la humanidad de su sentido de lugar, hogar, memoria y pertenencia”.

Un vector crucial en el estudio de Maldad líquida lo hallamos en la figura del escritor británico George Orwell. Él es el gran certificado que ambos autores toman como revelación y profecía de proporciones: “Sus agudas predicciones han terminado convertidas en historia real; por ejemplo, su sombría visión de la futura muerte de la privacidad, de la colonización de la sexualidad humana y del control infinito que sobre nosotros se ejercería a través de la tiranía de la pantalla de televisión. Por todo ello, Orwell será recordado durante mucho tiempo como un auténtico profeta de nuestra situación actual”, asegura Bauman. George Orwell, agrega: “previó y predijo como nadie el putinismo como una forma de matonismo político y fascismo desprovista de ideología”.

En este tomo se repite una y otra vez el concepto de TINA, (sigla en inglés de “there is no alternative”, vale decir, “no hay alternativa”) como una angustia existencial que invade nuestra realidad y de la que es casi imposible escapar. Y, aunque la representación que se hace está lejos de proponer una luz de esperanza para nuestro acontecer actual, las últimas palabras sí intentan proveer un ángulo, sino optimista, por lo menos mínimamente consolador. Esta posibilidad surge de la indagación constante en las avenidas de la literatura.

Uno de los puntos más destacables (para mí) se relaciona con el soporte no solo teórico con el que ambos pensadores dialogan, sino con las recurrentes citas literarias que permean el estudio. Ambos complementan, incluso basan, sus posturas, con referencias literarias. En ese sentido Maldad líquida es también una maravillosa oportunidad para repasar clásicos de la literatura; novelas fundacionales y autores también olvidados que intervienen para componer un corpus global con el cual batallar frente a tanta depredación.

La gran capacidad visionaria, epifánica de la que es capaz la literatura, toma forma en citas a Chejov, Steinbeck, Dostoievski, Kafka, Canetti, Búlgakov, Orwell, William Blake Y Dylan Thomas. Es, precisamente Dylan Thomas quien cierra el volumen, con una nota de leve optimismo: “El optimismo puede ser no solo histórico, sino también metafísico, antifatalista, antideterminista. Nadie mejor que Dylan Thomas supo expresar esa clase de optimismo en su intemporal poema ‘Y la muerte no tendrá dominio’, un réquiem verdaderamente ‘anti-TINA’ por el siglo XX, un mensaje para la humanidad más importante ahora que nunca antes”.

 

Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es escritor, periodista y PhD en literatura hispanoamericana por la Washington University in St. Louis, Estados Unidos. En la actualidad ejerce como profesor titular de la Universidad Chileno-Británica de Cultura, y su última novela publicada es Sinestesia (Editorial Cuarto Propio, Santiago, 2019). Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Maldad líquida» recién editado en castellano (2019)

 

 

El filósofo polaco-inglés Zygmunt Bauman (1925 – 2017)

 

 

El pensador lituano Leonidas Donskis (1962 – 2016)

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Crédito de la imagen destacada: Editorial Planeta.