¿Quién lee hoy en día a Jerome David Salinger?

El narrador estadounidense no es un escritor fácil, quien además fue un sujeto extraño que estuvo muy marcado por su experiencia en la Segunda Guerra Mundial. Así, y después de publicar dos textos (aunque tal vez sean tres) renunció a la fama y se recluyó en Cornish, un pueblito del este de New Hampshire. Aquí, comentaremos su mítico volumen de cuentos Nine Stories (1948).

Por Sergio Inestrosa

Publicado el 19.4.2018

Me interesé en leer a J. D. Salinger (1919 – 2010) a través del estudio de las novelas propias de la saga del detective Mario Conde de Leonardo Padura, quien lo menciona en varios de sus títulos. Como me gusta analizar haciendo correlaciones de autores y de libros, eso me motivó a buscar algo del autor norteamericano.

Salinger no es un escritor fácil, quien además fue un sujeto extraño que estuvo muy marcado por su experiencia en la Segunda Guerra Mundial. Después de publicar dos textos (que tal vez sean tres) renunció a la fama y se recluyó en Cornish, un pueblito del este de New Hampshire.

Sin embargo, los textos de Salinger influyeron en otros escritores como John Updike o Philip Roth, o en nuestro patio, en el ya citado Padura. Salinger también influyó en otro tipo de individuos como Mark David Chapman, quien asesinó a John Lennon, y de quien se cuenta que esperó la llegada de la policía leyendo la novela The Catcher in the Rye, de Salinger, traducida al español como El guardián entre el centeno, aunque otras editoriales la trasladan como El cazador solitario. Esta ficción (1951) se convirtió inmediatamente en un best seller de la literatura moderna de los Estados Unidos.

Su otro volumen se titula Nine Stories (1948) que en español viene a ser Nueve cuentos y es el libro que quiero comentar en esta ocasión, mientras me llega una copia de la citada novela.

El contexto de Nueve cuentos está dado por la experiencia traumática que Salinger tuvo en el frente de batalla durante la Segunda Guerra Mundial y que le dejó una huella emocional imborrable. Los expertos afirman que todo el libro tiene un alto componente biográfico, y debe de ser así, pues muchos de los personajes que andan o se mencionan en el texto son soldados.

El primer cuento se titula “A Perfect Day for a Bananafish” (“Un día perfecto para un pez banana”, aunque banana se puede traducir en inglés coloquial como “loco”) por el tema se pudo haber traducido como un día perfecto para volarse los sesos, pues al final del relato, Seymour Glass, un soldado que se encuentra de vacaciones con su mujer en Florida, se suicida en su cuarto de hotel después de haber estado el día en la playa junto a ella.

En el segundo cuento “Uncle Wiggily in Connecticut”, dos amigas (Mary Jane visita a Eloise que está casada con Lew, un soldado, y la cual tiene una hija que se ha inventado un amigo imaginario), las mujeres conversan y beben en la sala, en un momento Eloise recuerda a un hombre que conoció cuando estaba en el college y le dice que aquel chico, Walt Glass (quien también fue un conscripto) era muy divertido, pues, un día mientras corrían para alcanzar el autobús, ella se cayó y se lastimó el tobillo y él le dijo: “¡Pobre tío Wiggily!”. Llamó “tío Wiggily” a su tobillo.

Una clave de este cuento está en el juego de palabras del título, entre tobillo (ankle) y tío (uncle), ya que en inglés hay una similitud al pronunciarlas. El inglés es un lenguaje que se presta mucho para estos juegos de palabras por la similitud en la pronunciación de algunas de ellas. La segunda cosa interesante de notar es que el “Tío Wiggily” es una colección popular de cuentos infantiles, cuyo protagonista es un conejo, “Uncle Wiggily Longears” (“el tío Wiggily Orejaslargas”) y si se tiene esta información es menos arduo entender el acertijo que supone la denominación del relato.

Sin embargo, para el lector que no está familiarizado ni con la versatilidad del inglés para hacer estos guiños ni con la literatura infantil de los Estados Unidos, la historia puede ser leída sin entender el sentido chistoso del título y que contrasta con la vida ordinaria y falta de emoción de las dos amigas que conversan y evocan el pasado.

El tercer cuento se titula “Just Before the War with the Eskimos” que trata de dos jovencitas, Selena y Ginnie, que juegan tenis y viajan juntas en un taxi, y Ginnie está reclamando que Selena le pague parte de la tarifa del taxi que no le ha devuelto, la acompaña a su casa para que le entregue el dinero y allí conoce a al hermano de ésta, quien se ha cortado un dedo (él le habla de que va a haber una guerra en contra de los «eskimos»), después de mucho rato, cuando su amiga baja con el dinero, le dice que no es justo que le cobre y se despide con la mitad del sándwich que le ha dado el hermano de Selana, a modo de compensación, en la bolsa de su saco.

A este relato le sigue “The Laughing Man”, que trata de un club y de su jefe, el cual en cada viaje para jugar al béisbol les va contando la historia de “The Laughing Man” hijo de unos misioneros ricos que es secuestrado y desfigurado por un grupo de bandidos. “The Laughing Man” se vuelve él mismo un maleante y al final es asesinado por el detective Dufarge y su hija (aunque ambos mueren antes que “The Laughing Man”).

Después de esta historia viene “Down at the Dinghy”, que ha sido traducido como “El bote”. Este cuento es sobre un niño de cuatro años, Lionel (hijo de Boo Boo Tannenbaum, la señora de la casa) quien está en un bote a la orilla de un lago: la madre lo ha estado observando desde la casa y se le acerca presentándose como el almirante Tannenbaum, pero el niño le dice que ella no es un almirante, que es simplemente una dama. La madre le pregunta quién se lo dijo y el niño responde que su padre. Ella trata de subir al bote pero el niño no la deja. Al final entra al bote y se lo pone en su regazo y el niño empieza a llorar y le dice que: “Sandra le dijo a la señora Snell (ambas trabajan en la casa) que su papá era un ‘judío grandote y estúpido” (“Sandra — told Mrs. Snell — that Daddy’s a big — sloppy — kike”). La madre, entonces, le pregunta si sabe lo que es “kike” (palabra ofensiva para designar a los judíos) y el niño le dice que es una de esas cosas que se elevan al aire con un hilo (“It’s one of those things that go up in the air” he said. «With a string you hold»), (“kite”, barrilete en español) y la madre le dice que van a ir al pueblo a recoger a su padre y se le pasa el enojo.

En este cuento lo que tenemos es una confusión de un niño de cuatro años sobre los sonidos parecidos de las dos palabras: «kike» y «kite» y es lo que le da sentido a la historia.

Después le sigue el relato “For Esme —with Love and Squalor”, luego viene “Pretty Mouth and Green my Eyes”, continuado de “Daumier-Smith’s Blue Period” y cierra el libro el cuento “Teddy”.

En la lectura de estas historias nos asomamos a la vida de gente común, de personas que llevan una vida ordinaria (como muchos de nosotros); algunos incluso abandonaron la universidad, y su existencia transcurre sin demasiadas emociones.

Si al lector le pareciera extraño adentrarse hoy en día a Salinger, recuerde que este escritor ha influenciado a muchos otros narradores, entre ellos al famoso Leonardo Padura, lo cual quiere decir que algo hay en el ficcionador estadounidense que lo hace atractivo, interesante de leer. Sirva pues, esta influencia en un escritor tan actual y reconocido como el inventor cubano, y que sea esa la mejor tarjeta de presentación para volver la atención al irreverente autor neoyorkino.

 

Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos.

 

Una de las tantas ediciones publicadas de «Nine Stories» (1953), el segundo libro en la breve bibliografía de J. D. Salinger

 

 

Imagen destacada: J. D. Salinger con cerca de 80 años, en pleno ostracismo voluntario y cuando es sorprendido por un fotógrafo en los estacionamientos de un supermercado