«Réplicas», de Diamela Eltit: Un texto que enseña y que obliga a pensar

El libro y sus escritos nos constriñen a estar presentes en cada palabra, porque no hay un preámbulo que aliviane los hechos. Nos insta a formarnos, a instruirnos a querer saber más, a la necesidad de estar al día con la información, a buscar datos fidedignos, a leer entre líneas, a investigar, porque son párrafos que denuncian y ponen en tela de juicio el modelo imperante absolutamente masculino, donde el ser mujer es visto y es mostrado intencionadamente, como una desventaja a nivel global.

Por Alejandra Coz Rosenfeld

Publicado el 12.4.2018

Réplicas. Escritos sobre literatura, arte y política (Seix Barral 2016) de Diamela Eltit, no es el primer libro de Diamela que leo, pero sí el primero que está escrito en primera persona, donde ella es realmente ella y no una metáfora. A diferencia de sus tantas novelas geniales y absurdas, que siempre tienen esa doble lectura, aquí la genialidad no está en el humor negro sino en su manera de raciocinio para hilar cada detalle, pensamiento y hecho histórico.

Es un libro que se puede visitar todas las veces que se desee, casi como una especie de pequeña enciclopedia, a la que se le puede consultar y la respuesta estará clara e inteligentemente explicada.

Es un texto que enseña y nos obliga a pensar. Exige una lectura atenta, sin pavadas ni medias tintas. Cosa que es de una urgencia con cuenta regresiva hoy en día, ya que la masificación del letargo mental está avalada por casi todos los medios de comunicación y crece exponencialmente en nuestra sociedad de consumo. Por lo que se agradece esta invitación a pensar finalmente, desde los inicios mismos.

“Una mujer-cuerpo, desprendida, una fuga, una costilla menos del hombre, un hueso curvo que generó otra carne. Un nacimiento simbólico que habría que volver a examinar para entender bien la costilla, el costado, la costa, el costo, la costra como el sedimento de una emergencia poética”.

Los hechos nos suceden y suceden a diario, pasan frente a nosotros con una fría y calculada distancia, las denuncias, la manipulación de la información, el poder político que impera y maneja desde lo alto, sin mancharse nunca las manos, y nosotros en la vereda de enfrente, sin tener un indicio claro de las fronteras que esto puede llegar a abarcar.

Todo lo que acontece se olvida con abismante facilidad. Porque también es parte del gran experimento neoliberal, ante el cual hemos caído de rodillas, y lo seguimos haciendo. El intento y el éxito de borrar la memoria en todos sus ámbitos, con la cultura de lo desechable, lo fácil, lo imperecedero e inmediato. Todo nuevo, que no queden restos del pasado.

“Sé que estamos asediados por el frenesí de una sobreproducción y la sombría sensación de que somos desechables. Sé que la aguda condición neoliberal nos empuja a explotarnos a nosotros mismos en un tiempo despojado de pausas”.

Por lo tanto escritos brillantes como este, son dejados al margen, porque nos cuestan, nos dan resquemor e inseguridad, ya que exigen atención plena y no permiten estar multi-enfocado, que es muy común hoy en día, tener un libro en una mano y el celular en otra y la tele prendida. Creemos que nos cansa de antemano y tomamos una distancia a priori en desmedro de nuestras capacidades  adormecidas y también saboteadas.

Muchas veces no tenemos ni siquiera una opinión bien formada, o más aún nos da flojera tenerla, porque preferimos mantenernos en el confín sin acechar nuestra mente pensante. Preferimos no pensar en nada como forma de escapismo. Porque darse cuenta de que el poder dominante nos mantiene subyugados, es quitarse los velos de golpe y dejar de creer en casi todo lo que se nos ha querido inculcar.

“Las actuales involuciones sucesivas del Estado, a favor de la capilaridad del mercado, multiplican las identidades e inoculan subjetividades que cubren y recubren, mediante un barroco de cartón piedra, la falsa existencia de un yo singular y autónomo, que aparentemente decide”.

El libro y sus escritos nos constriñen a estar presentes en cada palabra, porque no hay un preámbulo que aliviane los hechos. Nos insta a formarnos, a instruirnos a querer saber más.

A la necesidad de estar al día con la información, a buscar información fidedigna, a leer entre líneas, a investigar.

Son escritos que denuncian y ponen en tela de juicio el modelo imperante absolutamente masculino, donde el ser mujer es visto y es mostrado intencionadamente, como una desventaja a nivel global.

“El cuerpo ultraasediado es el de la mujer porque es un objetivo político fundamental de dominación y colonización de cada uno de los sistemas.”

“Las intensificadas industrias y los poderes multifocales se han unido con una alucinante complicidad en contra de las mujeres para afirmar que son crónicamente imperfectas y empujarlas así a un ávido e interminable consumo (de cuerpos)”.

Acusa las obviedades políticas y religiosas que se escudan detrás de los poderes fácticos. Como por ejemplo el caso Karadima, entre otros.

“…del poder que acumuló Karadima, un poder fundado en la ecuación más clásica de todos los tiempos: sexo, clase y dinero”.

“Bajo su dirección, la parroquia de El Bosque se convirtió en un lugar donde el poder se medía a sí mismo mediante la homogeneidad de  las identidades ideológicas. La religión no era sólo expresión de fe, sino también moneda de cambio para transacciones económico-sociales”.

“La parroquia operó como un espacio de convergencia para la derecha más acaudalada.

«…Karadima cultivó, a lo largo de los años, peculiares controles sobre grupos de ‘sus’ jóvenes que actuaban según las reglas de sumisión que caracterizan a las sectas”.

También habla de la memoria. La memoria como arma. Memoria que permanentemente se ha querido borrar, y que se borra sin ninguna entidad que proteja, por ejemplo el desenfreno desmedido por construir, con esa idea insertada de que lo nuevo es mejor, y se destruye a través de la aniquilación de la memoria. Se echan abajo construcciones arquitectónicas de gran valor histórico, estético y cultural o bien ecológico, sin importar ni quien las habitó ni menos el daño hacia el medio ambiente.

Se me viene a la cabeza el relato de la única casa que adquirió en Chile la poeta Gabriela Mistral en la población Huemul, en Santiago.

“Desde luego, el estado no compró la casa poblacional pues estaba fuera de los parámetros de sus discursos”.

Y un país sin memoria ni educación, es de fácil manipulación.

“… la microfísica del poder militar y sus aliados civiles habían penetrado todos los espacios de manera incesante para promover la censura y el miedo; ese miedo y esa censura implantadas por el dictador Pinochet”.

Escribe sobre la memoria cultural y la manera en que las artes se organizaron durante la dictadura. Desde el desarrollo de un nuevo lenguaje hasta la organización de un pueblo entero para resistir ser silenciado.

“…lo que denomino como ‘autocensura’ puede ser entendido también como un estricto ‘silencio’, pero no en el sentido ominoso o cómplice del término, sino más bien como ausencia o vacío que apuntaba, en definitiva, a lo que ya he definido como una política no solo de sobrevivencia sino además de una particular resistencia”.

“El silencio como recurso puede convertirse en signo”.

“La condición del arte bajo dictadura exigía renovar las propuestas pero, a la vez, intervenir activamente en los espacios públicos”.

Y es en este escenario donde nace el colectivo Acciones de Arte CADA, grupo interdisciplinario al que perteneció Diamela junto a otros artistas (Lotty Rosenfeld, Juan Castillo, Raúl Zurita y Fernando Balcells).

“El CADA buscó incursionar en una forma específica de arte público que deseaba incluir. Una inclusión que no solo interpelaba al transeúnte que ocasionalmente se encontraba con una acción de arte, sino también al público lector, mediante textos en revistas, como también a la comunidad artística que colaboraba con el grupo”.

Un ícono de creación performática y artística del CADA fue el NO +. Consigna que se lanzó en 1983 a diez años del golpe militar. Y que sigue vigente hasta el día de hoy, y que forma parte de la ciudad y del colectivo. Se ve en las calles, en las marchas e incluso ha sido paradójicamente utilizado por la ultra derecha, sin saber claramente el origen de la consigna..

“El llamado era una doble provocación, por una parte un repudio abierto al régimen y, por otra, una invitación e incitación a la ciudadanía a completar el rayado callejero con sus propias demandas”.

 “…la memoria ha sido un verdadero campo de batalla”.

 Y este libro es un campo de batalla, saca a la luz la memoria histórica y colectiva tanto de Chile como del globo. Incluyendo en el inicio de cada capítulo, los inestimables relatos Kawésqar, trabajo que fue publicado hace hace más de 30 años en conjunto con el lingüista Óscar Aguilera.

Estos insertos hablan desde una periferia y de alguna manera, desde una resistencia que se ha mantenido por los siglos de los siglos dentro de los pueblos originarios. Es una forma de no olvido y denuncia de la marginalización que sufren y han sufrido a lo largo de la historia nuestros ancestros, bajo la mano de los poderes que manejan la memoria de nuestro país.

 

 

Portada del volumen publicado por la editorial Seix Barral en 2016, y que obtuvo el Premio Municipal de ensayo durante esa temporada

 

 

Crédito de la imagen destacada: Revista Intemperie (www.revistaintemperie.cl)