SANFIC 14: Documentales «Cielo» y «Flow»: Mirar hacia lo lejos

La segunda jornada de la Competencia de Cine Chileno del Santiago Festival Internacional de Cine 2018 contempló la proyección de dos largometrajes de no ficción -los cuales invitan a observar con atención hacia el exterior-, desde una cotidianidad entendida como restrictiva. Se trata, en suma, de una par de obras que nos motivan a encontrarnos a nosotros mismos, a fundirnos con el universo, luego de comprender que somos una parte esencial y unívoca de este.

Por Rodrigo Torres Quezada

Publicado el 23.8.2018

Los documentales Cielo y Flow, están participando también de la Competencia de Cine Chileno organizada por Sanfic 14. En ambos, se utiliza la observación como un elemento que nos invita a sentir curiosidad por lo que nos rodea.

En Cielo (2017), de la directora canadiense Alison Mcalpine se nos habla del espacio, el cosmos en su acepción más general. La idea de este documental no es teorizar acerca del espacio en términos metafísicos ni científicos. Más bien, apuesta por entregar una visión del cosmos como un recordatorio de lo pequeños que somos. Además, muestra las diferentes visiones que personas de distintos grupos sociales y etarios tienen acerca de un mismo elemento. Así, en Cielo cada persona, sin importar si es científica o pescadora, tiene una visión de lo que es este cielo inmenso, que se vuelve válida sin importar los conceptos que se utilicen para describirle. Porque el cielo es inabarcable y nadie puede decir que sabe todo acerca de él. Como se menciona durante el documental, nadie podría arrogarse el tener un gran conocimiento ya que el universo, siempre nos hará quedar en ridículo ante esa idea. Mirar hacia arriba, entonces, se vuelve un proceso democrático, donde cada uno de nosotros tiene su verdad.

La fotografía y el paisaje son elementos que hacen de este documental una pequeña joya. Podemos ser parte desde el principio hasta el final, de ese silencio que solo durante una noche en el desierto nortino se puede apreciar. De pronto, pareciera que la cámara nos engaña: no sabemos si se está mostrando un plano desde lo alto o si en realidad es una pared rocosa. Esto no es gratuito ya que tiene relación con que todo está relacionado entre sí. Los electrones y el movimiento elíptico de los planetas. Las rocas como el cuerpo y los ríos como la sangre. La estructura del universo puede apreciarse como un fractal en cada detalle de la naturaleza.

Puede echarse en falta el que en Cielo -una coproducción chilena y canadiense-, a pesar de entrevistarse a científicos, no se ahonde en temas técnicos. Por ejemplo, ¿cómo funcionan los grandes telescopios con los que se observa el espacio? ¿Por qué el cielo adquiere ese color con el que le vemos? Sin embargo, esto sucede porque aquí se ha optado por hacernos sentir sorpresa. No es un documental académico o que se vaya a mostrar en universidades. Es más bien un trabajo que invita a recrear la misma sensación que tuvimos alguna vez de niños cuando observábamos hacia arriba y nos asombrábamos con la inmensidad.

El documental Flow (2018), del chileno Nicolás Molina (realizador de Los castores, junto a Antonio Luco), por su parte, muestra dos realidades paralelas: la vida sencilla de la gente de la Región del Biobío y la vida sacrificada de quienes habitan en la India, a orillas del Ganges.

La idea de este trabajo es interesante. Existen símbolos que reflejan ciertos paralelismos entre un grupo de personas y otras. Sin embargo, de pronto esto suena un poco forzado. Hay escenas que no parecen encajar en esta idea de paralelismo y por ello no queda claro si se pretendía mostrar que la vida en el Bío Bío es más tranquila que la de la India; o si ambos tipos de vida son igual de sufridos. En estos puntos el documental presenta flancos débiles.

La fotografía, por otro lado, está muy bien lograda. Además, hay escenas en las que de pronto se logra el objetivo de crear confusión en cuanto a si estamos en Chile o en la India.

Un punto a favor de este documental, está en que transmite una visión real sobre la vida sencilla de la gente que puebla estos lugares. Sin embargo, hay que reconocer que roza con peligro cierto “turismo social”. Uno se pregunta: ¿debo pensar que mi vida burguesa y tranquila es mucho mejor que la de aquella “pobre gente”? O más bien, ¿la vida de ellos es más real que la de uno? Si escogemos esta última pregunta, podemos tomar el documental como una crítica a la mirada clásica de un turista. Hoy en día se cree que por viajar se será mejor persona. O se va a cierto sitio solo para sacarse una fotografía y luego subirla a Tinder. Pero detrás de todo ese turismo plástico hay personas que deben sacrificarse y que viven ahí donde no llega el “turismo aventura” o los “planes turísticos familiares”.

En conclusión, ambos documentales,uno mejor logrado que el otro, invitan a mirar con atención hacia el exterior. Y con esa mirada encontrarnos a nosotros mismos o fundirnos con el universo, luego de comprender que somos parte de él.

 

Un fotograma del primer largometraje de la realizadora canadiense Alison McAlpine, «Cielo» (2017)

 

 

Tráiler 1:

 

 

Tráiler 2:

 

 

Rodrigo Torres Quezada (Santiago, 1984) es egresado del Instituto Nacional “General José Miguel Carrera” y licenciado en historia de la Universidad de Chile. Ha publicado los libros de cuentos Antecesor (2014) y Filosofía Disney (2018) bajo el sello Librosdementira. También ha dado a conocer distintos relatos de su autoría en La Maceta Ediciones (2017) y la novela titulada El sello del pudú (Aguja Literaria, 2016). Lanzó, asimismo, el volumen de ficción Nueva narrativa nueva (Santiago-Ander, 2018), y obtuvo el primer lugar en el concurso V versión Cuéntate algo de Biblioteca Viva (2012). El año 2016, en tanto, se quedó con el primer lugar en el I Concurso Literario del Cementerio Metropolitano.

 

 

Imagen destacada: Un fotograma del largometraje documental «Flow» (2018), del director chileno Nicolás Molina.