SANFIC 14: «Perkin» y «El tipo que se quebró las uñas»: Sobre marginalidad y amores urbanos

La primera jornada de la Competencia de Cine Chileno del Santiago Festival Internacional de Cine 2018 presentó el tercer largometraje como realizador del actor nacional Roberto Farías y la ópera prima del director CLASAB!: dos obras que muestran que hasta ahora la industria local está presentando temas frescos, que no solo son interesantes en cuanto a la reflexión que generan, sino que a la vez entretienen. Y eso se agradece.

Por Rodrigo Torres Quezada

Publicado el 22.8.2018

Perkin y El tipo que quebró las uñas (por querer agarrar un corazón en el pavimento) son películas que están participando en la Competencia de Cine Chileno de Sanfic 2018. Aunque el eje principal en el que cada una gira, difiere del otro, las conecta una visión común acerca de la vida moderna en la ciudad.

En Perkin, del director Roberto Farías, hay una apología del margen. Vivimos en una sociedad en la que parece que la realidad está marcada por hombres y mujeres de terno, todos compuestos y cuyo vocabulario es tan soso y afectado como el que se escucha en cualquier entrevista de trabajo. Pero en Perkin se muestra el revés de esta situación. No tenemos a ciudadanos que compiten entre sí por quién es el mejor ni a gente modelo intentando ser exitosa. Tenemos frente a nosotros a un grupo de marginados del éxito social del sistema. Personas que sobreviven y cuyo principal nexo con el mundo es la amistad que surge entre sus pares. Una amistad violenta pero a la vez cariñosa donde emerge el lenguaje de la calle, casi como una afrenta hacia quienes detentan el poder.

Perkin es la historia del Muñeca, un trabajador que recibe una gratificación de su empleador y decide gastarla junto a sus amigos: el Lauchita, Don Bigote, tres amigas y el Pirulato. Este último representa al espectador pues apenas habla y pareciera que está atento a cada palabra, tal como los ángeles de Wim Wenders que escuchaban todas las quejas de los humanos, solo que en este caso este sería un “ángel” callejero. El gran aporte de Perkin es hacer del lenguaje soez un mundo rico de posibilidades a la hora de mezclarlo junto a reflexiones de tipo más complejo.

Esta película, además, es un espejo trizado de cómo estamos. Muestra la rabia contenida contra los poderosos; muestra a seres destruidos, resignados pero que se refugian entre sí para poder soportar una realidad que se ha burlado de ellos constantemente. Frente al Chile plástico que desfila en la televisión día a día, con sus políticos y su hablar rimbombante, con una publicidad que inventa un público que jamás ha existido en la realidad, Perkin contrapone la verdad de los marginados. He ahí que se insista en mostrar escena tras escena los rostros de los personajes: rostros surcados por la rabia y la frustración.

Por su parte, El tipo que se quebró las uñas (por querer agarrar un corazón en el pavimento), de Clasab, se hermana a la anterior en cuanto al contexto social en el que se desarrolla el filme: es una sociedad elitista, fría, calculadora, donde los diálogos de la gente son lisa y llanamente cuadrados y plásticos. Frente a esta realidad, el protagonista, un conductor que transporta pasajeros, responde con una actitud nihilista y amarga.

La historia es simple y ya se ha visto otras veces: un hombre triste (el “pelado”), lleva una vida amargada, casado con su esposa, quien ya no le hace feliz (ni él a ella) pero que luego, en una circunstancia inusual, conoce a otra mujer. Esta lo hace cambiar su postura ante las cosas. Dicho de esta forma, no pareciera ser un filme interesante. Sin embargo, lo que importa es cómo se expone la relación entre los personajes. Se percibe desde el comienzo que existe un conocimiento de cómo expresar las emociones. Porque esta película es eso: el retrato de las emociones dentro de un triángulo amoroso, con la infidelidad como motor. No obstante, El tipo que se quebró las uñas… no es monótona y está envuelta en un zigzag de situaciones en las que uno se puede reflejar. Todos hemos sido como cada uno de los protagonistas. Ellos tres representan la forma moderna de enfrentar la vida. La esposa: elitista, solo piensa en su trabajo y no importa lo que suceda en este, para ella lo esencial es escalar profesionalmente. El esposo: abúlico, depresivo, no ve salida a nada y solo sobrevive sin siquiera tener el bálsamo de la amistad. La “amante”: una mujer que vive y disfruta la vida. Su lema es vivir el ahora, hacer locuras, aprender de todo un poco. Tal como pasaba con Don Quijote y Sancho Panza, que unidos formaban un ser humano, los tres protagonistas de El tipo que se quebró las uñas… dan forma al ciudadano moderno, complejo y al mismo tiempo superficial que se debate entre vivir atado al pasado (la depresión. El esposo), al futuro (el éxito, los objetivos. La esposa) o si darle una oportunidad al presente (la vida. La amante).

En conclusión, estas dos películas muestran que hasta ahora el cine chileno está presentando temas frescos, que no solo son interesantes en cuanto a la reflexión que generan, sino que a la vez entretienen. Y eso se agradece.

 

 

Un fotograma del filme nacional «El tipo que se quebró las uñas» (2018), de CLASAB!

 

 

Tráiler 1:

 

 

Tráiler 2:

 

 

Rodrigo Torres Quezada (Santiago, 1984) es egresado del Instituto Nacional “General José Miguel Carrera” y licenciado en historia de la Universidad de Chile. Ha publicado los libros de cuentos Antecesor (2014) y Filosofía Disney (2018) bajo el sello Librosdementira. También ha dado a conocer distintos relatos de su autoría en La Maceta Ediciones (2017) y la novela titulada El sello del pudú (Aguja Literaria, 2016). Lanzó, asimismo, el volumen de ficción Nueva narrativa nueva (Santiago-Ander, 2018), y obtuvo el primer lugar en el concurso V versión Cuéntate algo de Biblioteca Viva (2012). El año 2016, en tanto, se quedó con el primer lugar en el I Concurso Literario del Cementerio Metropolitano.

 

 

Imagen destacada: Un fotograma del largometraje nacional «Perkin» (2018), del director Roberto Farías.