Serie «Merlí»: Entender el enigma de la adolescencia

Televisió de Catalunya emitió esta serie en catalán durante tres temporadas entre los años 2015 y 2018, actualmente la plataforma Netflix la ofrece doblada al español. Creada por Héctor Lozano y dirigida por Eduard Cortés cuenta con un buen reparto en el que destacan Francesc Orella (Merlí), Pau Durà (Toni), Ana M. Barbany (la Calduch), Pere Ponce (Eugeni), David Solans (Bruno), Elisabet Casanovas (Tània), Candela Antón (Berta), Marcos Franz (Gerard) y Carlos Cuevas (Pol). Ambientada en un instituto público de Barcelona, nos relata las vidas de los alumnos de una clase, sus problemas e inquietudes, sus relaciones de amistad y sus amores. Y simultáneamente retrata la existencia de sus familias y profesores.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 14.2.2019

 

Se agradece

La obra nos muestra la realidad de la adolescencia ahora y aquí en nuestras sociedades occidentales. Lo hace ofreciendo algunas luces a este confuso tiempo que les ha tocado vivir, luces que pueden ayudarles-ayudarnos a encontrar soluciones en este mundo con tantos problemas por resolver.

Además, tiene algunas características que a mi entender la hacen especialmente grande en humanidad. Una de ellas es la rica variedad de personajes perfectamente definidos que la protagonizan. Aunque Merlí (el maestro de filosofía que le da título) es el centro de atención, todos los profesores tienen su peso específico en la trama. Esta variedad de protagonismos se da también en los padres de los alumnos y especialmente en los chicos del instituto. Se nos muestran personas distintas como reflejo de las ricas diferencias de una sociedad naturalmente plural, diferencias que a menudo en muchos ambientes no son comprendidas-respetadas-abrazadas; es pues de agradecer el granito de arena que la serie aporta para su aceptación.

Y también se agradece su autenticidad, todos los personajes sean adolescentes o sean adultos resultan veraces. Es fácil ponerse en la piel de cada una o uno de ellos, sentir sus alegrías y sus penas; e identificarse con sus “virtudes” y “defectos”.

Otras características positivas son la cuidada banda sonora que incluye temas de música clásica muy bien seleccionados, un guiño a la necesidad de que la juventud la conozca-aprecie-disfrute. Y el hecho de que la asignatura que imparte Merlí trate sobre las grandes y eternas preguntas del ser humano, preguntas siempre necesarias que ayudan-incitan a despertar a sus jóvenes alumnos y en general a la audiencia de la serie (muchos también jóvenes). Se agradece que la obra empodere la filosofía en un tiempo donde se la pretende eliminar de los planes de estudios por su supuesta inutilidad. En una sociedad en la que dominan las “leyes del mercado” parece que las humanidades y las artes son poco o nada importantes, triste realidad de este loco-absurdo mundo en el que nos ha tocado vivir.

 

El actor Carlos Cuevas (en el rol de Pol) en «Merlí»

 

Padres

«Vuestros hijos no son vuestros, son hijos de la vida».
Khalil Gibran

No es fácil ser padres y mucho menos serlo de un adolescente. Las madres y los padres cargamos con “piedras” heredadas de nuestros progenitores que a menudo nos condicionan, de forma más o menos consciente nos proyectamos en nuestros hijos sin acabar de darnos cuenta de que ellos no son ni tienen que ser como nosotros. A mi entender, la base de la relación de una madre o un padre con la hija o el hijo es el amor. Amar a un hijo es escucharlo-observarlo-conocerlo, respetarlo-ensalzarlo en su diferencia, estar a su lado permitiendo que experimente y aprenda sin juzgarlo, aconsejarlo (especialmente cuando lo solicite)… Y amando así a un hijo se puede educar de verdad. El ambiente que se respira en el hogar es en gran manera la educación que reciben los hijos, un buen ambiente favorece el desarrollo de su individualidad y de su sociabilidad.

En la serie Joan es hijo único y tiene un padre muy estricto que lo controla todo, la madre es la primera sometida a su poder. Él es abogado hijo de abogado y da por hecho que Joan seguirá la tradición familiar (la piedra de la obligación). Merlí ayuda a que Joan se afirme-rebele aunque la fuerza paterna no cede; todo cambia cuando el padre sufre un cáncer, la enfermedad le hace ver las cosas de forma más empática. La enfermedad, “un alto en el camino” que ofrece la oportunidad a quien la sufre de darse cuenta de cosas-aspectos que no se podían-sabían-querían ver, oportunidad que afortunadamente él aprovecha para beneficio de toda la familia.

Iván es un chico muy especial (en clase le llaman “el friki”) lleva meses sin salir de casa, sin ir al instituto. Su madre (soltera) trabaja muchas horas, su “vida” es trabajar y estar pendiente de él. Quiere que vaya al psicólogo pero el chico se niega, así que pide ayuda al director del instituto. Merlí le da clases particulares en casa y consigue que salga a la calle, que vuelva al centro escolar; pero para lograrlo se enfrenta a la madre haciéndole ver que sobreprotege a Iván. Incluso consigue que ella tenga ganas de ponerse guapa y salir del círculo vicioso en el que se encuentra; inicialmente el hijo reacciona mal ante su cambio mostrándose celoso-posesivo pero después ambos se sienten más libres, se ha roto el cordón umbilical que les impedía ser.

Merlí también es padre, su hijo Bruno es uno más de la clase. Vive temporalmente con él en casa de la abuela Calduch, una reconocida actriz. Tanto la mujer como el padre son personas muy independientes, de fuerte carácter, del todo atípicas pero con muy buen fondo. El profesor tiene problemas para relacionarse con Bruno quien es muy crítico con él porque siendo niño le abandonó dejándolo al cuidado de su madre. También lo es por su forma de ser desapegada (que refuerza su sentimiento de abandono) y transgresora (a Bruno le cuesta mostrarse libre). La abuela media entre ellos, gracias a ella Merlí se da cuenta de las sombras de su forma de ser; así reconoce a Bruno su egoísmo: “a veces soy insoportable y no me aguanto ni yo mismo”, le confiesa. El hombre tiene serias dificultades para expresar su amor por alguien y para comprometerse con la persona amada. Pero a pesar de sus carencias logra mostrarle su amor y su relación mejora.

 

Pau Poch (Iván) en una escena de «Merlí»

 

Maestros

«El arte supremo del maestro es despertar el placer de la expresión creativa y el conocimiento».
Albert Einstein

Merlí es un maestro artista. En sus clases consigue la atención de todos, los chicos se involucran de lleno en sus propuestas queriendo saber más acerca de los temas y autores que él explica; incluso al acabar la clase los ecos filosóficos siguen vivos en ellos. El profesor es un hombre muy creativo que provoca y sorprende a sus alumnos, hace clases en la cocina o en el patio, motiva la expresión propia de cada una y cada uno de ellos, promueve el libre pensamiento, el cuestionárselo todo, la necesidad de romper las reglas absurdas que nos limitan, en definitiva el empoderamiento consciente. Un discurso que resuena en todo adolescente. Además él es tutor y conoce bien a sus alumnos (a veces incluso mejor que los padres). Así para los chicos es un profesor muy “guay” aunque hay dos de ellos que inicialmente no lo ven así: su hijo Bruno que se avergüenza de su espontaneidad y la rebelde Berta. Pero ambos cambiarán su opinión, el hijo porque descubrirá aspectos positivos de su padre y la chica porque Merlí hablará con su competitiva madre haciéndole ver que es buena dibujando y aconsejándole que le deje estudiar Bellas Artes (dibuja muy bien cuando está distraída en su clase).

Y Merlí revoluciona con sus métodos y su actitud transgresora a todo el claustro de profesores. Eugeni, el jefe de estudios, es un hombre muy metódico y estricto, los alumnos le llaman “el Hitler”; es la antítesis del profesor de filosofía y se muestra muy crítico con él, constantemente busca que Toni (el director del instituto) lo expediente (reprenda). Toni está a medio camino de ambos, se identifica con Merlí porque entiende su forma de ser (él era bastante así en sus inicios como profesor) pero se sabe responsable como director y Merlí con sus actitudes rompe demasiadas “líneas rojas”.

Dos profesores más son maestros con toda la grandeza de la palabra, maestros que saben y que están cerca de sus alumnos. Uno es Santi quien imparte la asignatura de Castellano-Español y tiene a Bruno como alumno rebelde, el buen hombre muere de infarto y el hijo de Merlí se siente fatal por sus constantes burlas sobre su obesidad. El otro es Millán el profesor que llega al instituto para sustituirlo estando ya al final de su carrera y que tiene un principio de Alzheimer que pretende ocultar; los alumnos, especialmente Berta, lo aprecian por su buen hacer y ser.

La obra muestra que enseñar no es traspasar conocimientos desde la exigencia de la nota para un buen expediente académico. Deja claro que es necesario recuperar la maestría como arte, arte que siempre prioriza motivar a la alumna o el alumno para ayudarle a encontrar su potencial, su expresión propia, su diferencia, su propio arte-oficio (sea la medicina, la pintura, la jardinería…). Merlí encarna el profesor que ayuda a despertar todo esto en el alumno, un referente necesario en una etapa tan crucial como es la adolescencia; algunos hemos tenido la suerte de tener un Merlí en la nuestra, y ese es un grandísimo regalo que permanece.

 

Francesc Orella (Merlí)

 

Adolescentes

«Y amanecer en el tobogán de un parque abrazada a ti, en tu boca, a tu lado. Y que todo lo demás deje de importar en el instante en el que nuestros dedos se entrelazan mientras el frío abraza nuestras espaldas tiritantes, y yo te acaricio y paseo sobre tu piel como si me fuera la vida en ello».
Saudade (Elvira Sastre)

La adolescencia es como una potente primavera que transforma la inocencia del niño en la pulsión del joven pre-adulto. Se vivencia una pulsión de vida, se manifiesta la sana rebelión a las falsedades e injusticias del mundo adulto, mundo adulto que se vivencia fundamentalmente en casa y en menor medida en la escuela. Chicas y chicos que ya no son niños y no aceptan órdenes, especialmente órdenes absurdas e incoherentes. Jóvenes que son muy sensibles a la opinión de los demás, ya sean adultos (padres, profesores…) o de su misma edad (especialmente los compañeros y amigos). El adolescente está empezando a crearse y siente una gran inseguridad que le hace ser-mostrarse muy contradictorio, está en el camino de la búsqueda de su propia identidad (qué quiero, qué oficio-carrera, quién me gusta, qué me atrae, qué soy…). Y en esa pulsión vital y búsqueda, la fogosidad-hambre sexual es clave. Lo “más” es besar y follar con alguien a quien se desea, así las inseguridades y las sombras se manifiestan especialmente en el plano sexual.

Bruno es homosexual pero no se atreve a confesarlo, sólo su amiga Tània lo sabe. Le gusta Pol, un “tío bueno” simpático muy ligón que es el líder de la clase y a quien le van las tías. En una fiesta se besan y toquetean, para Pol es probar algo diferente (él es similar a Merlí, no quiere comprometerse con nadie) pero para Bruno resulta difícil de llevar. Cuando se incorpora Oliver, un alumno nuevo que manifiesta sin tapujos su condición gay, Bruno cogerá fuerzas para decidirse a “salir del armario” y mostrarse-liberarse ante todos.

Berta es una chica muy rebelde, la única (además de Bruno) que es combativa con Merlí. Tiene serios problemas con su madre que valora mucho más a su exitosa hermana que a ella a quien considera poco más que una negada. De alguna manera busca el éxito-reconocimiento a través de su atractivo sexual, es la novia “oficial” de Pol y se muestra como la chica más “sexy” de la clase. Pero, como se ha comentado, todo cambia cuando su madre la reconoce como artista gracias a la mediación de Merlí; y cuando Coralina, la nueva jefa de estudios, la cuestiona con su habitual “mala sombra” haciendo que la joven se plantee por qué se muestra como se muestra.

Marc es un chico con muy buen fondo que tiene que hacer de padre de su hermano pequeño por la ausencia de una madre (el padre los abandonó) que prioriza trabajar de noche para ganar más dinero a estar con sus hijos en el día. El chico lo hace con amor pero debe sacrificar salidas con sus amigos. Finalmente conseguirá que su madre se dé cuenta de su error y cambie su turno. Marc se siente muy unido a Pol a quien admira por su “éxito” con las chicas y como él siempre piensa en tener sexo con ellas (aunque lo practica mucho menos).

Oksana es una chica muy liberal a quien le gusta provocar, cuando llega a clase procedente de otro Instituto compite con Berta por ser la más “sexy”. Su secreto es que es madre, pudo abortar pero decidió serlo, tiene un niño al que ama y cuida. Y esa condición cuando sale a la luz dificulta sus relaciones con los chicos, Gerard el chico con el que está en ese momento se siente incómodo al descubrirlo y la relación se rompe.

Y otros casos que muestran la diversidad de personas, de formas de ser. Como se ha comentado esta es una de las grandezas de esta exitosa serie, mostrar las diferencias. En todos los aspectos de la persona, y en especial en el sexual tan importante siempre (y más para los adolescentes). Vemos chicos gays, tanteos bisexuales en chicas y en chicos e incluso una profesora transexual que causa revuelo en el claustro y en las aulas. Entiendo que es un acierto que en tiempos de tendencias radicales se expongan temas controvertidos con total naturalidad, la serie viene a ejemplarizar la conocida cita de Agustín de Hipona que subscribo de corazón: “Ama y haz lo que quieras”.

 

Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

Adrian Grösser (Marc) en una escena de «Merlí»

 

 

 

 

Tráiler: