«Solo pasaba por ahí», uno de los cuentos de la antología «Santiago en el ojo»

Talentoso narrador local de una imaginaria Selección Sub 30, el ficcionador de esta bella trama todavía prescinde de tener una mayor cuantía y renombre a nivel masivo, simplemente porque nunca ha pertenecido a la cofradía mentirosa de los talleres, de los amiguismos y de los compadrazgos creativos, que tanto gustan al mezquino medio artístico nacional. Nacido en 1989, el autor es profesor de Estado en castellano y magíster en literatura, con ambos grados concedidos por la Universidad de Santiago de Chile. Ha firmado la novela «Morir de amor» (2012), y sus relatos componen las recopilaciones de «Ciudad muda» (2015) y de «Santiago en el ojo» (2017), volumen del cual forma parte la historia que difundimos ahora. En 2016 obtuvo una beca del Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes, gracias a los borradores de «A ti siempre te gustaron las niñas», su restante publicación.

Por Francisco García Mendoza

Publicado el 10.10.2017

 

«Y luego que hubo anochecido,se le entreabrieron los ojos. Oh, un poco, muy poco».
María Luisa Bombal

I

Abro los ojos y despierto en una cama blanca. No sé si despierto, pero abro los ojos, tengo la sensación de estar acostada en una cama blanca.

Las murallas son blancas, las cortinas de un celeste pálido. Hay luz artificial, luz fría, halógena.

Abro los ojos y despierto. La cama. La mano áspera, la sábana. La sábana es áspera. La sábana blanca es áspera y se siente con la mano izquierda que pesa.

Puedo mover los dedos de los pies, la cabeza reposa sobre una almohada que es… La cabeza reposa sobre una almohada que es blanda.

—Es hora de despertar. Voy a abrir las cortinas. Mire qué sol radiante hay afuera. Lindo día, lindo día.

La luz de la mañana que entra, lindo día-lindo día, me hiere. Los ojos duelen. Parpadeo. Parpadeo y tengo conciencia de estar parpadeando. ¿Por qué me siento agotada en esta cama blanca en que reposo? El enfermero se retira no sin antes acariciarme el pelo.

Mi pelo era un racimo enmarañado color ceniza artificial. Después de lavarlo lo secaba un poco con la toalla, solo un poco, para después salir al patio a esperar un poco al sol. Solo un poco más. Y el sol me llegaba directo pero no quemaba, no me ardían los ojos y yo ni siquiera era consciente de mi parpadeo.

El pelo ceniza se me deshace con su caricia. Trato de decirle pero no puedo, me agoto.

Ana María, Ana María. Lee una ficha y anota mis datos. Son mis datos, mi tarjeta de identificación. Soy un cuerpo tendido en una cama blanca, muy blanca. Yo los veo, pero ellos no me ven realmente.

—Le van a lavar el pelo. En un rato viene la auxiliar.

Mi pelo ceniza cano artificial se deshace con el agua. Intento advertirle pero no. Lindo día-lindo día se retira.

Mi pelo ceniza cano.

Mi pelo ceniza cano artificial enmarañado es como un racimo de niebla que va cayendo de mis párpados-cuero cabelludo que se despega de mi cabeza y yo no veo, no soy capaz de ver más allá de lo que viene de lo que va y somos muy pocos datos anotados en una ficha clínica mientras la auxiliar prepara un bol con agua caliente y el champú de manzanilla-manzana-finas hierbas va tejiéndose con mi racimo enmarañado de niebla canosidad artificial artificiosa que se deshace desenreda enmarañado no más el agua va cayendo tibia por el cuello y se pierde, pero ya no siento cuando se pierde porque la cama es también parte de mi cuerpo arrebatado en una ficha clínica y ya no somos más que números en una hoja blanca con líneas por llenar.

 

II

Voy caminando por la…… Mucha gente. Providencia a eso de las tres y media de la tarde. El piso se derrite, las suelas plásticas quedan adheridas en el ¿qué? Eso que se pisa y es como duro, la gente apoya los pies y camina no en la calle. Se opone, transita, deambula, vamos todos y terminan en semáforos. Verde rojo verde rojo. ¡Amarillo, cuidado! Voy caminando por Providencia, son cerca de las tres y media de la tarde y voy aferrada a una carpeta con unos poemas que me va a revisar Carmen Berenguer. Mi bolso cruzado y yo cruzamos Salvador estación de Metro subterránea subterfugio subsuelo subsidio habitacional clase media, media pobre media rica la gente vamos todos en direcciones contrarias y si nos topamos es porque nos estorbamos mucho calor yo sudando la gota que cae por mi patilla lindo día-lindo día y trato de recordar.

Voy caminando por Providencia con mis poemas en una carpeta que es amarilla, verde roja, amarilla y me va a revisar Carmen Berenguer cruzando la calle y un choque feroz atroz muchos muertos eyectados arrojados y varios vehículos que salieron disparados y yo me tiro al suelo me pego refuerte en el hombro creo que me disloqué caí sobre mi brazo mi costado la carpeta amarilla Rhein con los poemas plastificada saltó lejos por si acaso y murmullo de voces: ¿Está muerta? ¿El tipo se arrancó? Era un auto negro gris negro gris gris negro patente terminada en 04 GE o BE pero yo sostengo mis poemas los aprieto fuerte contra mi pecho y me arden los poemas porque los abrazo porque son míos y no me quiero despegar.

No los suelto los poemas.

Los aprieto fuerte contra mí los poemas.

Mi poema.

GEHP·04 Chile.

 

III

Abro los ojos y despierto en una cama blanca bien blanca.

Mi cuerpo es un poemario donde quedó grabada la patente del auto que me atropelló y se dio a la fuga. El conductor iba a tal velocidad que el impacto me arrojó ocho metros sobre la… trato de… pisar… peatón… chicle… peatonal.

—El doctor la ve esta tarde.

—Mañana en la mañana.

—La cirugía es a las 8:30.

—Le van a recomponer la pierna.

—Todavía no se sabe.

—El daño neurológico lo evalúan una vez que la saquen del coma.

—El fiscal pasó en la mañana y se llevó la patente del auto a la que se aferraba.

—¿Familiares?

—Solo un amigo. Su familia vive en Alemania.

Mi familia vive en España. Alemania es un país que no conocemos. Mi amigo dice Alemania por decir algo. Europa-Alemania-Francia-España, a final de cuentas es lo mismo. Jet lag jet lag Coriolis y no saber si hay que dormirse o despertar musiquita de ambiente hospital clínica Las Condes a las 14:00 horas es el horario de visitas tengo un cuello ortopédico y recién ahora me doy cuenta mi pierna no la siento y no la quiero ni mirar pero no la veo en realidad no estoy viendo nada son solo imágenes de cómo me acuerdo que era mi pierna de cómo me acuerdo que era mi pelo ceniza de cómo me acuerdo que era mi cuerpo ahora próximo a reconstruir.

Sobreviví.

No estoy muerta porque sobreviví.

Sobre-viví.

 

IV

Es Juan Pablo quien llega a informarse sobre mis novedades con el enfermero Lindo día-Lindo día. Juan Pablo, quien hace diez años me juraba amor eterno, sempiterno. ¿Cómo dieron con él ¿Cómo dio él conmigo? Es Juan Pablo quien ingresa a la habitación con un mokaccino en la mano y todavía humea. Juan Pablo quien atiende, conversa, calcula, no me mira, responde, asiente y no me mira. Se va, se va con el café aún humeando en su mano derecha izquierda ambidiestra y no me mira.

¿Es acaso mi pelo ceniza el que te espanta?

¿Es acaso mi pierna por reconstruir la que te espanta?

¿Es acaso Lindo día-Lindo día el que te espanta?

¿Es acaso la cama blanca bien blanca la que te espanta?

¿Es acaso el GEHP·04 grabado en mi cuerpo el que te espanta?

¿Son acaso las muletas y los ocho nueve diez once doce trece catorce quince dieciséis meses de carga rehabilitación/ cadenas/ ataduras/ obligación/ pena/ compromiso/ cariño/ deber moral/ culpa/ retribución/ explicación/ lástima lo que te espanta?

 

V

Ana María, el día de tu accidente había quedado con Felipe a eso de las tres y media de la tarde en Plaza Italia y, por su puesto, iba un poco atrasado. Iba a cruzar por Salvador cuando veo al vehículo impactar sobre la vereda, vereda en la que a esa hora había varias personas. Corro más por curioso que por la necesidad de auxiliar a un posible herido e incluso saco mi celular para tratar de grabar algo y compartirlo en las redes y sé que es un poco idiota, pero alcancé a grabar al tipo y al auto que luego se dio a la fuga. Yo solo pasaba por ahí y en mi vida iba a imaginar que te hallaría tirada en el piso con la pierna irreconocible y tú medio inconsciente medio muerta aferrada –irónico— a la patente del auto que te atropelló. Acá en la clínica me contactó el fiscal y le entregué la grabación para iniciar el proceso judicial que va a meter a ese tipo en la cárcel o, como es medio rico, me dijo el fiscal, lo más probable es que no haya cárcel, pero sí una millonaria suma por si alguna vez despiertas, Ana María. Mientras tanto, Ana María, yo y el Estado nos encargaremos de los gastos y de llevar adelante el proceso.

Mañana ingresas a cirugía, Ana María, para la reconstrucción de tu pierna y yo no sé si es el destino o si son meras coincidencias, Ana María, las que me han hecho volver a tu lado. En todo caso, Ana María, le dije al fiscal y a los del hospital que yo solo me quedo hasta que despiertes con la condición de que jamás te digan que he sido yo el que ha venido a encargarse de todo esto. No me preguntes las razones, Ana María, porque ni yo mismo soy capaz de darme alguna explicación satisfactoria.

 

Los cuentos de «Santiago en el ojo» (Editorial Santiago-Ander, 2017)

 

Francisco García Mendoza (Santiago, 1984)

 

Imagen destacada: La actriz Itsaso Arana, en una escena de «La reconquista» (2016), del director español Jonás Trueba