«Star Wars: Episodio VIII – Los últimos Jedi», uno y el Universo

Esta es la hora del Imperio, que, como máquina militar y política, habrá de reemplazar a sus mandos tal como en Roma. Kylo Ren (Adam Driver) aparece como la estrella, aunque como discurso mucho más potente es el general Hux, cuyas ansias de poder apenas contiene. Pero, hasta el momento, y como ocurrió en los dos capítulos anteriores, sólo la esperanza mueve a la resistencia, un conjunto de aristócratas y dones nadie que se contraponen nuevamente.

Por Cristián Garay Vera 

Publicado el 18.12.2017

Es imposible soslayar Rebelde uno, la anterior parte de la nueva saga de «La guerra de las galaxias». En ella, dos desadaptados lograban en una misión suicida desarticular el planeta-centro de control del Imperio. Los dejábamos en una especie de playa de Joaquín Lavín, esperando el avance de la explosión. Los buenos dejaban sus vidas para la salvación de la chispa de la rebelión que debería algún día tumbar al Imperio. La música de John Williams era el marco competente de esta tragedia y lo sigue siendo como marca registrada de la saga.

También, había un momento sublime cuando el jefe de las tropas, el general Hux (Domnhall Gleeson) daba un discurso contra la República lleno de épica, que horadaba nuestra fe en la República. Era el Imperio como salvación, la Dictadura como provisión del orden superaba la heterogeneidad de los que luchaban contra el nuevo orden. Una cuidada estética rememoraba al fascismo cuando se lanzaba el rayo de la muerte exterminador contra un planeta disidente.

Tan potente final merecía respeto a sus dos protagonistas Finn (John Boyega) y Rey (Deysi Ridley), pero se terminaba entregando una espada laser, en un planeta perdido, en una isla perdida, al último Jedi, Luke. Pero bueno, las cosas no son tan buenas, porque descubriremos que los héroes, Finn y Rey se salvan (nadie dice cómo) y siguen en su misión. Nuestro último Jedi, Luke Skywalker (Mark Hamill), en una actuación muy buena, nos convence que no quiere seguir en la lucha, mientras la joven Rey se empodera de su destino. Aquí, donde la sangre –que se sigue en la genealogía- ha sido decisiva antes, muestra a Rey como alguien sin pasado, sin ancestro ni sangre, cuyo porvenir es el futuro y donde confluyen el destino del universo y el propio. Su lucha por la galaxia es paralela al combate por saber quién es, qué hace allí.

De todas maneras, la lucha de una minoría cada vez más menguante contra el Imperio, se torna una huída sin cesar por la sobrevivencia. Son las vueltas de tuercas las que permiten que esta versión se redima con dos momentos estelares y que son los mejor de este capítulo. Momentos en los cuales prima, como en la buena épica desde las Termópilas hasta el 21 de Mayo, el sacrificio de algunos para que la lucha pueda continuar.

La pregunta, a estas alturas, es por qué la lucha debe continuar. Ya lo dice la princesa y general Leia (Carrie Fischer), cuando envía su mensaje de auxilio y los aliados de la República no responden. La explicación es porque la fuerza debe equilibrar el bien y el mal en la naturaleza, y aquella está dominada por el lado oscuro. No es que los del lado luminoso no sean letales, sino que las armas están en desequilibrio, y vemos un planeta de traficantes de arsenales que han hecho pingües negocios vendiendo al Imperio y también a la República, como parte de la explicación. Para que el Universo se equilibre necesita la lucha de los buenos contra toda razón o cálculo.

Esta es la hora del Imperio, que, como máquina militar y política, habrá de reemplazar a sus mandos tal como en Roma. Kylo Ren (Adam Driver) aparece como la estrella, aunque como discurso mucho más potente es el general Hux, cuyas ansias de poder apenas contiene. Pero, hasta el momento, y como ocurrió en los dos capítulos anteriores, sólo la esperanza mueve a la resistencia, un conjunto de aristócratas y dones nadie que se contraponen nuevamente.

 

Star Wars. Los últimos Jedi. Guión y dirección: Rian Johnson. Elenco: Andy Serkis, Mark Hallis, Carrie Fischer, John Boyega, Adam Driver, Oscar Isaac, Domnhall Gleeson. Música: John Williams. Estados Unidos, 2017. Duración: 2 horas, 33 minutos.

 

En «Star Wars: Episodio VIII – Los últimos Jedi», se muestra a Rey (la actriz Daisy Ridley) como alguien sin pasado, sin ancestro ni sangre, cuyo porvenir es el futuro y donde confluyen el destino del universo y el propio. Su lucha por la galaxia es paralela al combate por saber quién es, qué hace allí

 

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