«Tampopo»: El filme japonés sensación en Occidente durante los años 80

Este título supuso la consagración del realizador nipón Jûzô Itami en el prestigioso Festival de Toronto, versión de 1986. Y cerca de diez años después (1997) su director —cuñado del Nobel de Literatura Kenzaburō Ōe— moriría en extrañas circunstancias, en una situación que se adjudica a la acción de la Yakuza (la mafia oriental) en represalia por la constante representación que hacía de esta organización el autor, en la trama argumental de sus obras audiovisuales.

Por Gabriel Anich Sfeir

Publicado el 27.9.2020

El acto de comer es común a todos los seres humanos y a todos los pueblos de la Tierra. Sentarse a la mesa no sirve solamente para la ingesta de nutrientes necesarios para la vida, sino que es una instancia de socialización para las personas. Nos juntamos a comer con nuestras familias, amigos o compañeros para compartir alimentos y también historias, experiencias, ideas; en suma, nuestro diario vivir.

En el cine la comida ha sido el tema central de no pocas películas. Una de ellas es Tampopo (Tanpopo), del cineasta nipón Juzo Itami (nombre artístico de Yoshihiro Ikeuchi, 1933-1997), estrenada en Japón en noviembre de 1985. Su primera proyección en Occidente fue en el Festival de Toronto en septiembre de 1986, convirtiéndose en uno de los filmes japoneses más reconocidos a nivel mundial.

Itami nació en Kioto, siendo hijo del director de cine Mansaku Itami, famoso por sus sátiras de samuráis. Realizó sus estudios secundarios en Matsuyama, donde fue compañero de clases del célebre novelista Kenzaburō Ōe, Premio Nobel de Literatura en 1994, quien se casó con una de las hermanas de Yoshihiro. El joven Itami no era un buen alumno académicamente y reprobó los exámenes de admisión a la Escuela de Ingeniería en Osaka, por lo que migró a Tokio a estudiar actuación.

Pronto Itami logró ascender en su carrera de actor en cine y presentador de televisión en la década de 1960. Fue aquí cuando contrajo matrimonio en segundas nupcias con la también actriz Nobuko Miyamoto, protagonista de varios de sus filmes como director. El salto a este rol lo hizo en la década de 1980, dirigiendo comedias que satirizaban la vida diaria de los japoneses, así como a la Yakuza, llegando incluso a ser atacado por miembros de esta organización criminal después del estreno de El arte de la extorsión (Minbō no Onna, 1992).

La vida de este cineasta de éxito fue tronchada en 1997 cuando supuestamente cometió suicidio saltando desde el techo del edificio donde se ubicaban sus oficinas. Pese a la aparición de una nota que aseguraba que él había tomado la decisión de autoeliminarse por una infidelidad, la familia de Itami nunca creyó esta versión y se ha sugerido que en realidad fue asesinado por la misma Yakuza que él atacó en su obra. Es más, su cuñado Ōe publicó en 2000 la novela Renacimiento, sobre un director de cine muerto en extrañas circunstancias.

Tampopo (diente de león, en japonés) cuenta la historia de la mujer del mismo nombre (Miyamoto), una joven viuda con un hijo a cuestas que tiene un restaurante en Tokio cuya especialidad es el ramen, pero es de muy mala calidad. Una noche llegan a su puerta el rudo camionero Goro (Tsutomo Yamazaki) y su ayudante Gun (Ken Watanabe), quienes se ofrecen a ayudarla a levantar su negocio y hacer de ella la mejor chef de la típica sopa de tallarines japonesa. Para ello conocerán los secretos, fortalezas y debilidades de los maestros de la cocina, así como se les sumarán excéntricos personajes en esta ambiciosa empresa.

Pero aparte de este relato principal, Tampopo nos muestra una serie de viñetas conexas sobre la relación de las personas con la vida: un impecable gánster yakuza (Koji Yakusho) y su amante aprovechan la hora de comer para meterse en ardientes escenas de sexo. Un grupo de señoritas trata de comer pastas sin hacer ruidos, fracasando en el intento cuando ven a un occidental comer con malos modales.

Un almuerzo de negocios en su elevado restaurante francés se vuelve un desastre cuando los ejecutivos piden pescado y cerveza mientras un joven subordinado expone sus finos conocimientos sobre la gastronomía gala. Una mujer moribunda no quiere pasar a mejor vida sin antes preparar la cena de su familia. Estas y otras historias sobre el acto de comer nos recuerdan a Luis Buñuel y sus fallidos comensales de El discreto encanto de la burguesía (Le charme discret de la bourgeoisie, 1972).

El filme de Itami sigue la estructura del western clásico americano, claramente influenciada por El desconocido (Shane, 1953) de George Stevens. Incluso, fuera de Japón fue promocionada como un noodle western, tal como los spaghetti westerns italianos.

Goro es el vaquero solitario, que a bordo de un camión (caballo de acero) llega donde la indefensa Tampopo de sus forajidos clientes. Él hará de ella, una cocinera mediocre, en una artista de la gastronomía. Una esforzada mujer deberá defenderse con las armas de la cocina para hallar un lugar en la machista sociedad nipona: demostrar que puede hacer el ramen perfecto.

La sociedad japonesa experimentó profundas transformaciones desde la derrota en la Segunda Guerra Mundial, desarmado el Ejército Imperial expansionista. La occidentalización afecta las formas de ser y las relaciones interpersonales. Itami aprovecha de retratar este conflicto intergeneracional en una viñeta donde un joven “occidentalizado” trata de aprender de un anciano la forma correcta de comer ramen, realizando todo un ritual antes de echarse los fideos y el cerdo a la boca.

En un notable ejercicio de breaking the fourth wall, Itami da inicio a Tampopo en un cine, donde entran el mafioso de blanco (los yakuza normalmente visten trajes oscuros) con su amante acompañados de un séquito de secuaces que les sirven champaña y fiambres en su asiento de primera fila. El gánster se dirige a la audiencia para advertirnos de no hacer ruido mientras comemos al ver la película, para luego amenazar de muerte a un espectador que come papas fritas ruidosamente. Itami nos presenta su obra como una sátira sobre las convenciones sociales de la comida y cómo han cambiado dichas costumbres en el devenir de la sociedad nipona de postguerra.

La odisea de Goro, Tampopo y sus amigos, así como las viñetas que acompañan al plato principal, están bien presentadas por Itami en los ambientes del Tokio de los años 80, el final de la era Shōwa: carreteras, estaciones de tren, puestos de comida callejera, modernos edificios de oficinas.

La mayor parte de la banda sonora corresponde a piezas de las sinfonías Nº1 y Nº5 de Gustav Mahler (especialmente en las escenas eróticas del mafioso) y Les Préludes de Franz Liszt (en las aventuras de nuestros maestros de la cocina).

Como anécdota culinaria, Tampopo contribuyó a la popularidad del ramen fuera de Japón. Usted a lo mejor querrá servirse un plato de esta sopa después de ver esta cálida y sabrosa película. ¡Buen provecho!

 

*Reseña autorizada para ser publicada exclusivamente en Diario Cine y Literatura.

 

Tampopo obtuvo los premios de la Academia Japonesa de 1986 a Mejor Edición y Mejor Sonido. En Estados Unidos fue reconocida como una de las mejores películas extranjeras estrenadas en 1986 por la National Board of Review. Disponible en Qubit TV.

 

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Gabriel Anich Sfeir (Rancagua, 1995) es egresado de Derecho de la Universidad de Chile y ayudante en las cátedras de Derecho Internacional Público y Derecho Comunitario en la misma Casa de Estudios. Sus principales aficiones son la literatura policial y el cine de autor.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Gabriel Anich Sfeir

 

 

Imagen destacada: Tampopo (1985).