Poeta Rosabetty Muñoz: «En Chile numerosas mujeres que han escrito una obra de valor, han sido ignoradas»

A pocos días de que se cumpla el plazo (lunes 10 de agosto) para inscribir oficialmente las candidaturas de donde saldrá el nombre del próximo Premio Nacional de Literatura 2020, la artista sureña y chilota, una de las favoritas para adjudicárselo, dialogó con este medio acerca de sus creaciones, de su condición de provinciana, del período histórico que vive el país desde el 18 de octubre del año pasado, y por supuesto, de su relación de amor y de odio frente al esquivo galardón.

Por Enrique Morales Lastra

Publicado el 7.8.2020

«Podemos soñar», dice esperanzada —y contra todo lo que se pudiera pensar en medio de tantas crisis que vivimos—, la profesora de castellano Rosabetty Muñoz Serón (Ancud, 1960), en relación a los hechos que sacuden a la República, a raíz del denominado estallido social: pues le quita el pensamiento la nación que surja y nazca de ese nuevo Pacto Social, en el cual los chilenos nos encontramos en ejercicio de debate y del disenso, con el fin de imaginar nuestro futuro en común.

Conocedora de primera fuente de la realidad rural y social de gran parte de la sociedad civil, la destacada poeta, que cuenta con el apoyo de la Universidad de Los Lagos en la carrera por el Premio Nacional de Literatura que se dirimirá en los próximos días —instancia en la cual comparte el favoritismo junto a las figuras de Hernán Miranda Casanova y de Carmen Berenguer—, acusa la desidia del Gobierno de Chile frente a la importancia de la actividad cultural, ya sea a través de una política pública (relegada, a su juicio) que resguarde el patrimonio alcanzado en conjunto por la comunidad local a lo largo de su historia, como en el estímulo hacia el hallazgo de nuevas rutas creativas para sus artistas: «Veo al Estado como un enorme animal avanzando lento, retrocediendo, con sus múltiples patas actuando sin coordinación», reflexiona.

Y en días cuando el país se plantea la posibilidad del desconfinamiento, luego de meses de cuarentena a causa de la pandemia mundial provocada por el coronavirus, la artista chilota (por la isla donde reside y trabaja) hace notar el valor del sector cultural en la dinámica de la crisis sanitaria y social que azota a la civilización occidental: «Para los que hemos podido quedarnos en las casas, se ha vuelto tan evidente la compañía y reserva de sentido que contienen estos bienes, que los trabajadores de la cultura deberían tener un apoyo que hoy es vital», para su sobrevivencia, plantea.

De las coordenadas estéticas de su apreciada blibliografía, de su pertenencia al género femenino que ha sido ninguneado, históricamente, en la entrega del máximo galardón de las letras nacionales, y de su conciencia de que el ámbito de la cultura cumple un rol fundacional en la gestación de la idea de país que se construirá para las próximas décadas, conversó la poeta Rosabetty Muñoz con el Diario Cine y Literatura:

 

«La aspiración de mi trabajo es ser leída en la amplia mesa de la literatura»

—¿Cuál es tu postura cultural como una mujer poeta frente al Premio Nacional de Literatura entregado por el Estado de Chile, en cuanto galardón institucional?

—Lo primero es recalcar que ni el Premio Nacional ni otros afectan mi condición de poeta ni mi escritura. Sin embargo, soy también una ciudadana con opinión política y profesora que ha trabajado en el sistema educacional chileno desde 1984, y desde ese lugar, creo en la educación pública y en la responsabilidad del estado de velar por el desarrollo de la cultura, cuestión fundamental para comprendernos y recrear permanentemente nuestro mundo.

Los reconocimientos institucionales, como el Premio Nacional, extienden una luz cenital sobre una obra/ escritura y permiten su difusión en el territorio nacional, derramándola especialmente en el aparato educacional. Para nuestros territorios alejados de las grandes urbes y de los circuitos de difusión centrales, nos queda esta vía de diálogo con la gran literatura chilena.

Con respecto a la sucesión de nombres masculinos en el otorgamiento del Premio Nacional, pienso que se trata de un dato importante y nos empuja a  reflexionar en este mismo plano: el político e ideológico. Hay en Chile numerosas mujeres que han escrito una obra de valor y han sido ignoradas, es un dato sólido y atendible. Hay que conversar y cuestionar la situación porque la mirada última debería ser siempre hacia la obra de la autora y el autor.

 

—¿Rescatas su valor simbólico e histórico (del Premio Naciona), antes que el hecho puntual de que su entrega, que en esta oportunidad, es un acto administrativo que le corresponde a un gobierno cuestionado en un tema tan sensible para nuestro pasado reciente, como es el tópico de los Derechos Humanos?

—En lo personal, pienso en el papel del Estado y su obligación de respaldar, incentivar, desarrollar la cultura más allá de los gobiernos de turno; eso incluye, por ejemplo, las políticas públicas y el presupuesto nacional para el Ministerio de las Culturas que es el resultado de una larga lucha del mundo artístico.

Es un permanente desafío la defensa de cada logro en este sentido y otro desafío más fuerte, el mejorar lo que existe en este ámbito, especialmente en cuanto a democratizar las prácticas, ocupar los espacios públicos, dialogar con la escena regional, barrial, comunitaria. Se lo debemos a tantos que han luchado, pensado, trabajado por la cultura antes de nosotros.

 

—Se ha dicho que tu poesía construye un imaginario lírico en torno a la vida de la provincia, específicamente en relación a ese confín de mundo que es la isla de Chiloé. ¿Compartes esa apreciación?, y si es así, ¿ese es el gran tema estético de tu arte literario?

“A dónde voy llevo mi paisaje”, decía Pedro Lemebel en una entrevista. Escribo desde el territorio en que nací, me formé y luego elegí; mi poesía está comprometida profundamente con las preguntas y visiones desde este mundo de provincia, sureño, alejado de las grandes urbes y todo eso, por supuesto, le da características particulares.

Sin embargo, la aspiración de mi trabajo literario es ser leída en la amplia mesa de la literatura sin apellidos. Pienso que la honestidad con que enfrento la escritura es un elemento que me permite calar hondo en este mundo complejo, quisiera que esta palabra poética sea capaz de mostrar la humanidad de quienes viven aquí, que viene siendo la misma de cualquier lugar del mundo.

 

En ese sentido, ciertas voces críticas han planteado que tu poesía postula la creación de un discurso artístico acerca de lo sagrado, en un concepto íntimamente ligado a la condición chilota de Finis Terrae del mundo, ese creer que más allá del mar no vive ni respira nadie más, que tuvo la región que habitas, hasta bien entrado el siglo XIX. Ante eso, ¿cómo recoges la tradición versicular chilena respectiva, en la formulación de tu producción bibliográfica?

No sé si entiendo tu pregunta. Así como decía que mi visión de mundo contiene numerosos elementos que conforman la cultura propia de Chiloé, así también pongo atención a lo trascendente en tanto deseo que se refleja en muchos ritos comunitarios.

La palabra que habito está muy ligada al habla de los mayores, de las mujeres viejas especialmente y en ellas, hay un uso de la metáfora con entera naturalidad, también del lenguaje de lo religioso que aprendieron de las ceremonias a las que asisten desde niñas. Los versos míos se parecen al fraseo corto, con pausas, propias del habla oída desde mi niñez.

 

Un Gobierno sin interés por la cultura

—¿Qué juicio te merecen las políticas culturales desplegadas por el actual Gobierno de Chile, a cargo de la conducción política y administrativa del Presidente Sebastián Piñera?

—Es evidente que para esta administración, la cultura no juega un papel, no tiene interés en su desarrollo. Viven en riesgo los avances (aunque sean menores) conseguidos en décadas de reflexión. Veo al Estado como un enorme animal avanzando lento, retrocediendo, con sus múltiples patas actuando sin coordinación; en este momento de urgentes necesidades, se necesita valorar el trabajo de los artistas y tomar decisiones que permitan la sobrevivencia de todos los que se dedican a este eje fundacional del alma de la nación.

Para los que hemos podido quedarnos en las casas, se ha vuelto tan evidente la compañía y reserva de sentido que contienen los bienes culturales. Los trabajadores de la cultura deberían tener un apoyo que hoy es vital.

 

Si ganas el Premio Nacional de Literatura correspondiente a este versión 2020, ¿a quién o a quiénes se lo dedicarías?

Trae mala suerte hacer ese tipo de juegos.

 

—Como profesora de castellano y autora de una generación de escritoras que abren la tradición literaria de Chile en este siglo XXI, ¿qué significados históricos, tienen para ti, los acontecimientos que sacuden a la República desde el 18 de octubre de 2019, crisis pandémica incluida?

Estaba media alicaída en los tiempos anteriores a octubre de 2019. Veía tan disperso el afán crítico, estaba apesadumbrada por el avance como lava ardiente del consumismo, la ambición y el individualismo. Y viene esta explosión con tanta gente en las calles diciendo al unísono que ya no queríamos más este Chile desigual, cruel, injusto. Se desplazaron las capas tectónicas y empezó a ocupar un lugar el descontento profundo. Luego, el coronavirus vino a agudizar la crisis dejándonos un tiempo largo en “detención” como para dar la oportunidad de reordenar nuestros valores y principios.

Estoy esperanzada, a pesar de la ferocidad que está instalada en el tema de la sobrevivencia; tendremos la oportunidad de diseñar un nuevo Pacto Social, volver a hablar de ideas como comunidad, bien común. Los artistas estamos trabajando en el relato de estos días con la esperanza de encontrarle sentido. En medio de las oscuridades y terrores aparecen las posibilidades. Podemos soñar.

 

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Misión circular, de Rosabetty Muñoz: Ninguna obra es una isla.

 

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«Misión circular», de Rosabetty Muñoz (Lumen, 2020)

 

 

La poeta Rosabetty Muñoz Serón

 

 

Crédito de la imagen destacada: Narvaez.