El trabajo creativo del Premio Nobel de Literatura 2023, el autor noruego Jon Fosse, lejos de hacerle el quite a los grandes temas (la muerte, Dios, nuestras dudas, nuestra deriva en este mundo entrópico y cómo calza nuestra experiencia interior con la exterior), los enfrenta como un viajero a la intemperie, pero con una simpleza, con una prosodia hipnótica, que nos convoca a todos.
Por Alfonso Matus Santa Cruz
Publicado el 8.2.2024
Un hombre se interna en un bosque con su camioneta. Un hombre continúa andando sin un rumbo prefijado, yendo hacia algún lugar desconocido, entrando a una zona liminal en que realidad, sueño y muerte convergen.
Es el bosque, es la nieve, la blancura que todo lo iguala y la noche que cae. Oscuridad y presencias. Una vaga y magnética luminosidad, un desfile de figuras arquetípicas narradas desde la llaneza más peculiar, en una especie de trance magnífico que nos arrulla y nos invita a caminar sendas donde nuestras huellas se dispersan y se unen con las de todos los demás.
Y todo esto en una novelita brevísima, casi un cuento largo, es lo que logra el escritor noruego Jon Fosse (1959) en su obra Blancura. Si en algo podemos dar las gracias a los premios Nobel u otros grandes galardones es que, a veces, generan una avalancha de traducciones y publicaciones de algún autor o narradora, como fue hace unos años con la portentosa narrativa de Olga Tockarczuk, que trabaja una lengua en los extramuros de la cultura y las arterias del mercado editorial.
Ese es el caso que está ocurriendo con Fosse, cuya prosa es un animal de una especie inclasificable, uno de esos mamíferos que migran por el polo Ártico confundidos con la nieve, dejando verse rara vez, pero generando un magnetismo y una belleza inolvidable para quienes la experimentan.
Como un viajero a la intemperie
Mientras uno más lee y añora esa sensación de descubrir algo nuevo, no en el sentido de la novedad, sino de la diferencia, de la peculiaridad que puede generar una voz literaria que trabaja con la tradición, pero la bifurca hacia una zona inexplorada o hace tiempo no iluminada por la narrativa.
En esa línea el trabajo de Fosse es señero ya que no le hace el quite a los grandes temas (la muerte, Dios, nuestras dudas, nuestra deriva en este mundo entrópico y cómo calza nuestra experiencia interior con la exterior), sino que los enfrenta como un viajero a la intemperie, pero con una simpleza, con una prosodia hipnótica, que nos convoca a todos.
No hay mucho más que decir, sobran las comparaciones con Beckett o Ibsen, el estilo y la obra del noruego tiene la marca de lo inaudito y de lo trascendental. Es prosa para aquellos con sed, con curiosidad por internarse en el interregno del misterio y no volver la cabeza atrás.
Como el protagonista de Blancura, que se baja de su camioneta en el frío de la noche y comienza a caminar entre los árboles, a entrar en un delirio o un sueño, a descubrir algo que no sabía que necesitaba, pero está allí, en las fronteras de la percepción, ahí donde la fe, el misterio y la muerte se encuentran y todo es blanco en blanco, nieve sobre la nieve y el padre y la madre y una figura alba y radiante.
Así hay que leerlo, con apertura hacia lo desconocido y al goce del descubrimiento.
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Alfonso Matus Santa Cruz (1995) es un poeta y escritor autodidacta, que después de egresar de la Scuola Italiana Vittorio Montiglio de Santiago incursionó en las carreras de sociología y de filosofía en la Universidad de Chile, para luego viajar por el cono sur desempeñando diversos oficios, entre los cuales destacan el de garzón, el de barista y el de brigadista forestal.
Actualmente reside en la ciudad Puerto Varas, y acaba de publicar su primer poemario, titulado Tallar silencios (Notebook Poiesis, 2021). Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: Jon Fosse.