«Antígona»: Rebelde, mapuche y revolucionaria

La obra de teatro clásico escrita por Sófocles hace 2.460 años, es representada con el texto original y canciones relacionadas a la defensa del Wallmapu y el contexto de agitación social vive por estos días el país, y su puesta en escena forma parte del ciclo “Teatro por la Dignidad” que se desarrolla durante el mes de diciembre en la sala Sidarte.

Por Jessenia Chamorro Salas

Publicado el 12.12.2019

Antígona volvió a las tablas chilenas por única vez este 11 de diciembre, en el marco del ciclo “Teatro por la Dignidad”, en la Azotea Sidarte ubicada en pleno Barrio Bellavista. Una pieza dramática indispensable debido a la fuerza y actualidad de su dramaturgia, capaz de tematizar problemáticas socioculturales del acontecer nacional.

Este clásico del teatro griego, escrito por Sófocles fue representado por primera vez en el año 441 a. C., es decir, hace 2460 años atrás, durante el apogeo de las tragedias en la antigua Grecia. En Antígona se enfrentan dos nociones del deber, por un lado, el familiar, basado en el respeto a las normas religiosas y lazos filiales, valores que encarna Antígona; por otro, el deber cívico, es decir, el cumplimiento de las leyes que rigen el Estado, lo cual es defendido por Creonte. Junto a ello, se establece además una oposición entre el modo en que las dos hermanas enfrentan el conflicto al que son expuestas, pues mientras Ismene tiene una actitud recatada, temerosa y pasiva; Antígona posee una férrea convicción que la hace agente de su trágico destino.

Antígona, en defensa de las leyes religiosas y familiares, decide enterrar a su hermano Polinices (muerto en el enfrentamiento con su hermano, también fallecido, Eteocles), desafiando el poder político de Creonte, el rey y su tío, quien la condena a muerte. El desenlace trágico no solo recae en la joven, quien se suicida, sino también en Creonte, ya que por la muerte de su sobrina (hija de Edipo y de Yocasta, su hermana) pierde también a su hijo Hemón, novio de aquella, y a su esposa. Demás está decir que esta pieza única del teatro occidental ha sido representada infinidad de ocasiones a lo largo de los siglos, con distintos focos y perspectivas según los múltiples contextos, épocas y lugares en donde ha sido llevada a escena, actualizando sus sentidos a la vez que revitalizándola, gracias a su fuerza dramática, la cual le otorga una absoluta vigencia.

A modo de ejemplo sobre versiones de Antígona desde el siglo XX se halla, por un lado, la versión que en 1942 el francés Jean Anouilh reescribió, otorgándole a los personajes una serie de matices que la vinculan al contexto de la ocupación alemana en Francia, durante la Primera Guerra Mundial. Por otro, Antígona Vélez (1951) de Leopoldo Marechal, el que sitúa a la joven en medio del conflicto peronista trasandino. Posteriormente, también en Argentina, en 1986 Griselda Gambaro llevó a las tablas su obra Antígona furiosa para denunciar las violaciones de los derechos humanos de la Dictadura. Por último, el emblemático escritor peruano José Watanabe escenificó una versión libre de Antígona en el año 2000, junto al reconocido grupo Yuyachkani, a propósito de las fosas comunes en donde las madres buscaban los huesos de sus hijos, en el contexto peruano. Cabe considerar, además, que este clásico no solo ha inspirado reescrituras y adaptaciones teatrales, sino también, reflexiones teórico-críticas sobre el rol de la mujer en la sociedad, lo cual se refleja en el texto de la intelectual Judith Butler, El grito de Antígona (2001).

La versión de Antígona representada en esta ocasión por la Compañía “Colectivo Acontecidxs”, en el marco del trabajo final de los estudiantes de teatro de AIEP, y dirigidos por el profesor Tomás Espinosa (Compañía Geografía Teatral), contiene una vigencia única que la vincula con el contexto de crisis social que vivimos, y que la relaciona también con nuestra idiosincrasia y nuestras raíces, visibilizando problemáticas concernientes al abuso de poder, la política ciega –sorda– y muda que nos rige, y sobre todo, los problemas que ha habido con el pueblo mapuche, el cual ha sido durante siglos violentado por los dispositivos de poder del Estado. De este modo, aunque fue escrita hace 2.460 años, la obra es puesta en escena con el texto original y la incorporación de una serie de canciones y textos nuevos relacionados con la defensa del Wallmapu y el estallido social que vivimos desde el mes de octubre recién pasado.

Esta versión de Antígona pone el foco en la confrontación del poder versus la dignidad; el primero encarnado en Creonte, quien no solo es un rey, sino también Presidente y Carabinero – cualquier asociación con el contexto chileno (no) es mera coincidencia – y la segunda, en Antígona como representante del cuerpo femenino, el cuerpo mapuche y el cuerpo social, los cuales han sido subyugados y violentados por un poder normativo patriarcal y hegemónico.

Además, la obra hace hincapié en la situación de la mujer en la sociedad y la problemática de los roles de género, pues la altivez y rebeldía que caracterizan a Antígona, la convierten en un modelo anti-femenino para la sociedad, no es para Creonte una mujer digna de desposarse con su hijo. A su vez, Ismene y la madre de Hemón, encarnan a figuras femeninas sometidas por el poder tirano, sin voz propia, resignadas al rol que les ha sido impuesto.

Un coro de mujeres encapuchadas, un coro de ancianos simpatizantes de la visión de Creonte, una machi –quizá en el rol del adivino–, una reportera/mensajera, carabineras, y un pueblo completo componen, junto a los personajes principales, el cuadro de esta versión de Antígona traída a suelo chileno y resignificada a partir de temas y problemáticas propios del contexto nacional, aunque no exclusivos, ya que son temas que pueden proyectarse al resto de Latinoamérica, pues abordan la situación de los pueblos indígenas, de la mujer, y de las revoluciones sociales, relevantes en esta parte del mundo.

La puesta en escena, aunque se trata de un montaje de carácter universitario, contiene enormes aciertos, como la incorporación de elementos que han permitido la actualización. Junto a un despliegue actoral logrado, no obstante, el exceso de actores que encarnan una y otra vez a los mismos personajes (4 mujeres para Antígona, 4 hombres para Creonte), resulta excesivo, innecesario y confuso en términos dramáticos – aunque se comprende técnicamente, pues se trata de un trabajo de fin de curso –. Además, otro punto a favor del diseño escénico son las pancartas, carteles y canciones que, de modo Brechtiano, subrayan tanto el distanciamiento como el carácter político de la escenificación. Punto aparte merece el espacio otorgado al público, el cual no depende de la pieza en cuestión, y sobre el cual solo me queda sugerir mejorar las galerías en donde se quedan los espectadores, con el fin de brindar una experiencia enteramente satisfactoria.

 

Jessenia Chamorro Salas es licenciada en lengua y literatura hispánica de la Universidad de Chile, profesora de lenguaje y comunicación de la Pontificia Universidad Católica de Chile, magíster en literatura latinoamericana de la Universidad de Santiago de Chile, y doctora (c) en literatura de la Universidad de Chile. Igualmente es redactora estable del Diario Cine y Literatura.

 

«Antígona. Esta obra fue escrita hace 2460 años», del Colectivo Acontecidxs

 

 

Ficha artística:

Nombre de la obra: Antígona. Esta obra fue escrita hace 2460 años.

Compañía: Colectivo Acontecidxs.

Dirección/Profesor: Tomás Espinosa.

Asistente de dirección: Javiera Díaz.

Elenco: Daniela Clavijo, Marcela Schuler, Vicente Aguilera, Francisca Castillo, Fernanda Hernández, Jairo foubert, José Acuña, Claudia Huinca, Martín Olate, Ginnia Céspedes, Valeria Correa, Roberto Catalán, Oniel Henríquez, Francisca Ruiseñor, Francisca Contreras, María José Donoso, María Ignacia Sánchez, Selena Sepúlveda y Arantza Astudillo.

Duración: 60 minutos (1 hora).

Edad recomendad: +10 años.

Función única: Miércoles 11 de diciembre de 2019.

Hora: 17:00 horas.

Lugar: Azotea Sidarte (Calle Ernesto Pinto Lagarrigue Nº 131, Barrio Bellavista, Recoleta).

Entrada liberada por orden de llegada.

 

 

Crédito de la imagen destacada: Colectivo Acontecidxs.