«Bailarinas», de Yasunari Kawabata: La amplitud del silencio

En esta fundamental novela del Premio Nobel japonés (publicada originalmente en 1955 y reeditada ahora en castellano por Emecé Editores de Planeta) tenemos un lienzo de relaciones que van desde el secretismo hasta la contaminación. Así, Las emociones que se cruzan por el argumento de la obra dan cuenta de la imposibilidad de diálogo y de la armonía en las relaciones –de pareja, familiares, furtivas–, en un contexto que carga con la erosión de la debacle histórica (la cruenta derrota nipona en la Segunda Guerra Mundial).

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 1.6.2019

Yasunari Kawabata (1899-1972) renace gracias a su recién reeditada novela Bailarinas. El primer premio Nobel japonés obtuvo el galardón el año 1968: “por su maestría narrativa que, con gran sensibilidad, expresa la esencia de la mente japonesa”. A 120 años de su nacimiento, vemos cómo su legado sigue permeando, hasta hoy, a múltiples generaciones de escritores.

Por más diversas que sean sus propuestas, todas mantienen el indeleble sello de la elegancia, una verdadera pericia en torno a la sugerencia y la economía del lenguaje. Rasgos que ya son idiosincrásicos, como el refinamiento al describir las percepciones sensoriales, y la mirada que, como un microscopio, observa en detalle la exaltación de cada célula emocional, han hecho de la literatura japonesa una referencia clave para hablar de los sentidos, en sus niveles más sutiles, a la vez que sanguinarios—desde Junichiro Tanizaki hasta Yoko Ogawa.

En Bailarinas (publicada originalmente en 1955 y reeditada en castellano Emecé Editores de Planeta) tenemos un lienzo de relaciones que van desde el secretismo hasta la contaminación. Las emociones que se cruzan por la novela dan cuenta de la imposibilidad de diálogo y de la armonía en las relaciones –de pareja, familiares, furtivas–, en un contexto que carga la erosión de la debacle histórica.

Madre e hijas, bailarinas con la consecuente diferencia generacional, que actúa como correlato de los cambios en el país; padre amargo y resentido, extremadamente cruel (en un diálogo espeluznante, casi al final de la novela); un amante acobardado: esos son los ejes que se cruzan para activar la trama de Bailarinas.

Como trasfondo, tenemos al Japón aún contaminado por radiación atómica, y los hitos artísticos acomodándose a los nuevos tiempos. Vemos la locura de Nijinski como síntoma de la época, con innumerables referencias al mundo de la danza, tanto occidental como nipona. De este modo, la novela enfatiza la necesidad de buscar en las representaciones artísticas, las semejanzas humanas: “¿En qué pintura se representaba el rostro de una bella mujer, una cara en primer plano, con delicadas pinceladas…?”. En otro momento: “… su expresión automáticamente se conjugaba con el deseo de Buda, con la cabeza inclinada hacia abajo y los ojos cerrados”.

Las introspecciones más agudas provienen del análisis de las relaciones, y de aquellos momentos zen donde se contempla el entorno natural. Respecto al matrimonio, el proceso de individuación y la resignación, leemos: “Las cercas y las bases protectoras y lo extraordinario había roto la cáscara de la banalidad. Se dice que una persona aprende a resignarse no por su propia infelicidad, sino por la ajena. Pero ella había aprendido más que resignación. Asustada por situaciones de otras, había despertado a su propia realidad”.

Aquella peculiar mirada sobre los detalles más mundanos, elevados a rituales dotados de un aura estética que brilla con divinidad, la vemos en párrafos como el siguiente: “Se preocupó por encender los mejores inciensos, buscar los tonos más apropiados de las matas de glorias de la mañana y acoger del modo más apropiado a las cigarras en los árboles del jardín”.

Los más inesperados escenarios son motivo de iluminación estética, donde la epifanía aguarda. Yagi, profesor y artista herido, marido de la protagonista de la novela, baja unas escalas y, la voz narrativa observa: “Yagi prestó atención a las hojas caídas del lirio, grandes como las del roble. Era este el único árbol que se erguía espléndido en la entrada de piedra, con su follaje amarillo que imponía silencio a la amplitud del jardín, tal como lo haría un rey anciano”.

 

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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es escritor, periodista y PhD en literatura hispanoamericana por la Washington University in St. Louis, Estados Unidos. En la actualidad ejerce como profesor titular de la Universidad Chileno-Británica de Cultura y académico de la Universidad Andrés Bello, y su última novela publicada es Sinestesia (Editorial Cuarto Propio, Santiago, 2019).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Bailarinas», de Yasunari Kawabata en su reciente edición en castellano (2019)

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: El Premio Nobel de Literatura 1968, el escritor japonés Yasunari Kawabata.