«Beautiful Boy: Siempre serás mi hijo»: Viaje al fondo de la adicción

Presente hasta hace poco en la cartelera local, el filme dirigido por el belga Felix Van Groeningen y protagonizado por Steve Carell y Timothée Chalamet -la actuación de este último obtuvo una nominación para los Globos de Oro 2019- indaga audiovisualmente en la caída al pozo sin fondo que inicia una familia, luego de que uno de sus integrantes se compenetra en el uso frecuente de poderosas drogas y estupefacientes.

Por Alejandra M. Boero Serra

Publicado el 14.3.2019

«Encuentra lo que amas y deja que te mate».
Charles Bukowski

El director belga Felix Van Groeningen (Alabama Monroe, The Broken Circle Breakdown, La vitalidad de los afectos) toma los diarios de David Sheff –Beautiful Boy– y de su hijo Nic Sheff –Tweak– y arma un filme pesadillesco, emotivo e irritante. Pesadillesco como esos sueños recurrentes de los que no se puede escapar y aún cuando se despierte siguen taladrando nuestra psiquis. No hay terror, hay pasadizos kafkianos, un no entender cómo se llega a ese punto y como el retorno es un volver a empezar y así un círculo de sufrimiento y dolor que nunca se agota agotando a los protagonistas y a los espectadores.

Y aquí lo irritante de casi dos horas donde no hay avances, sólo pura reiteración. Si pensamos en que forma y contenido se deben una correlación y si es esto lo que realmente intentó el director, podemos decir que cumplió con creces su cometido: la frustración del padre por sacar una y otra vez de la adicción a su hijo es un proceso infinito en donde «las escrituras» de ambos se van superponiendo y donde los flashbacks continuos -formalmente apuntando a las emociones- de una niñez compartida casi idílica se contrastan con la agonía cotidiana de un presente sórdido. Y aquí también cierto escozor al ver cómo se llega a idealizar a este adolescente lánguido, romántico que literalmente se está matando.

Hacer literatura en estas circunstancias puede ser contraproducente. Acá no hay nada poético por más que nos acompañen John Lennon o Neil Young. Las sobredosis están en un cuerpo devastado y en una narrativa proustiana que no decide bien las coordenadas. Hay un machaque aleccionador por un lado y una lucha denodada, sincera, desesperada de los afectos genuinos por reparar lo que a cada instante se desintegra. En esa tensión y en esa mala consciencia de no ser empáticos ante tamaño melodrama se juega la tragedia de una familia que nunca termina de entender cuándo y por qué empezó todo y unos espectadores que pedimos que por favor se termine de cerrar la pesadilla: todos agonizamos y queremos un the end. Se nota el esfuerzo del director por sacarnos del círculo vicioso mostrándonos en simultáneo las distintas etapas de las vidas de los protagonistas.

Steve Carrel y Timothée Chalamet se roban protagonismo al encarnar a un padre que no ceja en prodigar ayudas que nunca llegan a destino y a un hijo que lo prueba todo en su carrera hacia las metanfetaminas. Se sacan chispas enrostrándonos sus límites, su tristeza infinita, su frustración permanente. No hay demasiadas palabras entre ellos, sí una gestualidad que conmueve en lo más hondo. Y un acompañamiento de actrices que en sus roles secundarios de madre -Amy Ryan- y la nueva esposa del padre -Maura Tierney- logran una intensidad interpretativa no menor a la de Carrel y de Chalamet.

La música como la fotografía son los lugares donde pueden descansar las tensiones que se escenifican. Los claroscuros y la poesía de la banda sonora y los ambientes en donde discurren los personajes equilibran y anclan para sostener los desbordes emocionales y el descontrol inyectado en la piel de Nic.

Beautiful Boy (2018) busca, de alguna manera, «educar» y eso queda de manifiesto en los carteles con que termina la película: cifras de adictos, logros y luchas de quienes transitaron estos caminos. No obstante ese regusto de didactismo rescato la sensibilidad de quedarse en la incertidumbre de no intentar ni explicar ni justificar las actitudes de Nic ni juzgar a los padres. Dejar ese espacio de las faltas y las fallas en suspenso. La fortaleza del largometraje está en ese interregno: hay intentos y de ellos se sale y se entra a través de las emociones y de una sinceridad que descubre sus grietas.

 

Alejandra M. Boero Serra (1968). De Rafaela, Provincia de Santa Fe, Argentina, por causalidad. Peregrina y extranjera, por opción. Lectora hedónica por pasión y reflexión. De profesión comerciante, por mandato y comodidad. Profesora de lengua y de literatura por tozudez y masoquismo. Escribidora, de a ratos, por diversión (también por esa inimputabilidad en la que los argentinos nos posicionamos, tan infantiles a veces, tan y sin tanto, siempre).

 

El actor Timothée Chalamet en «Beautiful Boy» (2018)

 

 

Alejandra M. Boero Serra

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Timothée Chalamet y Steve Carell en el filme «Beautiful Boy» (2018), de Felix van Groeningen.