«Cántico de la noche y otros poemas»: Un rescate literario de lo diferente

A continuación, se reproducen el texto pertinente a la presentación leída durante el lanzamiento editorial de esta antología de poesía indígena norteamericana, y una selección de los versos contenidos en el mismo, traducidos y recopilados por la destacada poeta y traductora argentina, Mercedes Roffé.

Por Zenaida Suárez Mayor

Publicado el 20.3.2018

Quiero basar mi presentación de Cántico de la noche y otros poemas. Antología de poesía indígena norteamericana en el concepto de respeto; ese concepto que a veces olvidamos desde la crítica literaria. Respeto a lo íntimo, respeto al ser, respeto a las formas ancestrales, respeto a lo diferente.

Cuando me acerqué a esta antología, esto fue lo que primero me abordó. Se me presentó esta, a primera vista y en la más temprana lectura, como una antología del respeto a lo indígena en todas sus formas. Leyendo su prólogo, hallo desde los primeros párrafos un detalle inusitado: el de, describiendo como estaba la poesía indígena, no caer en la común y agotada división del arte entre el hecho estético y la funcionalidad que, por siglos, nos ha obligado a posicionarnos de un lado o de otro como si fueran excluyentes.

Continúo mi lectura, luego, con más calma, convencida de que aquello que nace con la humilde intención de enseñar, de ser una muestra, de visibilizar y no mediatizar, no puede menos que ser algo puro que se presenta desnudo y sin ropajes desvirtualizantes, así, tal cual, como debe ser la experiencia estética.

La reflexión de Roffé sobre el modo en que la crítica, a nivel general, ha querido leer la poesía indígena americana con herramientas occidentales (concretamente con herramientas europeas) desde unos preceptos en los que estas creaciones no encajan, es de sumo interés por cuanto descentraliza dichos presupuestos.

Así, el problema de la categorización, por llamarla de algún modo, de la poesía indígena (no solo la norteamercicana, no solo la americana) no estriba específicamente en los modos de diferenciarla de los cantos europeos sino del, a menudo olvidado, hecho de que también la “poesía primitiva” de las culturas europeas fue cántico y narración con las mismas funciones diferenciadas entre “poesía para” y “poesía sobre” que destaca Mercedes. Por eso creo que es imperativo que se empiecen a estudiar en su especificidad las obras de las culturas ancestrales, primitivas o indígenas, pero sin perder jamás de vista lo que de común tienen con todas las culturas del mundo: la necesidad vital de expresar algo a través del canto o la narración, independientemente de la forma reglada.

Formalmente, leyendo este prólogo, recuerdo los estudios que hasta hace poco lideraban la crítica literaria sobre poesía mapuche y que la privaban de la posibilidad de contener en sí misma una esencia poética pura al intercalar entre las palabras “poesía” y “mapuche”, el adjetivo “etnocultural”, constituyéndola así, en un subproducto de la literatura chilena. Es hora de escuchar al y a la poeta indígena, de leer a los teóricos indígenas que hablan desde su diferencia, que no necesita ser categorizada en base a una necesidad étnica sino a una manifestación universal propia del ser humano (de tipo antropológico y no exclusivamente etnocultural), pues el despertar de las culturas al arte no es privativa de unas u otras, sino una necesidad universal de comunicación, transmisión y conservación de lo propio.

La importancia que entraña la publicación de la antología de poesía indígena norteamericana Cántico de la noche y otros poemas es su visión abierta, que no condena ni sesga sino que la hace coindicir con todas las demás tradiciones literarias pues, desde el respeto (no me canso de repetir), centro neurálgico de este bello trabajo, esta antología vincula el canto poético indígena norteamericano con la tradición homérica y otros grandes relatos fundacionales, sin olvidar magnas voces universales como las de Eliot, Whitman o Lorca.

Representados aquí más de treinta pueblos indígenas de América del Norte, entre los que podemos nombrar el maya, el navajo, el omaha, el zuni, el tewa, el azteca, el chipewa o el comanche, por nombrar algunos, esta antología no se presenta como privativa ni definitiva, ni pretende serlo, sino como una selección personal de Mercedes Roffé en tanto poeta, que desde hace más de dos décadas se ha ido formando a través de estudios, lecturas e intensas reflexiones.

 

La portada de «Cántico de la noche y otros poemas. Antología de poesía indígena norteamericana», RIL/Aérea Editores, Santiago, 2017, en una edición y traducción a cargo de la poeta argentina Mercedes Roffé

 

del ciclo EL HUESO DE LOS DESEOS

(por Jacob Nibenegenesabe; cree)

I.

Una vez yo deseé

dos lunas en el cielo.

Pero necesitaba alguien que mirara y viera

las dos lunas

porque yo quería oír qué haría esa persona

para convencer a los demás en el pueblo

de lo que había visto.

Sabía que iba a ser divertido.

Así que lo hice.

Deseé otra luna allá arriba.

Y allí apareció, en el extremo opuesto a la antigua luna.

Entonces vi que se acercaba un hombre.

Por supuesto que deseé que pasara por aquí.

Miró al cielo.

¡Tenía que ver la otra luna!

¡Una luna para cada ojo!

Se paró y miró

al cielo

un rato largo.

Entonces, creo que sospechó de mí.

Miró entre los árboles

donde pensó que yo estaría.

Pero no me vio

porque yo estaba vestido de la misma noche.

 

A veces

deseo verme como el día,

pero esa vez

estaba vestido de la noche misma.

Entonces el hombre dijo:

—Hay algo raro

en el cielo esta noche.

Lo dijo en voz alta.

Lo oí con claridad.

Luego corrió a su casa.

Yo lo seguí.

Les dijo a los otros: —No lo van a creer,

pero hay SOLO dos lunas

en el cielo esta noche.

Tenía un gesto raro en la cara.

Entonces, todos los demás empezaron a mirar hacia el bosque.

Buscándome, sin duda.

—¡Solo dos lunas, ja ja! ¿Quién te lo va a creer?

No nos engañarás —le decían todos.

Querían devolverme la broma.

¡Eso lo tenía claro!

Así que, enseguida, deseé una tercera luna

en el cielo.

Entonces miraron y vieron tres lunas.

¡No podían no verlas!

Entonces un hombre

dijo en voz alta: —¡Eh, allí, miren!

¡allá arriba!

¡Hay solo una luna!

Bueno, ahora vayamos a dormir,

a la mañana

veremos qué hacemos.

Todos estuvieron de acuerdo, y volvieron a sus casas

a dormir.

Y ahí me dejaron, de pie

con tres lunas brillando sobre mí.

Tres había… De eso doy fe.

 

LA DANZA DEL CIERVO

(yaqui)

 

1. LA CANCIÓN DEL CAZADOR

Primero solo mira;

después lo verás, lo verás.

Primero solo mira;

después lo verás, lo verás.

 

Primero solo mira;

después lo verás, lo verás.

Primero solo mira;

después lo verás, lo verás.

 

Por allí, por un claro

del bosquecito cubierto de flores;

por ahí fui;

después lo verás, lo verás.

Primero solo mira;

después lo verás, lo verás.

 

2. LA CANCIÓN DEL CIERVO

 Bosquecito cubierto de flores, mientras voy hacia ti,

yo te hablo, bosquecito cubierto de flores.

 

Bosquecito cubierto de flores, mientras voy hacia ti,

yo te hablo, bosquecito cubierto de flores.

 

Bosquecito cubierto de flores, mientras voy hacia ti,

yo te hablo, bosquecito cubierto de flores.

 

Bosquecito cubierto de flores, mientras voy hacia ti,

yo te hablo, bosquecito cubierto de flores.

 

Por allí, por un claro

del bosquecito cubierto de flores

mientras voy,

a esos hombres de arco encantado, veo

tras de mí.

 

A esos veo,

bosquecito cubierto de flores, te hablo a ti.

 

***

Zenaida M. Suárez Mayor (Las Palmas de Gran Canaria, España, 1976) es doctora en Literatura y Teoría de la Literatura, magíster en Literatura Hispanoamericana Contemporánea y filóloga. Actualmente es docente e investigadora en la Universidad de los Andes (Chile) y desarrolla un proyecto FONDECYT postdoctoral sobre los grupos literarios “Trilce”, “Tribu No” y “Café Cinema”.

 

Mercedes Roffé nació en Buenos Aires, en 1954. Su obra poética, ampliamente difundida tanto en Latinoamérica como en España, ha sido traducida y publicada en Italia, Francia, Rumania, Canadá, Inglaterra y los Estados Unidos. Entre otras distinciones, recibió en 2001 una Beca de poesía de la Fundación Guggenheim.

Ha traducido del inglés a los poetas Anne Waldman, Leonard Schwartz, Erín Moure y Jerome Rothenberg. Actualmente dirige el prestigioso sello Ediciones Pen Press. Desde 1995 vive en la ciudad de Nueva York.

 

 

Crédito de la imagen destacada: La poeta argentina Mercedes Roffé, por Estela Fares.