Cine trascendental: «Magallanes», de Salvador del Solar: Culpa y egocentrismo masculino

El largometraje de ficción del realizador peruano es analizado en sus más profundas vertientes metafísicas y estéticas, por el audaz y agudo redactor del Diario «Cine y Literatura», en el recuerdo de ese filme que nos conmoviera al momento de su estreno en Chile, durante el primer semestre de 2016 en el Centro Arte Alameda de Santiago.

Por Carlos Pavez Montt

Publicado el 8.7.2019

El motor narrativo de la película es un efecto aleatorio. Un taxista sumergido en la cotidianeidad de Lima se encuentra, de pronto, con una cara familiar, con un rostro conocido. El espejo retrovisor desencadena el motor dramático, también. Porque, luego de ello, la trama será alimentada por la culpa o, mejor dicho, por la búsqueda de un arrepentimiento que termina siendo imposible. El filme está centrado en los intentos de Magallanes (el taxista) por exculparse de algo que lo presiona cada vez más con el correr del tiempo. Hay distintas situaciones que lo apremian constantemente por conseguir el dinero, los treinta mil soles en efectivo. Salvador del Solar, desde una perspectiva masculina, intenta mostrar la culpa y el rechazo que produce un recuerdo caótico e imprevisto. Se desbarata, entonces, el ego del Otro y el masculino.

En Perú hay un espacio en el tiempo al cual se le conoce como la Época del terrorismo (1980 – 2000). Los conflictos civiles en las naciones latinoamericanas no son algo novedoso, es cosa de indagar un poco en las miles de fuentes que tenemos. Sin entrar en mayor detalle, dicho periodo enfrentó al gobierno peruano y a diferentes grupos subversivos –como el Sendero Luminoso, por ejemplo–. El momento más apremiante del conflicto duró, aproximadamente, veinte años, y dejó alrededor de setenta mil víctimas –con muchísima gente inocente en ese número–. La Época del terrorismo, sin embargo, no fue sólo éso. Dicho momento fue aprovechado para instaurar una persecución autoritaria, discriminatoria y descontrolada de las minorías étnicas, religiosas, sexuales, económicas y sociales, por ejemplo.

Se estimó que el porcentaje de víctimas con lengua nativa quechua llegó a un setenta y cinco por ciento. En suma, la guerra popular se desarrolló en las zonas rurales, lo que, como lamentablemente pasa hoy en día, generó una sensación de poca importancia, de indiferencia y de exclusión. La población de las zonas rurales e indígenas sufrió en carne propia la opresión y la crudeza del conflicto. Las zonas urbanas, en cambio, descansan apaciblemente viéndolo todo. La televisión, que siempre resulta ser hipócrita e ineficiente, informaba sobre los comunistas del terrorismo. Las fuerzas armadas supusieron el escudo natural del Estado y actuaron, como suele suceder, sin criterio ni compromiso. Magallanes es un intento de mostrar eso, creo, el sufrimiento de las víctimas escondidas con el polvo.

La figura del taxista es muy útil para representar a un ente que se encuentra solo. Bien lo sabe Scorsese, por ejemplo. Pero Del Solar no espera para la construcción del personaje. Harvey se construye solo, porque así lo quiere su interioridad y sus sentimientos. La culpa lo exprime hasta ultimar recursos. Quiere un perdón que no llega de todas maneras y que es completamente acertado. Los gritos en quechua representan la distancia que nos han hecho mantener. Porque eso han hecho los medios. Alejarnos del Otro y alienarlo hasta que no podamos –podemos–, evidenciar la injusticia y el sufrimiento. Celina simboliza dichos conceptos, es una figura que revela algo que no debería estar escondido. Lo familiar deja de ser oculto y genera incomodidad, rechazo o miedo. Eso es lo ominoso del ocultamiento.

También es interesante comentar sobre la perspectiva narrativa o audiovisual, dependiendo por donde se le mire. Me parece que la representación de un sentimiento angustiante, cambiante y desarrollativo no cuadra con el enfoque de fondo. La película es un relato de las hazañas de Magallanes, porque él es quien conlleva la culpa y la búsqueda de la absolución o el arrepentimiento. En el proceso de mostrar ese peldaño de la escalera de las críticas, el filme termina siendo centralista y enceguecido. Pareciera olvidarse cuál es el tema de fondo: una guerra con efectos escondidos por no haber afectado a las ciudades. Un pueblo que sufre en el anonimato las consecuencias del bagaje político. Una comunidad étnica y un género arrasados por el egocentrismo político, militar, bélico y masculino.

Porque de eso trata, finalmente. Los gritos en el final de la película, en el fondo de la comisaria, mejor dicho, demuestran que el sufrimiento no puede ser pagado en efectivo. De hecho, no puede ser pagado con nada. Ni con billetes, ni con amor, ni con perdón ni arrepentimiento. Es el acto mismo de denunciar la lejanía citadina con el sufrimiento indígena y ajeno. Es una represalia expresiva sobre la tendencia a la indigestión e indiferencia de los demás y de sus sentimientos. La mujer indígena gritándole a la autoridad, al peruano ex militar y al de buen pelo. Para ella todos son lo mismo. Una mayoría que no respetó, olvidó y sigue, lamentablemente, fallándole a la humanidad, a las mujeres, a la comunidad indígena y a todas las demás agrupaciones o individualizaciones que intentan romper con el trasfondo.

 

Culpa y egocentrismo masculino

El desarrollo del sentimiento de absolución conlleva a que aparezca, en la mayor parte del filme, el accionar de personajes masculinos. La culpa de Magallanes parece eclipsar la actuación, o la representación, de la guerra y sus verdaderos efectos. La respuesta final –los gritos en quechua– es notable y puede que condense la expresión buscada. Un sufrimiento arbitrariamente ubicado en el silencio. Un terror aún escondido.

 

Las guerras y el ocultamiento ominoso

De igual manera, la película intenta desencajar y en ello pone sus esfuerzos. El personaje principal se va construyendo a la par de un sentimiento ni tan nuevo ni tan antiguo. Un ex soldado que alguna vez se convenció y por algún motivo presenció aquellos terrores. El ocultamiento generado por la cotidianeidad se vuelve impensado y explícito. La culpa y el arrepentimiento encaminan un objetivo imposible y sin sentido.

 

Carlos Pavez Montt (1997) es, en la actualidad, un estudiante de licenciatura en literatura hispánica en la Universidad de Chile. Sus intereses están relacionados con ella, utilizándola como una herramienta de constante destrucción y reconstrucción; por la reflexión que, el arte en general, provoca en los individuos.

 

Una escena del filme «Magallanes» (2015), del realizador peruano Salvador del Solar

 

 

 

 

Carlos Pavez Montt, joven redactor del Diario «Cine y Literatura»

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: El actor Damián Alcázar en una escena de Magallanes (2015), del realizador peruano Salvador del Solar.