Concierto «Chile en mi corazón» de CorpArtes: Ópera para todos, por un «animal» del escenario

El domingo 14 de enero uno de los últimos divos del canto operático moderno, el “tenor” español Plácido Domingo, (Madrid, 1941) una semana antes de cumplir los 77 años, se presentó masivamente frente al público nacional en el recinto de eventos populares más grande del país, el Estadio Nacional Julio Martínez Pradenas.

Por Jorge Sabaj Véliz 

Publicado el 18.1.2018

El éxito apoteósico del ya mítico concierto de los tres tenores en las Termas de Caracalla, en el año 1990, inauguró entre nosotros una nueva forma de acercarnos a la llamada música docta o clásica. Un formato que sacó el sonido de la sala y de la amplificación natural y lo llevó a grandes multitudes a través de la amplificación eléctrica, el video y otros recursos análogos.

El concierto auspiciado por la Fundación CorpArtes corresponde a la culminación de este formato, con uno de los tres tenores de aquel lejano 1990, Plácido Domingo, el más longevo de todos. Un animal del escenario, como el mismo se define.

Domingo ha podido extender su carrera gracias a una voz particular y dotada, que, como en al caso de otros exponentes del género, como el tenor chileno Ramón Vinay, en la parte final de su carrera llevaron al registro de barítono, pues el desgaste natural de la voz hace que ésta pierda sus agudos, algo que de todas formas, nunca fue una característica de Domingo. De hecho su primera audición en un teatro la hizo cantando un aria de barítono.

Las principales características sin embargo las mantiene intactas, voz plena y sana de exquisito color, un sentido musical y dramático fuera de los cánones de los cantantes de ópera y un carisma y dominio escénicos que le permiten hacer lo que quiera en el escenario.

Así acompañado por la Orquesta Filarmónica de Bogotá, dirigida por Eugen Kohn, y asistido por la soprano portorriqueña Ana María Martínez Colón, la mezzosoprano chilena Mon Laferte, el guitarrista clásico español Pablo Sáinz Villegas y su hijo Plácido Domingo junior, sostuvieron un concierto de 2 horas y media el que se paseó por la ópera, la opereta, la zarzuela, el flamenco, la comedia musical, el medley, el crossover, el tango, el bolero y la música folclórica chilena. Todos géneros abordados en la extensa carrera del tenor español.

 

Una vista panorámica de la Orquesta Sinfónica de Bogotá, Colombia, dirigida por el maestro Eugen Kohn, en compañía de Plácido Domingo

Orquesta Filarmónica de Bogotá, dirigida por Eugen Kohn

Le correspondió abrir el concierto con la obertura de la ópera El barbero de Sevilla de Gioacchino Rossinni. Desde el comienzo se pudo apreciar dos pantallas gigantes a los costados del escenario que permitieron a todo el estadio tener una visión más cercana de los intérpretes. A esto colaboraba también una excelente amplificación. Al principio de la obertura hubo algunas descoordinaciones entre los vientos y las cuerdas lo que es entendible dadas las condiciones de la interpretación, sin embargo en la segunda parte de la obertura se produjo un mayor afiatamiento.

También interpretaron el Ballet de la ópera Macbeth de Giuseppe Verdi. Mientras tanto se proyectaban en la pantalla algunas imágenes de difícil comprensión como un tablero de ajedrez o unas columnas griegas o tal vez romanas.

Un punto alto y emotivo de la noche fue el medley (selección de melodías o trozos de distintas canciones de una misma obra interpretadas ininterrumpidamente), excelentemente orquestado, del musical The Sound of Music compuesto por Richard Rogers y Oscar Hammerstein II.

En el dominio de la zarzuela le correspondió interpretar un interludio instrumental de Las bodas de Luis Alonso. En ésta los bronces tuvieron altibajos pero terminaron con un brillante final.

 

Plácido Domingo (padre)

Comenzó con un aria de bravura para barítono como es Nemico de la patria de la ópera Andrea Chenier de Umberto Giordano. Cantando en su nueva tesitura  de barítono con un timbre de tenor más oscuro. Canta con intensidad y dramatismo, en las notas largas el vibrato se descontrola un poco al exigirle volumen, canta desde las entrañas. La gente guardó respetuoso silencio aunque la mayor parte del público no estuviera familiarizado con la trama de la ópera ni entendiesen el italiano.

Luego de sus dúos con la soprano abordó Some Enchanted Evening del musical South Pacific de  Richard Rodgers & Oscar Hammerstein. Domingo domina el estilo y se involucra en lo que canta como el buen actor cantante que es. Canta con gran calidez y bondad.

En el dúo Tonight del musical West Side Story, de Leonard Bernstein, compartió escenario nuevamente con Ana María Martínez. Costó un poco acoplarse a los tempos con la orquesta. Placido Domingo vuelve a su rol de tenor para llevar el sentido amoroso y el tempo del dúo y terminando en un pianísimo molto expresivo.

Otra especialidad de Domingo es la romanza Amor, vida de mi vida de la zarzuela Maravilla, con música de Federico Moreno Torroba. Aquí el solista desplegó todo su oficio, intención, sentimiento, entrega y teatralidad.

 

Ana María Martínez Colón

La soprano fue un punto alto durante toda la velada con acertados solos y duetos.

En el aria Come scoglio immoto resta, de la ópera Cosi fan Tutte de Mozart exhibió un correcto recitativo, buenos y timbrados agudos, buen sentido rítmico, coloratura y cambio al registro grave sin mayor problema, además de una emisión pareja.

En el famoso dúo de la ópera Don Giovanni, La cidarem la mano, mostro su parte actoral mientras Domingo estaba en su salsa en el rol del seductor. A la soprano lo costó entrar en el juego musical planteado por el libertino, se notó un poco rígida.

El dúo más largo y exigente fue el de Luisa y Wurm, del acto III de la ópera Luisa Miller de Giuseppe Verdi. Ella con su coloratura y staccato correctísimos y en el estilo juvenil y lírico de un Verdi en sus inicios. Por su parte Domingo dotaba de sentido cada frase musical. Su voz mantiene la frescura y color característicos no obstante su nuevo registro de barítono, permitiéndole extender su carrera a un nivel más que aceptable. A ella le faltó un poco más de entrega en la interpretación.

Del musical My fair lady de Frederick Loewe cantó I Could Have Danced All Night, imprimiéndole energía y belleza a su canto.

En el terreno de la zarzuela la soprano abordó la romanza Carceleras del segundo acto de la zarzuela cómica Las hijas del Zebedeo, de Ruperto Chapí. Cantó muy relajada con la voz en un registro cómodo con excelentes coloraturas al estilo español del sur de España y terminando en una nota aguda bien timbrada.

 

El guitarrista clásico Pablo Sáinz Villegas durante su presentación en el concierto «Chile en mi corazón»

Pablo Sáinz Villegas

El guitarrista clásico español comenzó su participación en la velada acompañando a Placido Domingo padre en la Romanza Adiós Granada de la zarzuela Los Emigrantes compuesta por Tomás Barrera y Rafael Calleja. Domingo explico, a modo de introducción, que la pieza fue originalmente compuesta para voz y orquesta pero que se prestaba muy bien para ser acompañada por guitarra. La introducción de la guitarra con estilo flamenco nos llevó directamente al sur de España, a Granada. El tenor español cantó completamente compenetrado con el sentir andaluz. Hubo un complemento perfecto entre guitarra y voz.

Un momento alto del concierto fue su interpretación de la conocida obra de Astor Piazzolla, Libertango. Se pudo apreciar la entrega apasionada del solista a la pieza manteniendo su ritmo y tensión. Especialmente brillante fue el pasaje en que las cuerdas tocaban en staccato mientras el guitarrista marcaba la melodía, también destacó el dúo de la guitarra con el concertino de los violines.

 

Plácido Domingo (hijo)

Al llegar el turno de Plácido Domingo junior, uno de los hijos del cantante, el único que se dedicó al canto, acometió el popular bolero Sabor a mi  compuesto por el mexicano Álvaro Carrillo y popularizado por los Panchos, Luis Miguel y otros cantantes. Un número seguro con un público, a esas alturas, ya entregado.

El tenor no arriesgó demasiado y apoyado por una orquesta magnífica se entregó a una versión ya aprendida pero que sin embargo no se definió por un estilo lírico o popular, declamado o ligado (cantado), lo que le resto coherencia y fluidez a la interpretación. En algunos pasajes se lo notó nervioso y con leves problemas de afinación.

Luego abordó, en dúo junto con su padre, el bolero Adoro del también mexicano Armando Manzaneros. Aquí se pudo apreciar los distintos estilos y expresiones de padre e hijo. El estilo del hijo seguía siendo esquivo de clasificar, era una mezcla de distintos recursos: líricos, populares y/o recitados que se mezclaban en su interpretación restándole identidad. Tuvieron problemas para coincidir en el final.  Sobre el escenario se vio a un hijo un poco nervioso,  refugiándose en su padre, a quien profesaba admiración y cariño y a un padre dichoso de poder compartir escenario con su hijo, en regalo parental.

 

El tenor español Plácido Domingo y la cantante chilena Mon Laferte en el recital que ofrecieron el domingo 14 de enero en el Estadio Nacional de Santiago

Mon Laferte

La popular y exitosa cantante chilena, radicada en México, tuvo su oportunidad de compartir escenario como solista y acompañante con una leyenda viva del canto mundial, demasiado consciente, a estas alturas de su carrera, del privilegio que esto conlleva y de las enseñanzas para su evolución futura.

Comenzó con una versión sinfónica, excelentemente orquestada, de su canción Tormento a la que llevó a otro nivel interpretativo. A continuación ingresó el tenor con el que cantaron a dúo un medley de tres boleros: Perdida – Frenesí y La última noche que pase contigo. Aquí hubo un evidente choque de estilos, uno la balada lírica de Domingo y el otro el desgarro popular de Mon Laferte. Domingo se comportó en el escenario como un padrino, cálido y amoroso, que presenta a su sobrina artística, permitiéndole ante otro tipo de audiencia, cautivar con su voz desgarrada y su potente estilo.

Luego de este número todos los participantes salieron a saludar al escenario para dar paso a un largo bis de siete nuevas canciones.

  1. No puede ser romanza de la zarzuela La tabernera del puerto, con música de Pablo Sorozábal. Aquí Placido Domingo cierra una escuela de interpretación.
  2. Perhaps Love canción compuesta por John Denver cantada por los dos Domingos fue el dúo mejor logrado entre ambos.
  3. María la O zarzuela compuesta por Ernesto Lecuona cantada por la soprano Ana María Martínez Colón.
  4. Yo vendo unos ojos negros, tonada chilena compuesta por Pablo Ara Lucena, e interpretada por Placido Domingo padre acompañado por la guitarra de Pablo Sáinz Villegas hizo cantar a todo el estadio nacional.
  5. Tico Tico, es una canción brasileña compuesta por Zequinha de Abreu e interpretada con guitarra por Pablo Sáinz Villegas. Aquí se apreció todo el dominio técnico, versatilidad y carisma del guitarrista español quien se complementó perfectamente con la orquesta y nos brindó uno de los puntos altos de la jornada.
  6. El tango El día que me quieras compuesto e interpretado por Carlos Gardel, tuvo una versión en las voces de Domingo padre y Mon Laferte. Planteando un dueto histórico difícil de repetir entre un estilo melódico clásico y otro sufrido y desgarrado.
  7. El final cantado por todos los participantes fue la famosa canción chilena compuesta por Violeta Parra, Gracias a la vida. La que dio el broche de oro ideal a la noche.

 

La inmortal presencia escénica de Plácido Domingo, quizás en su última presentación en el país

 

Tráiler:

 

Crédito de las fotografías: Fiebre Media y Fundación CorpArtes