«Condorito: La película»: Un héroe tan chileno como latinoamericano

Este filme, se lo anunciamos, es peruano, tanto por su producción como por su dirección. El productor Abraham Vurnbrand y el director Eduardo Schuldt hacen un esfuerzo por internacionalizar al personaje, y el formato es 3D. Especialidad de la animación incaica y del propio Schuldt, quien ya había gestionado en el género a la estupenda «Piratas en el Callao» (2005).

Por Cristián Garay Vera

Publicado el 16.10.2017

“¿Condorito va a salvar el mundo? Estamos fregados”.

Doña Tremebunda ha sido raptada al espacio por un alienígena que planea conquistar el mundo y Condorito y Coné van al rescate. Bueno, la imaginería de Condorito no deja de ser chilena por salir al espacio: aparecen los bares de Pelotillehue, sus personajes como Pepe Cortisona (el antihéroe como siempre), don Chuma, Garganta de Lata, y otra galería de pequeños personajes que forman el aura de un cóndor fracasado, pero buena gente. Si alguno quería chilenidad a todo trance, hay que aclarar que Condorito es tan peruano como chileno o ecuatoriano o colombiano porque el Cóndor de René Ríos Boettiger, que firmaba como Pepo, es latinoamericano y universal.

Desde que fue creado en 1949 como respuesta a la imagen de Chile por Walt Disney en su película «Saludos, amigos» (1942, Estados Unidos) que no le gustó a su tío, el Presidente Juan Antonio Ríos. Ahí, el país fue representado como un avioncito de poca autonomía e importancia. Pepo, entonces, configuró su personaje desde el Cóndor (cambió varias veces su fisonomía) y luego agregó rasgos de la cultura popular del Chile de aquella época: la improvisación, la chispa, y la pobreza, con chistes picaros y crueles incluida la personal venganza del caricaturista al “roto Quezada”, sujeto que lo habría tratado mal en sus años iniciales y quien quedó retratado con la imagen de una horca titulada “Muerte al roto Quezada”. El bar y el trago no estaban ausentes de la descripción de ese país. En un Chile muy carenciado, la referencia de la riqueza argentina (Pepe Cortisona) fue inevitable, en una sociedad que no vivía ni de cerca el progreso económico y social de los años ’90.

Pero Condorito tuvo buena recepción más allá de Chile. Pronto la idea del condor-ito fue tan peruana como ecuatoriana o colombiana. Condorito se volvió una empresa editorial de magnitud, que se distribuía a todo el continente. En 1999 cumplió 50 años, y la historieta, entregada a un grupo de dibujantes, se distribuía en 13 países, y sobrevivió a la muerte de su creador a la edad de 88 en la temporada 2000.

Por eso hay dos lecturas. Una más sencilla que ésta es la clásica película del héroe que sale al espacio a resolver el problema, donde rescatar a la suegra, tan odiada es también salvar al mundo. En esto el género de la ciencia ficción ha resuelto con humor o con drama el asunto («El día de la Independencia», Robert Emmerich, 1996, Estados Unidos), y el cómic le ha seguido en este registro. Condorito salvando al mundo es tan precario como todo héroe que salga del sur y no desde Washington DC o incluso desde Ciudad Gótica. Héroes a su pesar han poblado la imaginación de esta parte del hemisferio partiendo por Cantinflas y el Chapulín Colorado (Roberto Gómez Bolaños, 1972, México).

La segunda es la omnipresencia de Yayita. La hermosa Yayita, tan chilena en sus proporciones, que es el amor no querido por la suegra, que además refleja una distancia social entre una familia acomodada y el pobre Condorito que vive en una casa de madera. Con un Coné entrañable, que adora a su tío, pero no oculta las falencias de aquél y al cual le reprocha prescindir de zapatos porque ignoraba hacerse los cordones, aunque es la historieta original era porque no podía comprarse zapatos.

Y Yayita es a la vez el amor de Condorito y el trofeo de Pepe Cortisona: la disputa es extraña, porque el tema del amor cortés, donde el caballero lo hace todo por su dama, es aquí tomado por un Condorito pobre versus el Cortisona rico y prepotente. Mientras el segundo hace todo por su imagen, Condorito lo hace por sincero y contrariado amor. Yayita además se encarga de un orfanato, donde lo niños claramente prefieren a Condorito, más cercano en sus afectos, que a Pepe Cortisona y su automóvil de lujo.

Esta película, se lo anunciamos es peruana, tanto por su producción como por su dirección. El productor Abraham Vurnbrand y el director Eduardo Schuldt hacen un esfuerzo por internacionalizar al personaje, el formato es 3D. Especialidad de la animación incaica y del propio Schuldt que ya había producido en el género a la estupenda «Piratas en el Callao» (2005, Perú, basado en el libro de Hernán Garrido-Lecca). En las voces, muy internacionalizadas predomina un tono neutro tipo Miami para la versión general y un registro chileno para la nuestra. Pero no se trata de Chile porque de tres, dos de sus principales hitos están en Centroamérica y en el espacio. Se trata de tópicos: esto nos recuerda la empresa del obrero devenido en arqueólogo en «Tadeo Jones» (Enrique Gato, 2012, España), y el viaje de Tom y Jerry en el espacio («The Tom and Jerry Cartoon Kit», de Gene Deitch, 1962, Estados Unidos).

Este Condorito es latinoamericano, y por ello su Pelotillehue rural, recuerda a un gran campo de césped, pero con un pueblito pintoresco que es más chileno que todo el resto: pero no pida más, Condorito es tan nuestro como latinoamericano, y ríase con un villano (Molosco) tan insondablemente malo como inepto y que es capaz de concebir a doña Tremebunda como objeto de su pasión, quien se ve perturbadora con un traje entre egipcio y de picaresque. En suma, Condorito si logra rescatar a su suegra y con la ayuda de su mano poderosa puede ofrecer su amor de culebrón a Yayita, que a todo esto ha sido objeto de disputa por Pepe Cortisona, y que por más ficción recuerda a la realidad y al programa «Contra viento y marea», con una suegra que es el conjunto de los miedos infinitos.

 

«Condorito: La película». Dirigida por Alex Orelle (británico) y Eduardo Shuldt (peruano). Perú, 2017. Voces según el lugar de proyección.

 

Tráiler: