[Crítica] «El amor en su lugar»: De la pasión y el teatro

El filme de época del realizador español Rodrigo Cortés —la adaptación de una obra escénica de Jerzy Jurandot— se encuentra ambientado en el Gueto de Varsovia (en 1942), en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, y acaba de ser estrenada en Europa con gran éxito de público y de comentarios especializados.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 18.12.2021

El gran actor y director catalán Josep Maria Pou en su columna de El Periódico de Catalunya (califica esta película como sublime —comparto su sentir— resaltando que es: “una apasionada declaración de amor al teatro y a sus actores” y añade que como hombre del gremio se siente profundamente agradecido por el respeto y cariño con los que Cortés se acerca a la vida de esos actores que protagonizan El amor en su lugar.

Porque la trama —basada en una historia real— se ambienta en el gueto judío de Varsovia durante la invasión nazi, en ese durísimo ambiente unos actores ofrecen su arte como bálsamo a sus hermanos de cautiverio.

Calor humano —historias de tradición, de amor, de enredos, de humor— en el infierno gélido que se ven obligados a soportar. Unos minutos de desconexión a su drama colectivo, a su vergonzoso sobrevivir que es más muerte que vida y que les lleva a preguntarse sobre qué han hecho para tener esa horrible realidad.

 

Por delante y por detrás

Cortés retrata con maestría esa desesperación humana del hambre, el frío y la humillación extremos. Y coloca a la joven Stefcia (Clara Rugaard) como centro del colectivo actoral protagonista.

Ya la larga secuencia inicial lo deja bien claro. Qué maravilloso plano secuencia en el que se siguen sus movimientos por las calles del gueto esquivando a los soldados alemanes y sus degradantes controles para llegar al teatro donde va a actuar. La acertadísima música y la cámara pegada a su piel nos transmiten su tensión, palpitamos con ella. Así será en sus continuos ir y venir entre bambalinas.

Y es que en ese teatro se desarrolla toda la acción. Asistimos “por delante” a la obra que representan y que a menudo improvisan. La comedia de la vida, el humor, el amor y sus enredos, todo como necesaria medicina para la maltrecha audiencia.

Y paralelamente “por detrás” se nos muestran las angustias y vivencias de los actores, las personas tras las máscaras.

De esas vivencias, el foco en dos hombres y una mujer quienes experimentan ese amor y sus enredos en propia piel no como comedia sino como tragedia. Stefcia se ve obligada a elegir entre Edmund (Ferdia Walsh-Peelo), el hombre al que ama y Patryck (Mark Ryder), el hombre al que amó.

Una elección que tiene como trasfondo el eterno dilema del amar versus al ser amado. Un dilema que Stefcia resuelve finalmente obrando con sabiduría haciendo suyas las palabras del gran Herman Hesse: «Supe que ser amado no es nada, que amar, sin embargo, lo es todo. El amor no quiere poseer, sólo quiere amar».

 

Comunión

Resuelve Stefcia su tragedia personal del mejor modo pero nada puede hacer ni ella ni ninguno de los presentes —actores y público— ante la gran tragedia de su realidad común.

La función concluye no sin sobresaltos por la irrupción de soldados alemanes al mando de un perverso oficial. Concluye con el clamoroso —y merecidísimo— aplauso del público, actores y público en comunión frente al horror cantan juntos.

Concluye en comunión fraternal la obra y la película, un “pequeño” bálsamo frente a la adversidad que engrandece el valor del oficio actoral, un oficio con mayúsculas que merece el mayor de los respetos.

Pero como sabemos —y se nos recuerda en los títulos finales— el monstruo al que se enfrentaban era enorme, el horror creció tras la deportación de esas gentes a los infames campos de concentración nazis.

La película nos deja pues el sentir ambivalente de la belleza del amor de una mujer y la comunión de un pueblo versus la fealdad extrema, la crueldad de un régimen extremadamente perverso.

Por todo ello y a pesar del sin sabor, no se la pierdan.

 

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Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Imagen destacada: El amor en su lugar (2021).