[Crítica] «Golpe de kárate»: Las miniaturas cotidianas del horror (y del humor)

Los cuentos de la autora danesa Dorthe Nors son tajadas de realidad, hachazos que rebanan porciones de vida para exponerlas frente a nuestros ojos con una vivacidad generada por una portentosa capacidad de observación, y la cual exhibe lo que podríamos llamar el cuesco de la trama literaria.

Por Alfonso Matus Santa Cruz

Publicado el 29.9.2022

¿Qué siente y qué piensa una mujer tras golpear a la pareja abusiva que acaba de follarla a la fuerza? ¿Cuál es la lógica tras un funcionario que se convierte al budismo y propaga su megalomanía con complejo de salvador haciéndose directivo de una ONG? ¿Por qué una mujer pasa un verano paseando por los cementerios mientras metaboliza el amor que siente por un hombre atravesado por el duelo?

Ninguna de estas interrogantes tiene una respuesta simple y unilateral. Los humanos nunca tienen respuestas con punto final. Sobre todo, cuando rehúsan engañarse a sí mismos. Pero si somos francos casi todos nos engañamos en cierto punto de nuestras vidas anónimas, con conflictos que pueden parecer fútiles por fuera, pero tarde o temprano nos incendian por dentro.

La complejidad de esas situaciones, y otras similares, son las que describe y retrata Dorthe Nors, asombrosa narradora danesa, con un estilo conciso, contundente y relampagueante, en su volumen de relatos Golpe de kárate, publicado en castellano por la editorial Anagrama.

 

Cortometrajes literarios y experimentales

Nors no nos presenta películas, ni siquiera cortometrajes, aunque a veces podemos analogar algunos de sus relatos a la flexibilidad de algunos cortos experimentales y, curiosa pareja, crudamente reales.

Son tajadas de realidad, hachazos que rebanan porciones de vida para exponerlas frente a nuestros ojos con una vivacidad generada por una portentosa capacidad de observación, que nos prolonga solo lo que podríamos llamar el cuesco del asunto.

En efecto, son miniaturas compuestas con una economía de recursos rutilante, cuya versatilidad es tan sobria como fácil de pasar por alto. Esto es gracias a que la narradora presta la voz a sus personajes, a sus mentes atribuladas, asediadas por el desasosiego, las nimiedades o la soledad de la vida moderna, y no interfiere con ellos, los deja expresarse hasta el punto de que nos creemos el cuento.

Logra que los sintamos.

 

La accidentada geografía de nuestros corazones

Como ocurre con la criada mexicana de una pareja de daneses pudientes en Nueva York, que le ofrece agua y un sándwich al hombre, también mexicano, que viene a buscar un tomate gigante que la pareja quería devolver de las compras hechas por internet.

La conversación, las pausas, los gestos nos llegan a retazos. Pero son suficientes. De hecho, nos ayudan a imaginar la caminata, a que nuestra imaginación se despliegue gracias a las pistas que ella nos deja para participar de la composición.

El sentido del humor y la ironía que despiertan ciertas situaciones, conviven con el horror de búsquedas trasnochadas en el internet o la memoria de lo que había dentro de una maleta abandonada en una laguna. Es un terror común y corriente, con el cual cohabitamos a diario cada vez que las noticias o el imán de la oscuridad se apodera de nuestra curiosidad.

Para el mundo no es terrible, nosotros lo hacemos terrible, eso parece decirnos Nors. Pero también podemos apreciar las maravillas, los paisajes abiertos y misteriosos, que están afuera y también dentro nuestro.

Es así como la narradora navega yendo desde fuera hacia dentro (y viceversa), en un ejercicio de buceo fulminante que aflora un pensamiento, algún sentimiento de sus personajes, para que luego vuelvan a la peluquería o la oficina o el invernadero del papá que solo descubrió su afición por las suculentas tras el divorcio.

Son relatos breves y hondos como fosas marinas, esas fosas vacías que llevamos dentro y que tratamos de llenar tras el trauma de turno.

Perplejos y abatidos, burlones o alegres por un momento de comprensión mutua, los personajes de sus relatos desfilan como sombras familiares, despertando asociaciones y recuerdos que nos son familiares y extraños y caóticos, en cuya belleza podemos perdernos para no encontrar respuesta alguna, pero volver con algún cambio en la accidentada geografía de nuestros corazones.

 

 

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Alfonso Matus Santa Cruz (1995) es un poeta y escritor autodidacta, que después de egresar de la Scuola Italiana Vittorio Montiglio de Santiago incursionó en las carreras de sociología y de filosofía en la Universidad de Chile, para luego viajar por el cono sur desempeñando diversos oficios, entre los cuales destacan el de garzón, el de barista y el de brigadista forestal.

Actualmente reside en la ciudad Puerto Varas, y acaba de publicar su primer poemario, titulado Tallar silencios (Notebook Poiesis, 2021). Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Golpe de kárate», de Dorthe Nors (Editorial Anagrama, 2022)

 

 

 

Alfonso Matus Santa Cruz

 

 

 

Crédito de la imagen destacada: Agnete Schlichtkrull.