[Crítica] «I Mostri»: La ambiciosa dirección, que salva del naufragio a una historia débil

Pese al flojo texto dramático concebido por Marco Antonio de la Parra —bastante lejos de sus mayores logros creativos y literarios—, la notable conducción de Daniel Marabolí transforma a ese guion opaco en un verdadero deleite escénico y audiovisual para sus espectadores.

Por Enrique Morales Lastra

Publicado el 22.8.2022

La proeza artística de este montaje la efectúa un director de nombre Daniel Marabolí Bernales. En efecto, a una traslación situada fuera de tiempo (y políticamente incorrecta) del escritor y dramaturgo Marco Antonio de la Parra, el realizador a cargo transforma esos diálogos lentos y sin substancia narrativa, en una producción simbólica de brillantes resoluciones tanto escénicas, como sonoras y lumínicas.

I Mostri —que se presenta hasta el próximo sábado 3 de septiembre, en la sala Teatro Finis Terrae—, alcanza su instante de mayor plenitud cuando se escenifica una pelea de boxeo (el diseño integral entero, con sus casilleros inexplicables hasta ese desenlace, sin duda que aguardaba ese momento).

Entonces, los movimientos del elenco, que semejan una estudiada y metódica coreografía, posiciona a sus intérpretes al modo de perfectos bocetos de una composición pictórica, y en vez de recordar al regular filme homónimo de Dino Risi —en la cual se basa esta adaptación libre—, surgen en la memoria visual, por ejemplo, y también ayudada por el factor lumínico de la misma, a secuencias de Il Portiere di notte (1974), de Liliana Cavani, protagonizada por una inolvidable Charlotte Rampling.

Otro filme que referencia aquí el director, son escenas de la obra que antecede en su estilo cinematográfico a la de Cavani: La caduta degli dei (La caída de los dioses), de Luchino Visconti (1969). Y el cual, vaya paradoja, también se comprueba estelarizado por Rampling.

Las concepciones diegéticas de Marabolí responden a una meditada reflexión en torno a la cinético y a sus variables escénicas, y pese a la reiteración de motivos sonoros y de diseño integral (el vestuario, sin ir más lejos), a los cuales echa mano durante su propuesta dramática, empero, es su ambiciosa y por ende audaz visión del dramaturgismo, lo que convierte al pálido guion teatral de De la Parra, en la obtención de una detallada, minuciosa y atractiva performance.

Asimismo, las voces, las mezclas sonoras, el aumento y el decrecer del volumen acústico (a cargo de técnicos que se transforman en otros personajes de la escena) se alzan en su conjunto a la forma de un protagonista insustituible en la esencia misma de un dramaturgismo, que le entrega con generosidad a la obra teatral, lo que su texto matriz le niega: emoción, sorpresas, ritmo, y cuando no, un tono dramático de los tiempos narrativos, omitido en este guion libre de I Mostri. 

 

Una lectura errada de las temporalidades sociales

De los veinte cuentos o episodios que componen el largometraje original de Dino Risi (1963), el autor De la Parra, en su versión libre escoge, quizás, las historias que pertenecen con mayor ahínco ético y de carácter, a esa Italia de postguerra de la década de 1960.

Cabe la legítima duda, de esta forma, a si las historias o cuentos escogidos eran los más idóneos en una selección que buscaba las características estéticas de una producción teatral, de 2022.

Así, el monólogo de un sacerdote católico acerca de las virtudes heroicas de Francisco de Asís, resuenan más allá de lo impostado, en un diálogo anacrónico y sin sentido para el contexto actual (donde lo religioso se instala en la cotidianeidad privada de los individuos, inclusive ante el escarnio cívico).

En ese sentido, y de cara a una traslación de esta naturaleza —sin los amarres formales de una adaptación fiel y al pie de la letra—, por último, la irrupción de ese ministro de la liturgia sacra, termina por recogerse al modo de una humorada incomprensible. De hecho, ya nadie sabe quién es Francisco de Asís.

Las ideas de la puesta en escena (lo que se afirma es una verdad de la causa) corresponden a los engarces que unen y parchan a estas seis narraciones dramáticas —la verdad es que sin ninguna relación entre sí—, salvo el empecinamiento creativo y las indicaciones textuales de De la Parra, quien reitera y pone en claro que durante esta temporada, se encuentra lejos de sus mejores pasos teatrales, en el camino de una ya fructífera y larga trayectoria autoral.

Recordemos, al efecto, su colaboración con la escritora chilena María José Navia, en el discutido montaje Clarissa/Dalloway, de tan solo hace unos meses, y exhibido en la misma cartelera.

A ese respecto, ilustraremos con un pasaje dramático de I Mostri, que respalda y refrenda nuestra apreciación crítica.

En uno de los simbolizados episodios del montaje, un mendigo demuestra su racismo y xenofobia populares, con un lamentable comentario acerca de la inclusión de jugadores de fútbol negros, en los principales equipos de la popular disciplina deportiva, a lo largo y ancho del orbe.

La frase antes que generar una risa (en la justificación de su humor esperpéntico, nos imaginamos) solo provoca un incómodo silencio entre las butacas del público, que ignora —en su repentina sorpresa— el modo de abordar un fragmento de guion teatral al borde del precipicio político, legal y «valórico», en su ciega intencionalidad.

Más todavía si se constata que el resurgir del racismo en los estadios europeos ha provocado diversas polémicas mediáticas, y hasta suspensiones de partidos y escandalosas retiradas del campo de juego, por parte de los afectados de tales insultos ( los jugadores de origen afroamericano), durante el último tiempo.

Así, la crítica cívica que se pretendía manifestar o evidenciar, limita con un cierto aroma de procacidad formal y hasta literaria, en una errónea lectura de las temporalidades sociales de la actualidad, y en la consecuencia inmediata de una equivocada elección dramática, en esta oportunidad.

Fuera de toda discusión, no obstante, se festejan en el excelente nivel artístico que le corresponden, las ambiciosas y arriesgadas fundamentaciones escénicas de Marabolí (el encuadre y las perspectivas aumentan, como si de una cámara a través de un travelling, y en un plano general se tratase, gracias a la iluminación, el sonido y los movimientos «coreográficos» de los actores).

En efecto, desde hace tiempo que no disfrutábamos tanto de un espectáculo escénico por el solo hecho de contemplarlo en su simple y monumental desarrollo integral.

 

Coordenadas:

I Mostri, desde el 18 de agosto hasta el 3 de septiembre, jueves a sábado, a las 20:30 horas, domingos a las 19:00 horas, miércoles 31 de agosto, a las 20:30 horas.

Duración: 60 minutos.

Recomendación: adultos (desde +16 con criterio formado).

Teatro Finis Terrae

Dirección: Avenida Pocuro N° 1935, Providencia, Santiago.

Para adquirir entradas, seguir este enlace.

 

Ficha artística:

Versión libre de la película italiana de Dino Risi |  Adaptación: Marco Antonio de la Parra | Dirección y dramaturgismo: Daniel Marabolí | Elenco: Nicolás Pavez, Juan Pablo Peragallo, Juan José Acuña y Linus Sánchez |  Diseño integral: Ismael Valenzuela y Claudia Yolín | Composición musical: Damián Noguera | Diseño sonoro: Daniel Marabolí y Damián Noguera | Realización de vestuario: Jota Etchepare | Asistencia técnica: Víctor Ruiz | Producción artística: Sergio Gilabert | Asistencia de producción: Javiera Barrientos.

 

 

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Hasta el próximo sábado 3 de septiembre de presenta el montaje «I Mostri», en la sala Teatro Finis Terrae

 

 

Crédito de las imágenes utilizadas: Maximiliano Riveros.