[Crítica] «One cut of the dead»: Un artefacto inusitado y desfachatado

El filme del realizador japonés Shin’ichiro Ueda está lejos de ser una meditación profunda, filosófica ontológica, en relación a la imagen y a su creación, pero es una mirada interesante y singular al oficio mismo del cine, y a su dificultad técnica y artística inherentes.

Por Cristian Uribe Moreno

Publicado el 29.5.2022

Ahora que en Cannes 2022 se estrenó Coupez! de Michel Hanazavicius es un buen momento de revisionar la versión original, la película japonesa de 2017, Kamera o tomeru na! (One cut of the dead) de Shin’ichiro Ueda.

No vaya a ser que pase lo mismo que ocurrió con Coda (2021), la ganadora del Oscar de este año que tiene su versión original en la película francesa La familia Bélier (2013), una versión con mucho más corazón que la cinta norteamericana y desconocida para la mayoría.

One cut of the dead, es una de esas joyitas que cada cierto tiempo regala el cine japonés. Y el cine en general. En ella vemos tanto el gusto por el cine de género, género de terror en este caso, tanto como carta de amor al cine. Muy inteligente y sobre todo, entrañable.

 

Un homenaje a lo no visto

La historia gira en torno a un grupo de filmación que está en una instalación militar abandonada, grabando una película de zombis. El grupo está conformado por un director de cine (Takayuki Hamatsu), muy metido en su papel, un tanto tirano, dos protagonistas, una chica, Chinatsu (Yuzuki Akiyama) y un chico, Ko (Kazuaki Nagaya), la maquilladora Nao (Harumi Shuhama), un sonidista y un camarógrafo.

Después, la filmación es interrumpida por un apocalipsis zombi que se toma las inmediaciones. Los participantes Chinatsu, Ko y Nao trataran de sobrevivir en este nuevo escenario, perseguidos por los zombis y un enajenado director que no dudará en sacar provecho a esta nueva circunstancia para terminar su obra fílmica.

La película no esconde su admiración por el cine B de terror (o cine Z). Se alinea con la lógica de las obras audiovisuales de zombis. Además de traer a colación otras joyas del terror como La masacre de Texas u Holocausto caníbal.

El filme no esconde las costuras de su hechura. Se nota tosca, a ratos incoherente, y barata. Una obra de un principiante hecha con lo mínimo. Sin embargo, también hay algo que se siente fuera de lugar, algo que no encaja del todo. Y he aquí que asoma «la película de la película».

La historia deriva en otra historia y aquí emerge la fascinación por el trabajo del cine, un homenaje no solo a lo visto, sino a lo no visto.

 

El cine nunca deja de sorprendernos

La película se va ampliando hacia campos insospechados y se transforma en una mirada fresca y épica sobre el cine y su realización. Sus participantes parecen más un grupo de improvisadores que trabajan en las condiciones más adversas que unos profesionales del celuloide.

Así, la película funciona como película de terror, como sátira, comedia de zombis y cine dentro del cine. Es difícil quedar indiferente ante este artefacto inusitado y desfachatado que es One cut of the dead. Un experimento muy novedoso que recordará otros trabajos que nos hablan del cine dentro del cine como La noche americana de Franois Truffat o Cautivos del mal de Vincente Minnelli, solo por nombrar algunas grandes cintas que han reflexionado sobre el tema.

Esta obra audiovisual japonesa no es la meditación profunda, filosófica ontológica, en relación a la imagen y su creación, pero es una mirada interesante y singular del oficio mismo del cine. Trabajo que por muy profesional que sea no está exento de problemas de último minuto que muchas veces se resuelven en el momento.

Y este oficio colectivo, que es el cine, requiere del trabajo mancomunado en la planificación y realización donde muchas manos y mentes intervienen. Cosa que el espectador, muchas veces no está del todo consciente. Hacia el final de la película, cuando aparecen los créditos, se muestran escenas de lo que sería una tercera película.

En esa secuencia vemos que el cine nunca deja de sorprendernos.

 

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Cristian Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional «General José Miguel Carrera», y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile. También es profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.

Aficionado a la literatura y el cine, y poeta ocasional, publicó en 2017 el libro Versos y yerros.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Cristián Uribe Moreno

 

 

Imagen destacada: One Cut of The Dead (2017).