[Crítica] «¿Quién le tiene miedo a Virginia Woolf?»: Un brindis por Trinidad González Jansana

Un nuevo montaje de la pieza dramática debida al autor norteamericano Edward Albee, pone de manifiesto la conjunción de una serie de elementos escénicos (actuaciones, dirección e iluminación) en el desafío de lograr una renovada exhibición nacional, de esta canónica obra del teatro contemporáneo a nivel mundial.

Por Enrique Morales Lastra

Publicado el 27.5.2024

Luego de un esfuerzo interpretativo de casi dos horas de duración, es difícil negarles al director Cristian Keim y al elenco integrado entre otros por Trinidad González Jansana y Felipe Zepeda, una rendida admiración después del ejercicio de concentración y de disciplina profesional que implica llevar a escena este clásico escrito por el dramaturgo estadounidense Edward Albee y traducido al castellano por Pilar Serrano, la talentosa esposa del novelista chileno José Donoso.

A este último punto, debemos achacar una de las complejidades que reviste la presentación de este símbolo del teatro contemporáneo en la céntrica sala Antonio Varas, ubicada a una esquina de la imagen del político en nuestro país: que la obra en cuestión podría tener cualquier otro título, independiente del nombre de la novelista británica tristemente malograda en la primera mitad del siglo XX, y no cambia nada.

En efecto, la significativa frase «¿Quién le tiene miedo a Virginia Woolf?», que es un verdadero leit motiv semántico y estético en el texto original, en este montaje aparece solo mencionada dos veces (de boca del personaje de Daniel Alcaíno), con lo cual la fuerza del bautizo que ha hecho célebre a la pieza teatral en cuestión, se pierde en la intrascendencia y en el anonimato de lo inexplicable; por lo menos dramáticamente, en la presente ocasión.

El diseño de iluminación (a cargo de Kristian Orellana) renuevan la estética visual de un clásico moderno (también traslado al género cinematográfico), al remarcar las transiciones anímicas y los acontecimientos emocionales de un relato donde se confunden tanto la identidad como las sombras biográficas de un cuarteto que a punta de alcohol y de confesiones intempestivas en el cobijo de una noche helada, descienden a la brutalidad de sus deseos y al vacío de un presente que los agobia y los tortura, más allá de la rutina de un nuevo día.

Asimismo, en un montaje de una intensa extensión diegética como este dirigido por Cristián Keim, surgen algunos parámetros de comparación, en relación al desempeño de los actores involucrados.

 

Volcanes femeninos en erupción

Primero, tanto Trinidad González como Felipe Zepeda demuestran que son intérpretes que se expresan en un registro bastante por sobre la media de acuerdo a los cánones nacionales, y que su nivel dramático y de gestualidad excede con creces a la calidad habitual de un montaje teatral en el ámbito local.

González resplandece en esta oportunidad, y el brío de su carácter, sumado a una torturada y virulenta sensibilidad, entregan la fuerza emocional a un relato por pasajes carente de esa complicidad, ya sea por lo insustancial de una personificación hecha casi con el nombre, como la de Daniel Alcaíno (a quien le es difícil salir de un estilo declamativo en este rol), como por cierta rigidez narrativa que entregan los diálogos vertidos desde el inglés original, y diluidos en el guion concebido al español por Pilar Serrano.

Sin ir más lejos, este es el mismo texto que se pone en escena en el país desde su estreno en 1964, y quizás merecería una profunda revisión, casi medio siglo después de su debut en las tablas nacionales, y donde Serrano, pese a respetar los tres actos del guion matriz, realizó omisiones propias de las temporalidades culturales y sociales del Chile de la época.

Nicole Vial, por su parte, demuestra un progresivo crecimiento de sus características interpretativas, y su personaje transita por los extremos de una tranquilidad que deviene en histeria y viceversa, en una confiable compañía, frente a la atormentada tranquilidad femenina de la experimentada González.

Y si bien Alcaíno (Jorge), abunda en su consabido manejo de la territorialidad escénica (se mueve y baila los pasos de la comicidad trágica como pocos) siempre parece presentar a una versión de sí mismo que contrasta demasiado con el desdoblamiento sincronizado de sus otros tres compañeros de elenco (en su elemento vocal, para empezar).

Felipe Zepeda, en efecto, entrega un retrato novedoso de su repertorio, en una personificación audaz y convincente de ese joven académico que pese a sus miserias matrimoniales, desea comerse el mundo con una mano, y con otra el competitivo y normado mundo de la institucionalidad universitaria.

Desesperación existencial, sensualidad femenina, deseos masculinos frustrados, y un excelente manejo del desarrollo escénico (a lo largo de dos horas de comprometida interpretación), parecen ser el sello de la dirección de Cristián Keim, quien tiene claro que en un montaje teatral la acción dramática transcurre en un ir y venir de enfrentamientos y fricciones actorales.

 

 

Ficha artística:

Dirección: Cristián Keim | Dramaturgia: Edward Albee | Traducción: Pilar Serrano | Elenco: Daniel Alcaíno, Trinidad González, Nicole Vial y Felipe Zepeda | Diseño escenografía y vestuario: Pablo Núñez | Composición musical: Alejandro Miranda | Diseño de iluminación: Kristian Orellana | Asistencia de dirección: Catalina Rozas | Realización escenográfica: Ricardo Gutiérrez| Realización de vestuario: René Riegga y Olivia Bustos | Producción: Teatro Nacional Chileno | Fotografía: Felipe PoGa | Diseño gráfico: Alonso Morales | Teaser: Sebastián Carez-Lorca.

Desde el 15 de mayo hasta el 1 de junio, miércoles a sábado, a las 19.00 horas en el Teatro Nacional Chileno, sala Antonio Varas ( Morandé 25, Santiago, Metro U. de Chile), a $8.000 la entrada general, y a $5.000 estudiantes, tercera edad y clientes de BancoEstado.

 

 

 

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Nicole Vial y Trinidad González son dos volcanes femeninos en esta puesta en escena de «¿Quién le tiene miedo a Virginia Woolf?»

 

 

Crédito de las imágenes utilizadas: Teatro Nacional Chileno.