[Crítica retro] «Alicia en las ciudades»: Seres aislados en la modernidad

El realizador alemán Wim Wenders es un especialista en «películas de carretera» e insistirá en este viaje eterno (algunas veces sin guion) para que sus personajes se encuentren a través del movimiento de un lugar a otro.

Por Aníbal Ricci Anduaga

Publicado el 27.2.2021

Este largometraje es de los primeros de este director alemán y expone, por vez primera, los fundamentos de su cine: imágenes de fuerte simbolismo, dotadas de encuadres cuidados al servicio de guiones propios que tienen cierta cadencia, nunca apresurada, por mostrarnos a personajes aislados en la modernidad.

Aviones, barcos, automóviles, carreteras, ríos y caminos que parecen conducir a ninguna parte, pero que son el escenario de desenvolvimiento del ser humano contemporáneo.

A este primer paso, le sobrevendrán El amigo americano, París-Texas, Las alas del deseo y ¡Tan lejos, tan cerca!, las dos primeras al estilo road movie y, las dos últimas, miradas complementarias y opuestas de la visión que tienen los ángeles acerca de los seres humanos.

Phil viaja en su auto desde Los Ángeles a Nueva York, retratando todo con su polaroid. Vaga de motel en motel y los encuadres de sus fotografías dan cuenta de la soledad que observa. Les falta vitalidad a esas instantáneas y el protagonista emprende esta road movie para encontrar su esencia, su alma en cierta medida.

Wim Wenders es un especialista en «películas de carretera» e insistirá en este viaje eterno (algunas veces sin guion) para que sus personajes se encuentren a través del movimiento de un lugar a otro.

Entonces Phil le dice a su agente que viajará a Europa para poder escribir acerca del mundo americano. En Estados Unidos ha visto paisajes solitarios y las imágenes televisivas (alienantes y sin sentido) lo han separado de la experiencia vital.

Wenders acompaña a su protagonista con unos simples acordes de guitarra (al igual que a Travis en París-Texas), profundizando el vacío de su experiencia. Lo pierden las autopistas, los trenes, ese «movimiento falso» que lo hace sentir ajeno en cualquier lugar.

En el aeropuerto conoce a Lisa y su hija Alicia. La puerta giratoria es el primer momento lúdico del filme, donde los protagonistas (Alicia y Phil) serán expuestos uno frente al otro.

Antes de partir a Europa, Lisa los deja plantados en el Empire State y Phil debe viajar con Alicia para reunirse con Lisa en Amsterdam. Se hospedan en un hotel cercano al aeropuerto y visitan la ciudad durante el día.

Viajan en barco y Phil pierde la paciencia con Alicia debido a que su madre no aparece. Le propone encontrar a su abuela y le nombra todas las ciudades alemanas. Viajan en bus con destino incierto y luego abordan un tren. Wenders plasmó aquí su obsesión estética por los medios de transporte.

Alicia llora y Phil le cuenta una historia para que se quede dormida. Arriendan un automóvil e intentan reconocer entre las fachadas de las casas. Se sinceran en la cafetería y Phil le dice que no puede perder más tiempo y dinero. Alicia no entiende que es lo que Phil realmente tiene que hacer.

El encuadre es más cercano, se están comunicando, dejando atrás las imágenes vacías de Estados Unidos. Acuden a la estación de policía y más tarde Phil asiste a un concierto mientras Alicia conversa con los funcionarios. Pareciera que Phil disfruta de la música, esta vez en vivo cobra mayor sentido.

En el auto el diálogo se vuelve más cercano: Alicia parece recordar donde vive su abuela y Phil sonríe animado. Le dice que vive cerca de donde están ahora y le nombra el distrito que le indicó el policía.

Alicia tiene una foto de la casa y siguen recorriendo ciudades. Van disfrutando del paisaje y la cámara se llena de niños en cada encuadre. Ambos ríen y juegan hasta que por fin dan con la casa, pero la abuela ya no vive ahí desde hace dos años.

Van a nadar y Alicia le dice que la gente lo confunde con su padre. En las instantáneas aparecen los dos, en primer plano y sonriendo. Las fotos ahora tienen significado. Un policía los reconoce (aparecen en el periódico) y le dice que llevará a Alicia donde su madre.

Alicia le pasa cien dólares para el tren de vuelta (Phil ha gastado todo su dinero). Le dice a Alicia que en Munich acaba la historia. Viajan en tren, mirando el paisaje que ahora los acoge.

La película es un viaje tanto físico como emocional, sin recurrir a sensiblerías. En la medida que Alicia le muestra las ciudades, ellos se van acercando hasta encontrarle sentido al viaje que han emprendido.

 

***

Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) es ingeniero comercial titulado en la Pontificia Universidad Católica de Chile y magíster en gestión cultural de la Universidad ARCIS.

Como escritor ha publicado con gran éxito de crítica y de lectores las novelas Fear (Mosquito Editores, 2007), Tan lejos. Tan cerca (Simplemente Editores, 2011), El rincón más lejano (Simplemente Editores, 2013)El pasado nunca termina de ocurrir (Mosquito Editores, 2016) y las nouvelles Siempre me roban el reloj (Mosquito Editores, 2014), El martirio de los días y las noches (Editorial Escritores.cl, 2015), además de los volúmenes de cuentos Sin besos en la boca (Mosquito Editores, 2008), los relatos y ensayos de Meditaciones de los jueves (Renkü Editores, 2013) y los textos cinematográficos de Reflexiones de la imagen (Editorial Escritores.cl, 2014).

Sus últimos libros puestos en circulación son las novelas Voces en mi cabeza (Editorial Vicio Impune, 2020) y Miedo (Zuramerica Ediciones, 2021).

Asimismo es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Aníbal Ricci Anduaga

 

 

Imagen destacada: Alicia en las ciudades (1974).