[Crítica retro] «Blue Jasmine»: Uno de los guiones perfectos de Woody Allen

Justo cuando el director neoyorkino nos regalaba uno de sus mejores textos argumentales dentro de la filmografía de su fascinante trayectoria artística, las renovadas acusaciones de Dylan Farrow, a principios de 2014 —por supuestos abusos sexuales cometidos en su contra por el realizador, cuando ella era una niña—, hicieron que la Academia estadounidense desistiera de entregarle ese año el Oscar destinado al mejor libreto dramático a su autor, y el cual se merecía sin duda por esta obra audiovisual, protagonizada por una brillante Cate Blanchett.

Por Aníbal Ricci Anduaga

Publicado el 25.1.2021

«Lo que es común siempre tiene escaso valor».
Nietzsche

Woody Allen dibuja con maestría dos facetas de aquello que no tiene valor. Por un lado, está la inmediatez, ese presente mal entendido, donde no hay planes, metas, ni evaluaciones. Ese contentarse con vivir, con existir y dejarse llevar, personificado por Ginger, una mujer que no se valora a sí misma y cuya fuerza de gravedad atrae a puros perdedores.

Ella representa el fondo del pozo, esa alma caritativa que no tiene nada que perder, debido a que no existe un estado peor. Su autoestima es baja y, cuando llega su hermana Jasmine en un estado calamitoso, Ginger, en su pequeñez, siente que puede ayudar a alguien más desamparado. Incluso intenta cambiar de hombre, pero es sólo un espejismo y termina conociendo a otro sujeto inadecuado.

Jasmine, al contrario, representa la ausencia de presente, un avión volando entre nubes (perfecta secuencia inicial), que vive de recuerdos y ambiciones futuras. Será la protagonista de la cinta, pero su aquí y ahora no existe, es prestado por su hermana Ginger.

Nietzsche nos da más luces: «Las grandes cosas siguen siendo para los grandes, los abismos para los intelectuales, los matices y estremecimientos para los refinados y, en resumen, todo lo que es raro para los raros».

Ginger no es grande ni refinada, es una persona común y corriente, de la cual no se esperan grandes cosas. Jasmine es arribista e hipócrita; en ella todo es falsedad, su marido fue un estafador que se ahorcó, pero Jasmine dice eufemísticamente que «se rompió el cuello» (estrangularse es de mal gusto).

La verdad se sostiene por sí sola y la falsedad hay que impostarla. Por eso Jasmine bebe demasiado, es neurótica, celosa y sufre crisis de pánico. La realidad la supera a menudo y necesita refugiarse en la opulencia del pasado o en el ascenso político y social que representa su conveniente novio.

Allen filma las escenas con una soltura deslumbrante, mezclando el pasado y el presente de la protagonista como si fueran un continuo viaje entre las nubes.

El valor de Jasmine se lo otorga su hermana al repetirle que «tiene buenos genes». Las dos hermanas eran huérfanas y fueron adoptadas por los mismos padres, y esos padres implantaron esa mentira de los genes para propiciar un mejor futuro para Jasmine.

Jasmine siempre se hizo la tonta con los negocios turbios y amoríos de su ex esposo. El asunto de los genes es una trampa; vendría explicado porque ella es alta, rubia y de ojos azules, pero esa apariencia la ha convertido en una inútil que no encontró ni encontrará algo que hacer en la vida.

El toque de humor negro es un sello en la filmografía de Woody Allen. Jasmine requirió en su momento de «la medicina de Edison» (electroshocks) para recuperar la cordura.

Cada vez que conoce a alguien, ella va matizando rencores de relaciones pasadas y se las transfiere a otros. Y cada vez que su vida se descompone, las cosas de su cartera caen al suelo.

Para Nietzsche, Jasmine sería una «rara».

En otras palabras, el falso mundo de Jasmine atrae más falsedad y sus mentiras sólo se sostienen con una interminable lista de mentiras, que la dejan hablando sola, con el pelo mojado, en una banca de la calle.

 

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Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) es ingeniero comercial titulado en la Pontificia Universidad Católica de Chile y magíster en gestión cultural de la Universidad ARCIS.

Como escritor ha publicado con gran éxito de crítica y de lectores las novelas Fear (Mosquito Editores, 2007), Tan lejos. Tan cerca (Simplemente Editores, 2011), El rincón más lejano (Simplemente Editores, 2013)El pasado nunca termina de ocurrir (Mosquito Editores, 2016) y las nouvelles Siempre me roban el reloj (Mosquito Editores, 2014), El martirio de los días y las noches (Editorial Escritores.cl, 2015), además de los volúmenes de cuentos Sin besos en la boca (Mosquito Editores, 2008), los relatos y ensayos de Meditaciones de los jueves (Renkü Editores, 2013) y los textos cinematográficos de Reflexiones de la imagen (Editorial Escritores.cl, 2014).

Su último libro puesto en circulación es la novela Voces en mi cabeza (Editorial Vicio Impune, 2020).

Asimismo es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Aníbal Ricci Anduaga

 

 

Imagen destacada: Blue Jasmine (2013).