[Crítica] «Tokyo Godfathers»: El cuento de Navidad de Satoshi Kon

Con este olvidado filme que data de 2003, y el cual se encuentra disponible en la plataforma de streaming Netflix, el celebrado realizador japonés nos enseña que una comunidad familiar no se define necesaria ni exclusivamente por los lazos sanguíneos, sino que también por el cuidado mutuo entre quienes la componen.

Por Alejandro González-Degetau

Publicado el 23.12.2021

Satoshi Kon es un director reconocido por sus brutales thrillers psicológicos como Paprika (2006) y Perfect Blue (1997). Sin embargo, pocas personas saben que entre medio de esas dos obras maestras dirigió una originalísima y conmovedora historia de Navidad llamada Tokyo Godfathers (Tôkyô goddofâzâzu, 2003).

El título en castellano es Héroes al rescate, y alude a la declaración de uno de los protagonistas: “somos vagos sin hogar, no héroes de una película de acción”.

Los héroes de esta historia son tres marginados de la sociedad: Hana, una mujer trans, Gin, un alcohólico apostador y Miyuki, una adolescente que escapó de su casa tras haber apuñalado a su papá.

Lo que une a este inverosímil trío es su condición de vagabundos junto a una misión compartida: la de buscarle hogar a una bebé que encuentran llorando entre la basura y a quien ponen por nombre Kiyoko.

Toda la aventura transcurre durante la noche de Navidad y posee claras resonancias bíblicas. Ya la primera escena nos muestra una representación del pesebre, junto a unas palabras que marcarán el trasfondo de esta historia navideña: “Jesús nació para ofrecer a quienes estaban solos un lugar para vivir”.

 

“Ninguna persona es una isla”

Hogar, soledad y familia son las temáticas principales que cruzan todo el filme. Así como también la ingeniosa presencia de figuras angélicas, las cuales aparecen en los lugares más insospechados, desde imágenes de publicidad hasta la decoración alada de los taxis.

Hana se refiere a la bebé Kiyoko como “su ángel” y Miyuki nombró a su gato “Ángel” por sus manchas blancas con forma de alas. Aunque quizá la mejor aparición angélica esté relacionada con una deslumbrante drag queen (ok, no más spoilers).

Esta, sin embargo, no es una película sobre ángeles, sino sobre personas humanas que sin ser perfectas actúan desinteresadamente y con coraje en favor de otros.

Nuestros héroes poseen defectos notorios y agudos conflictos interiores. Se insultan y golpean en varias ocasiones, lo cual resulta bastante entendible. Hana es sensible, culta, poética y apasionada, mientras que Gin exhibe un sentido común demoledor, junto a una exasperante falta de tacto. Y Miyuki, no lo olvidemos, aunque ha tenido que madurar a una marcha forzada, sigue siendo una adolescente.

Pese a lo disfuncional de sus respectivas familias biológicas, nuestros protagonistas llegan a conformar un núcleo familiar donde Hana representa la figura materna, Gin la figura paterna, y tanto Miyuki como Kiyoko hacen las veces de hijas adoptivas.

Esta original familia está unida por la carencia de un hogar estable y la determinación tácita de apoyarse mutuamente frente a cualquier adversidad. Cada vez que alguno de ellos se ve en situación de peligro, el resto acude siempre a su rescate.

Pues no olvidemos que se trata de una película de Satoshi Kon, y eso suele implicar una cierta cuota de violencia. La Navidad en Tokyo Godfathers no está exenta de amenazas, accidentes, asaltos, secuestros, asesinatos…

Además, la nieve cae implacable sobre la ciudad durante casi toda la película. Hace frío, hambre y nuestros héroes pasan la mayor parte del tiempo a la intemperie buscando darle alimento y resguardo a Kiyoko.

De modo que Satoshi Kon no romantiza la situación de quienes viven en la calle, pero sí realza su indeclinable humanidad. Y lo hace mostrando cómo todas las personas humanas nacemos desvalidas y necesitadas de una comunidad familiar; una comunidad que no discrimina por clase, raza, edad, género ni orientación sexual.

Las vidas de estos personajes nos enseñan que “ninguna persona es una isla”, como diría Hana, sino un hogar para los otros. Y esto se cumple cabalmente en un filme donde todas las historias están íntimamente entrelazadas.

No solo las del trío de héroes, sino también las de todos aquellos que se topan en el camino: empresarios, taxistas, inmigrantes, ancianos moribundos, drag queens, enfermeras…

 

El apoyo de un amor incondicional

Se trata de un fascinante tapiz de la sociedad que, sin ser moralizante, exhibe un mensaje de aceptación y reconciliación que desborda ternura y humor. Pues Tokyo Godfathers es, ante todo, una obra adorable, ligera y muy divertida, llena de comedia en sus vivas expresiones faciales, diálogos profundos y situaciones insólitas.

Podría decirse que Tokyo Godfathers se acomoda a varias convenciones del género navideño. En primer lugar por el tiempo en el que transcurre la acción (25 de diciembre), el escenario, la decoración, los villancicos, las coincidencias que tienen apariencia de milagro… Y sin embargo, es muy distinta a todas las películas navideñas que he visto. Se siente mágica, sí, pero, a la vez, muy real.

Pues además de contar una historia navideña apasionante, constituye una bellísima celebración de las familias en su asombrosa diversidad.

Podría decirse que si Paprika y Perfect Blue son delirantes exploraciones psicológicas, Tokyo Godfathers es una entrañable reflexión sociológica en torno a lo que significa pertenecer a una familia.

Satoshi Kon nos enseña que una comunidad familiar no se define necesaria ni exclusivamente por lazos sanguíneos, sino por el cuidado mutuo entre quienes la componen.

Se trata de una visión inclusiva de la familia como un espacio seguro donde caben todas las personas, también aquellas que la sociedad no admite ni protege, como Gin que representa una carga por sus adicciones, Hana que sufre discriminación por su identidad de género, o como Miyuki, quien más que ser tachada de delincuente necesita comprensión, cariño y terapia.

Ellos son verdaderamente los héroes de esta Navidad y de todas. Especialmente en tiempos donde las familias son atacadas, vulneradas y restringidas, Tokyo Godfathers luce como un urgente llamado a protegerlas, honrarlas y promoverlas.

Este me parece ser el mensaje del cuento navideño relatado por Satoshi Kon: todas las personas somos dignas; todas necesitamos ser sostenidas por un hogar y por un amor incondicional.

 

*Le dedico este ensayo a mis alumnas y alumnos de Psicología UFT de quienes aprendí la variadísima maravilla de las realidades familiares.

 

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Alejandro González-Degetau (México, 1994) estudió filosofía con minor en literatura en la Universidad de los Andes (Chile), y es magíster en filosofía por el King’s College London (Inglaterra).

Sus áreas de investigación son los estudios iconológicos aplicados al arte y al cine. También ha escrito artículos sobre poesía como: “La via negationis en San Juan de la Cruz y Rainer Maria Rilke” en la Revista Hipogrifo (2018) y “Los pájaros en la obra de Gerard Manley Hopkins y Joaquín Antonio Peñalosa» (RiL, 2021). Sus áreas de interés son el cine de géneros y la obra de realizadoras femeninas.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Alejandro González-Degetau

 

 

Imagen destacada: Tokyo Godfathers (2003).