[Crítica] «Vidas pasadas»: Amor y destino no son lo mismo

Desde hace un par de años se ha visto un auge en el circuito cinematográfico en torno a historias de pasión complejas, menos tradicionales y dirigidas hacia un final dramático poco convencional. La presente ópera prima entra en esa categoría, pero pateando la puerta con una innovadora idea central, y basada en un bello concepto estético coreano.

Por Rafael Jaramillo Avellán

Publicado el 17.2.2024

Qué lindo es ver esos análisis de personaje que resuenan en lo más profundo del alma y del corazón. Vidas pasadas se da la tarea de presentarnos una historia tan convencional que se siente distinta al darte cuenta de que hace mucho tiempo no te topabas con una situación como esta en una sala de cine.

Celine Song demuestra que es una autora carismática y sentimental escribiendo y dirigiendo este bello relato donde aprendemos que el destino y el amor no tienen por qué coincidir. La vida misma nos lleva por caminos separados o interconectados, ya sea en esta o en la otra, o en esta existencia o en la anterior o la siguiente. Este es el concepto del In-Yun, el cual es el eje central de esta narración audiovisual.

Nuestros protagonistas son dos imanes que cuando están cerca es imposible que no se peguen el uno al otro, pero la vida los lleva a estar lo suficientemente lejos como para que esto suceda. Es aquí donde cada uno deberá ser fiel a sus ideales y ambiciones para poder cumplir lo que anhelan, así les cueste el poder estar juntos.

Esta historia se encuentra excelentemente dividida en tres increíbles capítulos que nos permiten seguir muy bien el doloroso camino que recorren nuestros protagonistas. No existe escena de más ni dialogo fuera de lugar, todo está en su lugar.

 

Una delicada estética urbana

Así, este maravilloso guion se encuentra acompañado de una narrativa visual preciosa que embellece los paisajes y los sentimientos que estamos presenciando en pantalla. Celine Song es una artista que merece ser tomada en cuenta ya que tiene un potencial increíble.

No solo eso, sino que de principio a fin escuchamos una banda sonora melodiosa que te enamora en cada escena que aparece para evocar en uno el sentimentalismo y la fragilidad que llevamos adentro.

Considero que hay un elemento algo pesado que le resta a la película y es el hecho de que uno de los protagonistas debe quedar en ridículo para dar movimiento al tercer capítulo. Dudo que esto sea necesario en historias como la presente, ya que hay una gran variedad de alternativas a utilizar para generar esa inercia que mueve hacia el desenlace.

No obstante, el inicio, el desarrollo y el final nos presentan una narrativa diseñada para ser precisa, preciosa y ponerte a pensar sobre la naturaleza del destino y el amor, los cuales a veces creemos que deben ir de la mano, pero no siempre es así.

Esta película te hipnotizará por la belleza del proceso de sus personajes al igual que por la dirección y los paisajes, tanto de Seúl como de Nueva York, retratados por la magnífica Celine Song.

 

 

 

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Rafael Jaramillo Avellán (Guayaquil, 1994) estudió ingeniería civil en el Tecnológico de Monterrey (México) y actualmente cursa una maestría en innovaciones pedagógicas en la Universidad Casa Grande (Ecuador).

Amante del audiovisual desde muy pequeño, lleva siete años escribiendo crítica de cine y ha colaborado con revistas tanto físicas como digitales. Sus escritos pueden encontrarse en su blog personal.

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Rafael Jaramillo Avellán

 

 

Imagen destacada: Vidas pasadas (2023).