[Crítica] «Y líbranos del mal»: En la Lima horrible de Santiago Roncagliolo

Qué significa ser un inmigrante, cómo formamos nuestra identidad, cuál es la relación entre origen y lenguaje, y las sombras represoras de las dictaduras militares durante la década de 1970 en la historia de su país, son algunos de los temas que explora la nueva y lograda novela del imprescindible autor peruano.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 13.5.2021

La última novela de Santiago Roncagliolo Y líbranos del mal (Seix Barral de Planeta, 2021) comienza con la noción de ficción, en el sentido de fabricación: “… quizá la única forma de contar los hechos verdaderos sea salpicarlos de palabras de mentira”.

Esta advertencia frente a la narración que se viene, centrada en abusos cometidos bajo el amparo de la Iglesia Católica en Perú, sugiere también un acto de confesión, a la vez que denuncia. Roncagliolo escribe: “He cambiado los nombres de esta historia”.

El contexto es el de una clase acomodada peruana, donde rigen la represión, el abuso y el encubrimiento. Esto lo vamos sabiendo de a poco; al principio vemos a una familia gringa, como cualquier otra, disfrutando de pizzas y más pizzas.

Aquí se revelan mezquindades como el arribismo, el oportunismo y el repudio hacia los orígenes propios. En Nueva York confluyen estos: “inmigrantes que se esmeraban por convertirse en auténticos neoyorquinos… llegaban a hablar su propio idioma nativo con acento”.

Qué significa ser un inmigrante, cómo formamos nuestra identidad, cuál es la relación entre origen y lenguaje, son algunos de los temas que explora Y líbranos del mal. Nuestro lugar dentro de una constelación familiar también es una preocupación de la novela: ¿Es posible querer a seres despreciables, solo por el hecho de ser familia?

 

“Dios no existe”

Jimmy (James) viaja a Perú para cuidar a su abuela, “Mama Tita”, representante de un catolicismo de derechas. A Jimmy le sorprende encontrar una biografía de Mussolini en la casa de la abuela, pero esta no manifiesta ningún remordimiento, tampoco pudor, por expresar su fascismo y racismo de manera abierta.

La empleada de la abuela, una devota y eterna presencia, Paquita, arroja luces sobre la conformación social de este tipo de familias, algo retratado genialmente por Josué Méndez en su película Dioses.

Así, el deterioro de Mamá Tita simboliza el colapso de una muralla de encubrimientos (lo blanco, europeo), y es que esta abuelita es también una caja de pandora con su propia toxicidad familiar; ella no tiene pelos en la lengua para exponer su postura política: “Lo que te gustaría a ti es que viviéramos como en Venezuela. O en Cuba. ¡Muriéndonos de hambre sin poder protestar!”.

Para la abuela “los periodistas son todos unos comunistas”.

Su hijo, Sebastián (padre de Jimmy), tiene visiones semejantes. Es bastante derechista (considera a Obama un peligro socialista), aun cuando sabemos que, en sus años mozos, “lo que de verdad le gustaba a Sebastián era el vandalismo. El ataque, de ser posible, en masa”.

En la adolescencia, Sebastián llega a ser líder de un clan: “los pirañas de la clase alta, que no robaban para subsistir, sino por deporte”.

Hay más matices: Jimmy cumple 18 años durante la novela y este rito de pasaje es saldado por Sebastián con una salida a pescar, y, aunque Jimmy intenta sonsacar verdades del pasado, la única prenda que suelta el padre gira en torno a su ilusión de haber querido ser sacerdote y de reconocer que “no estaba llamado por Dios”.

Jimmy tiene acceso a otras fuentes de información en la investigación sobre su padre. Un personaje clave es el profesor Gabriel Furiase, con sus inspiradas exposiciones sobre temas religiosos, como el significado del dolor entre Cristo y Dios. Para Sebastián este catedrático surge como una alternativa a la paupérrima imagen paterna que él tiene de su propio padre, un impostor.

“Dios no existe”, dice en voz alta Sebastián en la clase, en un intento de relación o de confrontación terapéutica. Roncagliolo también percibe como telón de fondo el aún presente fantasma de la dictadura militar de Juan Velasco Alvarado en su novela.

El ambiente represor y reprimido flota sobre estos personajes, por eso hay una propuesta urgente en la denuncia de los abusos de los curas, el encubrimiento, y un repaso crítico al discurso que se esgrime para justificarlos.

 

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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).

Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, y Dame pan y llámame perro, y los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, y la novela bilingüe En la isla/On the Island.

Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

«Y líbranos del mal», de Santiago Roncagliolo (Seix Barral, 2021)

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Crédito de la imagen destacada: Rodrigo Marmolejo.