[Crónica] Buenos Aires, la ciudad del Obelisco y capital cultural de Sudamérica

En el contexto de la última Feria del Libro que tradicionalmente se desarrolla en la capital argentina, un escritor chileno entrega sus impresiones luego de haber transcurrido diez años desde su última visita a la urbe de Jorge Luis Borges y de Carlos Gardel.

Por Jorge Calvo

Publicado el 18.6.2022

Mi Buenos Aires querido
cuando yo te vuelva a ver…
En la voz de Carlos Gardel.

 

La previa

Al cabo de una década sin visitar Buenos Aires, ciudad que admiro desde que la conociera por primera vez allá a inicios de los 80, luego de la Guerra de las Malvinas y al fin de la dictadura militar, inevitablemente cada vez que me encuentro en ella, me impresiona, porque simplemente es una ciudad donde se siente en vivo las pulsaciones y el latido de las expresiones artísticas y culturales contemporáneas.

Al conversar con cualquier mozo de cafetín o restaurante o con un conductor de taxi se constata que se encuentran enterados de todo; finanzas y la inflación galopante que ha desplomado cuatro veces el poder adquisitivo de los argentinos, pormenores de política o este «okupa» que ha llegado a La Casa Rosada, viste.

O, simplemente cine:

—¿Ya viste que lo tenemos aquí a Robert de Niro, filmando una serie acá, en La Boca?

O de literatura y de libros, avanzando por la Avenida de Palermo que nos conduce a la 46 Feria Internacional del Libro, que al fin se realiza luego de dos años de pandemia:

—Observá la hilera de buses que se prolonga tres, cuatro cuadras, hasta las cercanías de la Feria, son visitantes que llegan de todos lados; es una locura.

Una periodista, más tarde, me comenta que a pesar de la tremenda crisis económica que se vive y de la devaluación abominable sufrida por la moneda local: las personas han visto reducirse sus ingresos hasta cuatro veces, pero de todos modos las filas para ingresar a la Feria son interminables.

—Y es que el libro en Argentina es una fiesta, sostiene el taxista.

Cierto: una fiesta —pienso yo— y no un objeto prescindible, en la pirámide de Maslow ocupa el último lugar.

El espacio donde se instala la Feria se conoce como La Rural, un predio de 45 mil metros cuadrados, subdividido en cinco enormes secciones diferentes, definidas por colores, el stand de Chile queda en el amarillo.

Más de 1.500 actividades para lectores, escritores, editores, ilustradores, docentes y toda la comunidad que comprende la cadena de valor del libro. Congrega más de 1.500 expositores de más de 50 países diferentes y entre conferencias, presentaciones de libros, mesas redondas contempla arriba de cinco mil actividades a lo largo de los dieciocho días que se prolonga la Feria.

Sin duda una verdadera fiesta.

Una fiesta de la cultura, del arte y de la creación.

 

El desembarco

Volver a desplazarse, en un día nublado, con lloviznas esporádicas, y una temperatura que bordea los 15 grados, desde Ezeiza a la esquina de Corrientes con el Obelisco resulta emocionante. Buenos Aires es una ciudad que convoca emociones y evocaciones.

En mis oídos resuenan aquellas palabras de Borges: «Nada me gusta tanto como pasear por Buenos Aires, lástima que Buenos Aires ya no existe».

Y ese es precisamente el principal temor: Luego de todos los cambios y transformaciones que hemos experimentado con la moda del neoliberalismo y la cultura del consumo y de presenciar como tantos valores —en materia de arte y cultura— se consideraban sagrados han devenido simple objeto de trueque, llevándonos a experimentar en carne propia esa sensación de desarraigo y de no pertenencia que vive el extranjero de Camus.

Contemplamos el desfile de perspectivas y edificios a medida que nos internamos en el centro de la ciudad, preguntándome cuánto habrá conseguido sobrevivir. ¿Quedará algo de aquello que un día me impresionó? Las construcciones son una mezcla de tradición y de vanguardia.

Esta es también la cultura del mate, los asados, el fútbol y por encima de todo el tango: ¿se podrá ver todavía a Edmundo Riveros cantando en El Viejo Almacén del Paseo Colón, donde van los que tienen perdida la fé?

Buenos Aires es además teatro, música, cafés, bares, cervecerías, empanadas, pizza, dulce de leche y alfajores. También es moda, amplios kioscos en las veredas, espacios verdes, artesanías y por su historia Buenos Aires era un epicentro de la actividad cultural sudamericana. ¿Lo será todavía?

Una atmósfera mágica especial parece impregnar la capital de Argentina quizá se deba a su proximidad con los vientos atlánticos, pero este lugar ha sido la cuna de una serie de músicos, escritores, muralistas, chefs, fotógrafos, entro otros artistas, a lo largo de la historia que se han destacado a nivel mundial.

Resuenan por ahí los nombres de escritores de la talla de Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Ernesto Sábato y Roberto Arlt, y las escritoras Silvina Ocampo, Alfonsina Storni y Alejandra Pizarnik, al cantante, compositor y actor nacionalizado argentino Carlos Gardel o al bandoneonista y compositor Astor Piazzolla todavía muy presente porque sus acordes de «Adiós Nonino», «Reunión cumbre» o «Libertango» me acompañan a lo largo de toda la visita.

Esta música me sigue a los lugares más inesperados, en los parlantes de la recepción del hotel, al beber una sidra en el Tortoni, que en su brillo y resplandor parece recién inaugurado, en los músicos que tocan en las galerías o en las escaleras del subte.

Los acordes de Piazzolla son el nuevo latido de la ciudad.

Una de las noches acudiré a La Galería del Tango en calle Florida, a la Sala Gardel, donde se rinde un homenaje al gran acordeonista: Astor Piazzolla.

 

La inauguración

La inauguración oficial de la Feria Internacional del Libro se llevó a cabo el jueves 28 de abril a las 18 horas, el discurso inaugural lo hizo el escritor y guionista argentino, ganador del Premio Nacional de Literatura y, en dos ocasiones, Premio Dashiell Hammett de la Semana Negra de Gijón: Guillermo Saccomanno.

Al comienzo el discurso aludió a la creciente falta de papel y a lo difícil que resulta para las editoriales pequeñas planificar la edición e impresión de libros. Y entonces agregó este párrafo que desencadenó polémicas a lo largo del país:

«La falta de papel se debe a la menor producción de las dos empresas productoras de papel para hacer libros. Una es Ledesma, propiedad de la familia Blaquier y Arrieta, una de las más ricas del país, apellidos vinculados con la última dictadura en crímenes de lesa humanidad, además de relacionados con la Sociedad Rural, escenario en el que hoy estamos. La otra empresa es Celulosa Argentina. Su directivo es el terrateniente y miembro de la Unión Industrial José Urtubey, conectado con la causa Panamá Papers».

Y luego de algunas consideraciones sobre los altos costos de la publicación de libros y las mejores utilidades que se obtienen dedicando la producción a papel de embalar o cajas, dedicó otro párrafo a considerar el sentido de la escritura: «la búsqueda de un sentido que a menudo se le rehúye».

Y señaló que su propia escritura se ha vuelto más reconcentrada: «y a un tiempo, abierta, tratando de conectar en un modo zen el uno con el todo. El monje taoísta vietnamita Thich Nhat Hanh dice que la hoja donde escribo contiene el árbol del que proviene, desde la semilla, pasando por la lluvia, el sol, las estaciones, una historia concerniente a la naturaleza ante la que no puedo hacerme el distraído…».

Concluye su intervención señalando que el mejor destino que puede encontrar el silencioso acto de la escritura, es la publicación, proceso que cada vez se torna más engorroso, inaccesible y caro. Al punto que algunos autores deben costear de su bolsillo la edición de sus obras.

Y cierra con estas palabras: “Siempre pensé que el premio mayor para una escritora o un escritor debe ser que una piba, un pibe, detecten mañana tu libro en una bandeja de usados, ese entusiasmo al encontrar y encontrarse. Todavía lo sostengo. Desde esta construcción de mi escritura hablo esta noche.

En síntesis eso es la Feria, el libro, la escritura: un punto de encuentro.

 

Rumbo a La Boca

Caminito que el tiempo a borrado
que junto un día nos viste pasar
he venido a contarte mi adiós
una sombra ya pronto serás.

Al consultar en el hotel por la forma más recomendable de ir al barrio de La Boca, e incluso a un mozo en un cafetín donde me detuve a beber un cortado, en jarrito, recibo las siguientes palabras:

—Tené cuidado che, La Boca ya no es la misma, está todo muy cambiado y se ha puesto peligroso, mantente en la zona para turistas…

Finalmente debo coger un taxi, la escasez de papel y de plástico vuelve imposible encontrar tarjetas para los buses de locomoción pública o el subte. Incluso alguien me aconseja:

—Subite no más al bus, acá es tan barato, vale una décima parte de lo que vale en Santiago, que nadie te va a cobrar, pasas no mas, viste…

Ya rumbo al mítico barrio, en la zona portuaria, que en otros tiempo fue puerta de entrada de inmigrantes, especialmente de italianos, y en cuyas callecitas fueron testigos del nacimiento del tango, que al inicio era solo música, los famosos ocho compases que le dan su estructura melódica y que se bailaba entre hombres, bajo los faroles con su luz mortecina.

Y fue así hasta aquella noche del año 1916 en que en el Teatro Esmeralda, Carlos Gardel cantó «Mi noche triste», el primer tango con letra. La perspectiva es de construcción y renovación de calles, mucho laburo en la vía, y el transito es una joda, viste. Alega el chofer a medida que nos acercamos.

De pronto nos vemos detenidos por un tumulto de personas que se apelotonan adelante, saltan y se mueven intentando visualizar algo, algo que sucede delante de ellos. Algo excepcional.

Se trata nada más y nada menos que del actor estadounidense Robert De Niro, quien se encuentra en Argentina participando en el rodaje de Nada, una serie de Mariano Cohn y Gastón Duprat, protagonizada por Luis Brandoni que podrá verse el año entrante en Star+.

El personaje de De Niro es un amigo extranjero del personaje que encarna Brandoni, se trata de un vínculo que de alguna manera emula al que une a los dos actores en la realidad. Y en estos momentos están grabando precisamente en las calles aledañas a La Boca.

Desciendo del taxi y me interné entre el gentío sorprendido y alegre de haber divisado al mítico actor caminando por el medio de la calle, alzando los brazos, deteniéndose a mirar sobre el hombro. Y la gente comenta y exclama a viva Voz: ¿Lo viste? Si, era él, El mismo actor de El padrino, Taxi driver, Noveccento y tantas otras.

De Niro ya no está, se ha ido, hace tal vez media hora o una hora. Me adentro por Caminito, la calle legendaria, sembrada de tréboles y juncos en flor. El empedrado de ha cubierto de numerosas terrazas con mesas a la calle, el aroma a carne asada y los acordes del tango impregnan el ambiente.

Una serie de puestos venden chucherías y souvenirs, imágenes de la Mafalda, otra pequeña Diva bonaerense. Y parejas con trajes típicos bailando tango o milonga. Quizá las cosas lucen un poco más desgastadas por el inexorable paso del tiempo y la pandemia. Pero, ¿peligro? Al menos en este ambiente de jolgorio mítico, no se percibe.

Al día siguiente los periódicos en los kioscos informan que la crisis económica se acentúa, que el dólar vuelve a subir, que la vida se encarece y que De Niro andará de filmación por los rumbos del Museo Nacional de Bellas Artes en Avenida del Libertador al 1.400.

Por la noche de visita a un espectáculo de tango, con cinco o seis músicos tocando: un homenaje a Piazzolla.

El bandoneón es el Rey. Y de todos modos, aquí y allá persiste la preocupación por el barbijo: Cuidado, subíte el barbijo. No podés ingresar sin barbijo. ¿Andas con el barbijo? Ponételo o no podés ingresar. ¡Cómo se te ocurre andar sin barbijo? Son tiempos de pandemia, ¿viste?

 

El viernes, horas antes de regresar

Nueva visita a la Feria del Libro, yo fui invitado por la S.A.D.E Sociedad Argentina de Escritores, visitó el stand y converso con el Presidente, le hago entrega de algunos ejemplares de mi libro, especialmente el de los cuentos de ajedrez.

Luego voy al stand de Chile donde durante algunas horas me siento a conversar con el público asistente, firmo y vendo varios ejemplares y finalmente junto a otros escritores presentes hacemos una lectura ante una veintena de asistentes.

Más tarde me entero que a la misma hora pero en otros puntos de la inmensa Feria, se encontraba el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, que recién dado de alta del hospital por unas complicaciones de covid, acude a la Feria, de buen semblante, para lanzar un premio de cuentos cortos.

El escritor apadrinó el premio con su Cátedra Vargas Llosa, que busca: «facilitar la vida de los jóvenes que tienen una vocación literaria y siempre tienen muchas dudas a la hora de empezar a escribir».

Y agregó: «Estamos convencidos de que la literatura es necesaria. Establece puentes y busca una perfección que en la vida no encontramos. Y es también una protesta, muestra las deficiencias de una sociedad, clama contra ellas», dijo el Nobel, quien estuvo acompañado por el escritor español Javier Cercas.

Y, a la misma hora, en la sala José Hernández, el autor norteamericano John Katzenbach conversaba con Cristina Pérez sobre su extensa obra y particularmente de su última novela, El club de los psicópatas (Penguin Random House).

Este rey Midas editorial de la novela negra explora la violencia y la crueldad en diversos escenarios del planeta, pero siempre en tenebrosos rincones de la mente humana. En una entrevista reflexionaba lo siguiente: «Encontrarse con uno mismo dentro de tu propio interior es el desafío más complicado al que se enfrenta una persona».

Otros escritores que también visitaban la Feria eran los españoles: Antonio Mercero, Jorge Díaz y Agustín Martínez, tres hombres, que deciden firmar su trilogía de novelas policiales, que tiene como protagonista a la detective Elena Blanco, bajo el nombre y apellido de Carmen Mola. Nadie sabe que son ellos. Hasta que con su cuarto libro, La bestia, ganan el millón de euros del Premio Planeta 2021 y se revela la verdadera identidad.

Esta peculiar situación genera nuevos conflictos alrededor de la trascendencia de la literatura en el presente y los límites —ambiguos— entre operación de marketing, ficción, éxito y prestigio.

La ficticia escritora Carmel Mola, también se hizo presente un par de días en la Feria del Libro: Bestia es una novela histórica ambientada en la epidemia de cólera de 1834 en Madrid. En este escenario, una niña (Lucía) intenta descubrir el paradero de su hermana mientras va consiguiendo aliados en el camino. Todo esto rodeado de sangre, peripecias y giros a veces creíbles y otras que simplemente fuerzan el avance de la trama.

Aquí vemos desplegarse una técnica escritural colectiva, mejor relacionada con los guiones de cine que con la escritura de novelas: «Tuvimos que aprender sobre la marcha cómo es escribir una novela a seis manos», dice Jorge Díaz.

La bestia marca un nuevo camino. No sería de extrañar que en el futuro las novelas sean escritas por ordenadores.

 

Ya de regreso

El sábado antes de subir al avión doy una vuelta por San Telmo, en la Avenida de Mayo hay una enorme marcha que pide la legalización de la marihuana, uno de los manifestantes porta un cartel: «Protestar no es un delito».

Almuerzo algo ligero en la Plaza de los Artesanos viendo bailar tango y esa es mi despedida de Buenos Aires. Quizá transcurran otros diez años antes de que regrese otra vez.

Y no me cabe duda de que, a pesar de las turbulencias económicas, esa ciudad por el nivel de su actividad cultural y la forma y la actitud con que tratan el arte, la literatura, la música y la expresión artística continúa siendo la capital de Sudamérica.

De regreso en Santiago, que la 46 Feria del Libro de Buenos Aires convocó a un millón 350 mil visitantes.

 

 

***

Jorge Calvo (Santiago, 1952) es un novelista y cuentista, director de talleres literarios de la Sech (Sociedad de Escritores de Chile), y sus cuentos han sido traducidos y publicados en diversas antologías de Suecia y de los Estados Unidos.

Entre sus galardones destacan el Premio Ilustre Municipalidad de Santiago al volumen de cuentos, Fin de la Inocencia (2004) y el Premio Klas de Vylder al mejor escritor extranjero residente en Suecia.

e4: batallas de una pasión es su más reciente volumen de cuentos publicados en diciembre de 2021.

 

Jorge Calvo Rojas

 

 

Imagen destacada: Ministerio de Cultura de la Argentina.