[Crítica] «Mundos habitados»: Las mutaciones de Roberto Merino

En este volumen, el autor chileno describe su relación con el entorno santiaguino, valiéndose de un texto donde su estrategia narrativa es capaz de atrapar al lector y de transportarlo algunas décadas atrás, al mostrar un mundo que quizás hoy ya no existe más, pero el cual permanece vivo en las páginas de este libro.

Por Martín Parra Olave

Publicado el 19.6.2022

Roberto Merino Rojo (Santiago, 1961) es un reconocido cronista chileno, que durante muchos años ha entregado su mirada y recorrido sobre distintos lugares, momentos y acontecimientos. Sin embargo, este trabajo, Mundos habitados (Random House, 2022), puede leerse como una suerte de hibrido o una mutación a partir de la crónica y de su forma de escritura.

El mismo Merino afirma lo siguiente al respecto: «Puede ser presentada como novela en la medida en que, al menos, hay un narrador que sería una conciencia que se desplaza a través del tiempo, eso une todos los textos. No hay estrictamente una historia, de hecho, no cuento las cosas de modo consecutivo, pero son ramalazos, flashes, totalmente involuntarios, no hay ordenamiento del material de la memoria en términos cronológicos», explica el autor.

Merino es autor de los poemarios Transmigración (1987) y Melancolía artificial (1997). A ellos se suman La antología literaria del humor chileno (2003), Luces de reconocimiento (2008) y los libros de crónicas Santiago de memoria (1997), Horas perdidas en las calles de Santiago (2000) y En busca del loro atrofiado (2005).

 

Retazos de la memoria

En este sentido, los textos que conforman el presente libro, son fragmentos de la memoria que se detienen en algunos aspectos o hechos que le parecen relevantes de relatar al autor, los que, sin embargo, están ordenados cronológicamente, a pesar que no obedecen a una estructura predeterminada. La infancia ocupa las primeras páginas del libro con las impresiones que son propias de aquellos instantes significativos:

«Jugar en el suelo. Con tres ladrillos sueltos hice una casita y le puse pasto adentro: una especie de cobijo, un nido, una madriguera. Era la casa de mi cisne azul de plástico. Me acostaba en el suelo de baldosas para mirar a ras el interior del pequeño recinto. Me gustaba pensar que el cisne estaba tranquilo ahí adentro. Era un hogar nítido, pensaba que era muy adecuado para despertar de un sueño profundo un domingo muy temprano», expone el narrador chileno.

Este trabajo es un interesante recorrido por algunos de los años más importantes para el narrador. Es un libro que habla de la ciudad, de las calles y del hogar. En varias entrevistas Merino ha señalado que no comenzó escribiéndolo como una novela sino que más bien como retazos de la memoria.

Es por esto que más que una historia de principio a fin lo que tenemos son impresiones que nos sumergen en épocas, en momentos históricos, donde la configuración del mundo es diferente a lo que podemos percibir hoy en día.

Roberto Merino nos da cuenta de su relación con el entorno, donde su estrategia narrativa es capaz de atrapar al lector y transportarlo algunas décadas atrás, mostrando un mundo que quizás hoy ya no existe más, pero que en los libros y en algunas de las cabezas de aquellos testigos siguen latiendo al unísono:

«Vivo con la sensación de que la voz no ha dejado nunca de transmitir, de apostrofar cada fracción de segundo de estos largos rápidos años que se han ido», explica.

Sin lugar a dudas que el paso del tiempo, es decir, su inexorable velocidad disfrazada de una aparente lentitud, es una de las luchas de la literatura, y Roberto Merino nos deja una muestra de unos años que ya no están, pero que podemos seguir disfrutando a través de estas páginas.

 

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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y actualmente cursa el doctorado en literatura impartido por esta última Casa de Estudios superiores.

 

«Mundos habitados» (Literatura Random House, 2022)

 

 

Martín Parra Olave

 

 

Imagen destacada: Roberto Merino.