La «Divina comedia»: Dante Alighieri y su obra, a través de los ojos de Jorge Luis Borges

El maestro argentino nos aconseja leer una de las cimas de la literatura de Occidente con fe poética, es decir, que debemos suspender voluntariamente la incredulidad y abandonarnos al texto, casi como si fuésemos unos niños.

Por Sergio Inestrosa

Publicado el 8.5.2020

He terminado de leer el Infierno de la Divina Comedia, me queda largo trecho por recorrer, pero quiero aprovechar para adelantar algunos comentarios más bien basados en el prólogo de Borges a la edición de Océano que estoy leyendo.

En uno de sus ensayos, y donde comenta la Divina Comedia, o la Comedia como este y el mismísimo Dante Alighieri (1265 – 1321) la llaman, Borges dice: “De mí sé decir que soy lector hedónico; nunca he leído un libro porque fuera antiguo. He leído libros por la emoción estética que me deparan y he postergado los comentarios y las críticas. Cuando leí por primera vez la Comedia, me dejé llevar por la lectura. He leído la Comedia como he leído otros libros menos famosos. Quiero confiarles, ya que estamos entre amigos, y ya que no estoy hablando con todos ustedes sino con cada uno de ustedes, la historia de mi comercio personal con la Comedia”.

He tratado hasta donde es posible hacerlo, seguir el método de Borges para leer la Comedia, es decir, he usado la versión original acompañándome de la versión de la editorial Océano para comprender el sentido del texto, aunque la versión de la casa impresora mexicana es más narrativa que poética y aquí en esta traducción se pierde la musicalidad poética del texto de Dante.

El propio Borges afirma que las traducciones no pueden ser un sucedáneo del texto original y he tratado de servirme de ella como un medio para comprender el original, para acercarme a él sin temor.

Dice Borges que desde el punto de vista estético, en la acentuación de cada verso, está una de las máximas virtudes de Dante. Y continúa, en Dante, como en Shakespeare, la música va siguiendo a las emociones. La entonación y la acentuación son lo principal, cada frase debe ser leída en voz alta. Y piensa que debe ser así porque el verso exige la pronunciación. El verso siempre recuerda que fue un arte oral antes de ser un arte escrito, recuerda que fue un canto.

En este sentido, Borges afirma que toda la Divina Comedia es un canto épico, es decir, es narrativa. La poesía empezó siendo narrativa, pues en las raíces de la poesía está la épica y la épica es el género poético primordial, narrativo, es el mismo caso de la Ilíada, la Odisea y la Eneida del propio Virgilio, que es quien guía a Dante a través del infierno.

No puedo estar más de acuerdo con Borges y por ello mismo es importante tener la versión original, pues en ella, aunque no sepamos italiano, descubrimos la riqueza no solo de su musicalidad sino también de la estructura del texto, la forma en como se teje la rima: el verso uno rima con el tres, el dos con el cuatro y el seis, el cinco rima con el siete y el nueve y así es de una belleza y de un esfuerzo artístico impresionante.

Y continúa Borges: “otra característica notable de Dante es la intensidad”, y afirma que durante los cien cantos de los cuales se compone toda la obra la intensidad no decae y eso según sus palabras, parece realmente un milagro; aunque cualquier lector —y el mismo Jorge Luis— recordará algunos momentos más profundos que otros, por ejemplo el canto quinto cuando Dante habla con Francesa, pasaje que es uno de los momentos sublimes de la poesía universal (Canto V, versos 133-138).

Otro rasgo, afirma Borges, es la delicadeza de Dante. Siempre pensamos en el sombrío y sentencioso poema florentino y olvidamos que la obra está llena de delicias, de deleites, de ternuras, como por ejemplo en el tercer canto cuando Virgilio toma a Dante de la mano para guiarlo: “dentro de aquel lugar secreto” (Canto III, versos 19-21).

El maestro argentino afirma que otro rasgo de Dante es su capacidad para hacernos conocer a alguien y afirma, a Dante le basta un solo instante para definir al personaje para siempre. Y ellos siguen viviendo y renovándose en nuestra memoria y en nuestra imaginación. De nuevo quizá el mejor ejemplo de nuevo es el caso de Francesca y de su callado acompañante Paolo.

Borges nos aconseja leer la Divina Comedia con fe poética, es decir que debemos suspender voluntariamente la incredulidad, abandonarnos al texto, casi como con la fe de un niño. Así, debemos dejarnos llevar por la lectura y el libro nos acompañará hasta el final.

En cuanto a los rasgos de la Divina Comedia hay que decir que está escrita en primera persona y Borges piensa que esto obedece a que Dante es de suyo el primer personaje de la obra. Él está ahí, dentro de la  acción. Las cosas no sólo son vistas por él, sino que él toma parte en ellas. Así por ejemplo, lo vemos aterrado por el aspecto del infierno y lo sabemos por la forma en cómo lo dice, en cómo lo expresa, por ejemplo en el canto tres, apenas entrado en el infierno (versos 25-30). El segundo personaje es, obviamente su guía, Virgilio. Recordemos, dice Borges, que uno de los temas de la literatura, como uno de los temas de la realidad, es la amistad. Y continúa, hay muchas amistades en la literatura, podemos evocar al Quijote y Sancho. Y continúa: “Dante viene a ser como un hijo de Virgilio” y siempre lo saluda con palabras de gran respeto y admiración.

El tercer personaje, según Borges, es el juicio de Dios que no siempre coincide con el sentimiento de Dante, y que Virgilio suele nombrar como “La divina vendetta” (Canto XI, verso 90), lo cual nos advierte que el proceder del Supremo está más allá de todo juicio humano.

Es verdad que Dante es hijo de su época, y su teología refleja esa circunstancia, nadie escribiría hoy en día sobre el infierno y el purgatorio en la forma en que lo hizo Dante y por ello mismo, ese tercer personaje que no está allí directamente se nos hace presente a través de los diálogos que el poeta establece con las almas de los muertos.

Todos sabemos que el encanto es esencial en la vida y lo es también en la literatura: el lector puede estar seguro que la Divina Comedia es una obra encantadora, y una vez que nos adentramos en su lectura caemos en la cuenta que los seres humanos estamos hechos para la poesía.

 

***

Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es escritor y profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos, además de redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

La traducción utilizada por nuestro redactor

 

 

Sergio Inestrosa

 

 

Imagen destacada: Jorge Luis Borges y María Kodama.