«El conformista», de Bernardo Bertolucci: Los latidos de lo prohibido

La cinta -que data de 1970- se exhibe actualmente remasterizada en la sala El Biógrafo de Santiago, se encuentra inspirada en la novela homónima del escritor Alberto Moravia (1951), y ganó un Oscar en la categoría de filme mejor adaptado. Título de juventud de Bertolucci, reproduce las ideas del realizador francés Jean-Luc Godard acerca de la naturaleza narcisista y sexualmente represiva del fascismo.

Por Cristián Garay Vera

Publicado el 6.8.2018

Estamos ante un clásico remasterizado con apoyo de la banca de su país, lo que permite su presentación en la sala El Biógrafo de Santiago, aureolada con la categoría de clásico que sin duda merece. Está basada en la novela de Alberto Moravia (1951), del mismo nombre, que ganó un Oscar como película mejor adaptada. Título de juventud de Bertolucci que estaba muy en línea con las ideas de Jean-Luc Godard acerca de la naturaleza narcisista y represiva sexual del fascismo.

Desde un principio se recuerda aquella hermosa escena del baile en el salón entre la novia de Marcelo Clerici (Jean Louis Trintignant), Gulia (Stefania Sandrelli) y la esposa del profesor, Anna Quadri (Dominique Sandra) antifascista, que revela la genialidad de Bertolucci para filmar primeros planos y grandes angulares. La belleza coreográfica del baile, mirada desde las alturas, es una postal imborrable de la película, y encargada a Vittorio Storarao. La atracción entre ambas mujeres, permitida por la borrachera de Gulia permite que Anna trasmita el mensaje que sabe que su esposo es un agente de la policía secreta fascista y que está ahí con malas intenciones.

Si hemos rememorado esta escena del desarrollo de la película, es porque permite mostrar el antes y el después del encumbramiento y caída de Clerici, que busca una vida normal y burguesa, y que arrastra una violenta iniciación homosexual. Este hecho está detrás de las bambalinas, de su conversión a hombre de orden, respetado para sus semejantes en el marco del ascenso del fascismo. Es precisamente en esos avatares en que se mezcla ya no solo con los corifeos del movimiento, especialmente su amigo ciego de poco disimulado afecto hacia él, hasta en las acciones propias de la propaganda fascista.

Profesor de filosofía, hombre de pocas palabras, medido, es también un observador de los mecanismos del poder, y busca jurar lealtad al sistema en su más íntimo ingresando a la policía secreta. Ahí es uno más, en la masa y en la conformidad ambiente, lejos de su padre desquiciado, su madre adicta y una experiencia de abuso en su niñez. En su oficio está cerca de un agente menor, Manganiello (Gastone Mochin), quien hace de contraparte y observador de sus acciones. Gracias a ello asciende y se consolida y dentro de ella está su pedida de mano a Gulia, a la que considera una tonta, mientras su amante sigue de fondo en toda esta narración.

El velo de la homosexualidad está igualmente latente.  Es evidente en su confesión al cura, que luego entendemos como media verdad solamente. Y se percibe en la relación con el ciego, Italo (Jose Quaglio), que trasmite por la radio sus alocuciones a favor del fascismo, y en las reprimendas al disidente en el grupo. Fuera de eso su vida sigue hasta que se le encomienda vigilar a un antiguo profesor, Quadri (Enzo Tarascio), que está haciendo oposición desde Suiza y al que se le encarga matar.

Muestro personaje es el anti héroe por excelencia y evade sus obligaciones finales si bien cumple con la obsecuencia hacia sus jefes. La persecución, algo anunciada, y que permite el juego del gato y el ratón, termina trágicamente en la intercepción del auto del disidente y su brutal asesinato. Si bien Clerici no participa del homicidio, si es parte del seguimiento al blanco, y su complicidad es evidente cuando niega ayuda a la mujer del profesor con la cual se ha divertido en París. El cadáver del matrimonio queda como testimonio de la resistencia al régimen.

Este serio incidente marca un antes y un después, porque convierte a Clerici es un despreciable. Antes solo era un personaje de lento ascenso y conformidad. Pero ahora su caída será vertiginosa, debido a que coincide con la caída del fascismo. La sustitución de Benito Mussolini por el mariscal Pietro Badoglio (1943) es la forma en que también se desencadena el cambio de tornas en la historia política de Italia y también para nuestro personaje cuyo relato se inicia en 1938. Momento en el cual retoma su sangre fría para denunciar a otros como fascistas y culparlos del crimen del profesor, mientras intenta pasar desapercibido. Su propia mujer conoce su historia y solo a último momento se sincera. Quizás eso exacerba su afán por sobrevivir, que es la lógica final de toda su adhesión al fascismo.

 

El conformista. Director: Bernardo Bertolucci. Fotografía: Vittorio Storarao. Reparto: Jean Louis Trintignant, Stefania Sandrelli, Dominique Sandra, Gastone Mochin, Enzo Tarascio y Jose Quaglio.  Italia, 1970. 1 hora y 47 minutos.

 

Cristián Garay Vera es el director del magíster en Política Exterior que imparte el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile.

 

 

 

Las actrices Stefania Sandrelli y Dominique Sanda en la famosa escena del baile de la cinta «El conformista» (1970), de Bernardo Bertolucci

 

 

Tráiler: