«El imposible olvido», de Antonio Gala: Sobre el valor de vivir ahora y aquí

A través de la historia de Gaspar, un hombre incapaz de asumir riesgos, el escritor español nos habla de la grandeza del saber vivir, del Amor con mayúsculas como motor de vida, de las oportunidades y de los reveses que se nos presentan a todos en nuestro paso por este mundo… Y es también una reflexión sobre la “realidad” de esta Tierra que compartimos.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 17.3.2020

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A Conchi, mujer lectora y admiradora del maestro.

El maestro, la obra

Antonio Gala es para mí todo un referente, no porque haya leído mucho de su obra —una asignatura pendiente que pienso resolver— sino a causa de sus apariciones en televisión y especialmente por sus colaboraciones en la revista dominical del diario El País. De todo eso hace ya algunos años, entonces me gustaba escucharle hablar, me fascinaba su voz dulce y reposada con elegante acento andaluz.

Pero lo que más me atraía —y atrae— es su forma de sentir que es muy afín a la mía. Recuerdo cómo guardaba aquellos breves artículos que alimentaban mi Alma; leer esos textos era sin duda uno de los mejores momentos de mis domingos de descanso en aquella España de la transición.

Eso fue para mí y me consta que para muchos otros “jóvenes” de la época, un agradable y reconfortante alimento para el Alma.

El imposible olvido (2001) me parece un título muy sugerente y apropiado para lo que transmite la obra. Y apropiado también en mi caso porque —ahora que Antonio Gala es ya anciano y poco sabemos de él— me remite al recuerdo de un tiempo pasado. Al leer esta novela lo escucho aún en mi mente y en mi corazón. Y al leerle redescubro al erudito, al poeta y al gran humanista que hay en él. La obra está repleta de citas y escritos de otros autores, escritos con fuerza y belleza como este sublime poema de Fiedrichs Wilhelm Weber:

Mucho pan crece en las noches heladas

porque bajo la nieve recién caída verdea la simiente

sólo cuando en la primavera ría el Sol

notarás la bondad que el invierno tramaba.

 

Y, si el mundo te parece aburrido y vacío

y los días te resultan duros y ásperos

mantente sereno y atiende a la mudanza:

mucho pan crece en las noches heladas del invierno.

 

Y repleta también de afirmaciones del autor que son sabiduría y poesía. Unas pocas citas como muestra:

Por la noche también hay Sol, aunque no lo veamos.

La poesía está en cualquier parte, en todas partes. Ella es la Vida misma, su explicación más honda… Está en los ojos de los más torpes a veces, de los menos ilustrados, como la raíz oculta que sostiene las ramas. Está en la mudez de los que mejor miran… En la mudez, sobre todo.

La historia de cada uno de nosotros, venga de donde venga, y la historia del Universo, aunque parezca imposible, han sido escritas por la misma mano. Y coincidirán antes o después. O quizás ya han coincidido y no lo notamos.

En el fondo de la realidad, nada muere; cambia sólo nuestro punto de vista: dejamos de vernos a nosotros mismos en el espejo, y comenzamos a ver el otro lado…

 

Así es que no puedo más que estar agradecido de Antonio Gala, agradecido por esta novela, agradecido por los autores que nos presenta (no conocía a Wilhelm Weber), agradecido por ese pasado vivenciado en mi juventud… ¡Muchas gracias, maestro, por tanto!

 

Un hombre y sus oportunidades

Gaspar es un hombre que escoge no arriesgarse a vivir, no involucrarse plenamente en la vida. Se casa con Elvira una mujer a la que no ama con mayúsculas, una buena chica con la que forma un hogar más por compasión e inercia que por convicción; y juntos tienen hijos. Él logra ser abogado y montar un buffet propio, aparentemente es un hombre de “éxito” según los estándar al uso. Pero Gaspar no es feliz, no disfruta de su privilegiada vida; hay un gran vacío en él, un vacío motivado en gran parte por su actitud cobarde.

En la Facultad donde cursó sus estudios conoce a un joven singular por el que inmediatamente se siente atraído, Minaya —así se llama, como el amigo del Cid Campeador— se convierte en su mejor amigo y en su amor platónico. Es un joven muy culto, apasionado y libre, extraordinariamente libre; un joven que posee una gran seguridad en sí mismo y destila un fuerte magnetismo que hace que la gente se sienta bien a su lado. Minaya sí vive plenamente, es la antítesis de su amigo que para nada es campeador.

A pesar de que para Gaspar los momentos compartidos y especialmente las conversaciones profundas con Minaya son lo mejor de su vida —aún siendo padre— en ningún momento es capaz de arriesgarse, no encuentra el valor para seguir lo que late en su corazón y opta por dejar escapar oportunidades.

Le ocurre antes de casarse con Elvira, antes de establecer con ella un hogar, una familia; Minaya se va y él lo deja marchar sin más. Y en su ausencia opta por lo fácil, la inercia del consumar una relación “bien vista” —eran tiempos difíciles para el colectivo LGTBI— que no es amor pasional ni resonar de almas. Deja que se vaya el hombre a quien ama, es él mismo quien niega y se niega ese Amor con mayúsculas convirtiéndolo en amor platónico y recuerdo.

A partir de aquí se explican contenidos de la novela que quizás no quieran saber aquellos que estén interesados en leerla, avisados, pues sigo.

Hasta que pasados los años Minaya vuelve y con él la Vida plena, en Gaspar se despierta el interés —tan adormecido en su vida convencional— por todo lo que más le apasiona: las charlas, el compartir momentos, el estar con su amado. Y en ese segundo encuentro Minaya se desnuda y le confiesa que no es de este mundo. Imprevisto giro el de Gala al presentarnos a ese hombre tan especial como alguien consciente de pertenecer a otro mundo, un ser extraterrestre o de otro lugar desconocido —u olvidado—para nosotros los humanos.

Este volver a estar juntos ocurre en un tiempo muy distinto, ahora Gaspar es padre de dos hijos. Hijos que conocerán al mítico amigo de papá, hijos que también adorarán a ese hombre vital. E incluso Elvira lo conocerá y pese a la “competencia” que encarna ese más que amigo, se sentirá bien en su compañía.

Y en este segundo encuentro de dos hombres que se atraen, Minaya le propone que vaya con él a su Mundo. Una nueva oportunidad para Gaspar, una oportunidad que requiere muchísimo más valor que la anterior. Ahora seguir —seguir, sí, porque así es su relación— a Minaya significa dejar atrás a una familia —especialmente a una hija y un hijo— y embarcarse a vivir en otro Mundo. Muchísimo para un humano y más aún para un humano como él…

Minaya se va de nuevo, su amigo lo va a despedir acompañado por su hijo Edu. Y en un instante se produce un hecho trágico que marcará para siempre a Gaspar. Edu corre hacia Minaya sin darse cuenta de que pasa veloz un camión, Minaya se cruza para salvarlo y muere en el acto, acto de tiempo que es por encima de todo acto de Amor.

La vida de Gaspar se degrada progresivamente tras esa pérdida. La poca vivencia que tenía alejado de Minaya es cada vez más muerte en vida tras la desaparición definitiva del amado. Esa actitud, ese estado afecta a su matrimonio, Elvira le pide el divorcio y en su desidia pierde poco a poco el contacto con sus hijos.

Y siendo un hombre solo y solitario le ocurren dos hechos de signo opuesto que también le marcarán. El durísimo golpe de la muerte de Edu, el hijo que salvó su amado, el hijo con problemas —en parte relacionados con la ausencia paterna— a los que —tarde, demasiado tarde— Gaspar busca aliviar. Es dura su muerte por sobredosis, un nuevo golpe a un hombre hace tiempo noqueado.

A pesar de su degradación, de su casi nulo interés por la vida —sólo muestra algo de afecto por su hija Regina— recibe el regalo de conocer a una mujer que le escucha, que le abraza, que le ama. Pero un día desaparece y Gaspar nuevamente nada hace por ir a buscarla.

Gaspar dejando pasar oportunidades, viendo como la gente a quien ama se aleja o se van para siempre. Gaspar en la Vida con actitud de observador sin la necesaria implicación, sin asumir el riesgo que supone ir a por todas por un Amor. No lo ha tenido fácil, dos muertes durísimas le han marcado y la segunda oportunidad con Minaya era de un riesgo extremo. Pero ahora —como en su juventud con el amado— la oportunidad estaba a su alcance y al igual que entonces la deja escapar.

 

Desaparecer, otros mundos

Y ya es su final, ya no puede más por lo que decide suicidarse dejando un escrito —que es la novela que leemos— para su hija. Regina encuentra el escrito en el domicilio de su padre junto a una pistola sin disparar: “El cadáver de mi padre, si lo hubo, no estaba allí. Se lo dio por desaparecido, no por muerto. Que cada lector opine lo que quiera”, concluye ella y concluye la obra.

Una muerte que es una desaparición como lo fue en su día la de Minaya que se volatizó misteriosamente en la morgue. Dos hombres unidos por el amor que acaban saliendo de nuestro mundo de forma análoga. Gala lo dice claro en la voz de Regina: “Que cada lector opine lo que quiera”. ¿Eran ellos —somos nosotros— extraterrestres? ¿Eran ellos —somos nosotros— de otro/s Mundo/s? Personalmente mi sentir es que este mundo es —tal y como se ha postulado desde la antigüedad— una matrix/maya de apariencias en la que transitamos más o menos dormidos y fuera de esta nos espera la realidad olvidada en nuestro letargo colectivo.

 

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Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«El imposible olvido», de Antonio Gala (Planeta, 2001)

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Imagen destacada: El escritor español Antonio Gala (1930).