«El niño que pudo ser rey»: El mito como pedagogía iniciática

El realizador británico Joe Cornish nos ofrece esta película de aventuras dirigida principalmente al público juvenil. El guión del propio director está basado en la leyenda del Rey Arturo, y trata de cuatro chicos que se ven involucrados en una misión para salvar al mundo. Más allá de este grandioso objetivo que para nada tiene lugar, la aventura les servirá como ritual iniciático al mundo adulto. Entre el reparto se encuentra el veterano Patrick Steward como Merlín anciano y Rebecca Ferguson quien es Morgana. El filme se encuentra actualmente en cartelera en España.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 6.4.2019

 

«Podemos vivir nuestra vida como una aventura única, peligrosa, imposible de predecir… Y encontrar que el final es una serie de metamorfosis iguales por las que han pasado hombres y mujeres en todas las partes del mundo, de todos los siglos de los que se guarda memoria, y bajo todos los variados y extraños disfraces de la civilización».
Joseph Campbell

 

Mundo caótico

Hoy en día se hace evidente el deterioro en las estructuras de poder a todos los niveles, deterioro que nos provoca una sensación creciente de incertidumbre. Parecemos avocados a un caos de consecuencias imprevisibles. Y desafortunadamente escasean los referentes humanos auténticos, los líderes con capacidad de encontrar soluciones renovadoras para el bien presente y futuro.

Al inicio de la película mientras vemos a nuestro protagonista Alex rumbo a la escuela, el realizador remarca esta realidad social con el rumor de las noticias como fondo: “Expertos avisan que el mundo se está volviendo cada vez más inestable con dictadores y hombres fuertes ganando poder en más países, las divisiones globales están aumentando a un ritmo alarmante”. Alex es un chico preadolescente que vive con su madre y poco sabe-recuerda de su padre, un chico que ya despierta a todo y que busca salir del hogar protector para situarse en la sociedad; y como suele suceder la escuela es su primer campo de experimentación. En ella encuentra la oposición de Lance y Kay dos jóvenes líderes a los que casi todos temen. Cuando Alex acude a defender a Bedders (su mejor amigo) del acoso de la pareja, acaba peleándose y como consecuencia tiene que vérselas con la directora de la institución quien sabiamente le dice: “Es un mundo duro el de ahí fuera y cada vez es más difícil. Hay millones de niños en este país con un mejor comienzo en la vida que tú y el mundo no va a cambiar, eres tú el que tiene que cambiar”.

 

Patrick Stewart y Louis Ashbourne Serkis en «El niño que pudo ser rey»

 

La aventura iniciática

Como a tantas chicas y chicos de todas las edades a Alex y a Bedders les gustan las aventuras heróicas tipo La Guerra de las Galaxias, El señor de los anillos o la leyenda de Arturo y los caballeros de la mesa redonda sobre la que se basa la película. Estas obras se enraizan en la atemporalidad de nuestro vasto saber simbólico, a través de sus personajes renacen los múltiples arquetipos de la humanidad que anidan en cada uno de nosotros.

La aventura heroica atrae como reflejo del héroe latente que todos llevamos en nuestro interior, héroe que puede vencer los miedos que nos limitan. Luke Skywalker, Frodo, Arturo y tantos otros quieren liberar al mundo para alcanzar la paz definitiva. Y esa noble aspiración es la que resuena en nosotros, en nuestro héroe dormido que sabe que en realidad la auténtica liberación empieza por uno mismo. Somos cada una o uno de nosotros los que hemos de estar en paz teniendo la conciencia tranquila, lo que implica observarse, aceptarse, perdonarse y regenerarse.

De todas las narraciones y leyendas heroicas, la del rey Arturo es quizás la más rica en simbolismos y en variedad de arquetipos. En la película se reducen sus personajes, entiendo que con el objetivo de centrarse en la aplicación del mito para los jóvenes; se omiten arquetipos tan importantes como los de Perceval y Galahad que están muy ligados al largo proceso de aprendizaje de la etapa adulta.

El filme nos muestra la aventura iniciática de unos chicos que pronto van a acceder al mundo adulto. Tiempo atrás en muchas culturas de todo el planeta existían ritos de iniciación para que los jóvenes demostraran su valor, su capacidad para afrontar los retos, su derecho a ser miembro activo de la comunidad. Hoy en día en nuestra sociedad moderna ya no se cree que las iniciaciones sean necesarias, sólo subsisten en grupos cerrados muchos de ellos lamentablemente de naturaleza delictiva.

Alex, su amigo Bedders y sus enemigos Lance y Kay viven una aventura fantástica en la que la magia es protagonista encarnada en Merlín y Morgana o la eterna lucha del bien contra el mal. Alex se convierte en el líder de los cuatro jóvenes héroes al ser capaz de extraer de la piedra la noble espada Excallibur. Él se descubre-reconoce como héroe-rey cuando se muestra capaz de convertir a sus enemigos Lance y Kay en aliados. Aliados que conforme avanza la aventura heroica serán ya amigos. Junto con Bedders forman un equipo capaz de vencer sus miedos, inseguridades y debilidades que pretende utilizar a su favor Morgana. Merlín les instruye en las reglas del caballero: Honrar a los que amas, abstenerse de ofender, decir la verdad y perseverar en cualquier empresa hasta el final: “El camino más valioso rara vez es el más fácil”, afirma sabiamente el mago.

Lance es el que más se resiste a ser noble y quiere arrebatarle la espada a Alex, pelean por ella y nuestro protagonista le dice: “Todo lo que te importa eres tú mismo. Sé porque eres un abusón, un tramposo y un mentiroso. Es porque tienes miedo de no ser alguien, de no llegar a ninguna parte. Crees que lo único que importa es lo fuerte que seas y cuánto dinero tienes. Pero no debería ser así, por eso vino la espada. Eso es lo que estamos tratando de cambiar”.

Para Alex convertirse en héroe es emular al padre que se marchó y presuntamente le regaló siendo muy niño el libro de la leyenda artúrica con una reveladora dedicatoria “Para Alex, mi antiguo y futuro Rey». Pero el chico descubrirá la dura verdad sobre su padre, un hombre que nadie sabe dónde está, un hombre enfadado con todo y con todos con muchos problemas, para nada un referente; y sabrá que en realidad fue la madre la que le escribió la dedicatoria. Alex se decepciona por la falta de referente paterno y por la mentira-ocultación materna, pero Merlín consigue animarle a seguir con sus palabras: “las leyendas son meros rumores susurrados a lo largo de los siglos, escritas y reescritas, contadas y recontadas, si tus memorias dicen lo contrario quizás debas escribirlas de nuevo. Eres un rey, un líder, no un seguidor, no necesitas nada, salvo lo que ya tienes”.

Con fuerzas renovadas se dirige con sus caballeros y el mago al encuentro con Morgana quien al verlo a solas intenta mermar su confianza para arrebatarle Excallibur, pero Alex la engaña y la vence de una estocada. Sus amigos le aclaman y se arrodillan ante él, Alex como líder noble que ya es les pide que no lo hagan: “es tan vergonzoso”, exclama.

A la mañana siguiente Merlin comenta a Alex que Morgana sigue viva. En ese momento él se da cuenta que falló en “honrar a quien amas”, no despertó a su madre para abrazarla y explicarle todo. Lo hace ahora, su madre siente haberle mentido sobre su padre: “yo sólo quería que creyeras que era bueno, pensé que si sabías la verdad te haría daño, te cambiaría”. La entiende y con esa comprensión la reconoce como la heroína que es, madre-mujer heroína del mismo modo que tantas otras en la historia que han tenido y tienen que tirar adelante a sus hijos solas; su referente es su madre.

Se preparan para la batalla final, batalla que tendrá lugar en la escuela con la colaboración de todos los alumnos que son nombrados también caballeros. Batalla que logran ganar “in extremis” (como es de rigor en toda aventura) gracias a que Merlín crea un vórtice que atrapa a Morgana y Alex valerosamente le corta la cabeza con su espada. Todos lo celebran, los cuatro amigos comentan a Merlín que: “ganamos la batalla pero el mundo está igual que antes, ¿cómo podremos cambiar algo más? ¿Quién nos va a escuchar? Sólo somos niños”. El mago les responde: “una tierra es tan buena como sus líderes y vosotros seréis unos excelentes líderes”. Y Alex lanza la espada al agua donde la recoge la dama del lago, quizás algún día la vuelva a necesitar…

 

Rebecca Ferguson en una escena de «El niño que pudo ser rey»

 

Anexo: Maldad, ¿enemiga o amiga no reconocida?

Suele ser común a toda aventura épica la lucha entre el bien y el mal, en donde el mal es el enemigo indeseable a aniquilar-erradicar. Muchas veces el mal tiene rostro femenino como ocurre en la leyenda artúrica. El mago es el guay y la maga se convierte peyorativamente en bruja a la que hay que matar. Curiosa y sintomática la tendencia, es raro encontrar el relato inverso.

Morgana se nos presenta como la bruja reina de la noche-oscuridad y Merlin como el mago rey del día-luz, los dos en perpetua lucha a muerte. La maga dormita en las profundidades de la tierra entre una red de raíces-enredaderas esperando su oportunidad cuando retorne su aliado: el caos. Las enredaderas o enredos de tanto tiempo que tienen atrapada a una feminidad salvaje que produce miedo. Una feminidad incomprendida que nuestro temor la convierte en dragón destructor a vencer, así la vemos. Una feminidad que es nuestra y clama ser vista, la bruja es tan válida o más que el mago.

Y si la bruja es dragón y es destructor es porque busca (buscamos) acabar ya con este mundo tan desconectado de la naturaleza salvaje. Y si provoca el caos es porque busca (buscamos) un nuevo orden que la asuma. La solución a mi entender no es seguir cortándole la cabeza (como común-mente hacen los héroes) porque su verdad no puede ni debe morir, la solución es acercarse a comprenderla con una mente renovada, amarla a pesar de su desagradable apariencia, besar el sapo encantado que en su interior es belleza eterna relegada-olvidada.

Merlín se nos presenta en tres aspectos: el anciano, el ave nocturna y el joven; el tres del tiempo pasado-futuro-presente, la trinidad temporal del ciclo vital sin aparente fin, el ciclo de tantas muertes, el ciclo de tanta incomprensión. Un ciclo inestable al que (como a la mesa) le falta un asecto (una “pata”) que no se quiere-sabe-puede reconocer-asumir por su rareza: la feminidad salvaje que encarna Morgana. El excesivo bien de los “nobles valores caballerescos” crea y recrea la maldad. La maldad que crece más y más en su afán de ser reconocida y no vencida; ella es necesaria para completar la personalidad humana y social, para entender el mundo en su totalidad y superar nuestras limitaciones, limitaciones que están ligadas al tiempo como factor de comprensión. ¿Y si superándolas acabamos con nuestra limitación temporal liberándonos de la Matrix-Maya en la que nos movemos?

 

Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

Un fotograma del filme «El niño que pudo ser rey»

 

 

 

 

El trovador catalán Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Los actores Dean Chaumoo y Louis Ashbourne Serkis en «El niño que pudo ser rey» (2019), de Joe Cornish.