«El salario del miedo»: El antecedente audiovisual directo de la «Fitzcarraldo» de Herzog

El filme del realizador francés Henri-Georges Clouzot —un maestro del género de aventuras y existencialista de la posguerra— corresponde a la primera obra cinematográfica de origen europeo, en observar a Latinoamérica como el continente de las esperanzas frustradas.

Por Gabriel Anich Sfeir

Publicado el 2.11.2020

¿Cuál es el cineasta más hitchockiano que no sea Hitchcock? Varios dirían que es el francés Henri-Georges Clouzot (1907-1977), cuyos thrillers no tienen nada que envidiar a la obra del maestro británico.

Clouzot nació en una familia de clase media en Niort y se crió en Brest, para trasladarse a París a estudiar ciencias políticas. Pero en la capital francesa se dejó llevar por la dramaturgia y el cine, por lo que fue enviado a Berlín para hacer las traducciones al francés de películas alemanas. Allí tuvo contacto con los exponentes del expresionismo, Murnau y Lang, pero regresó a Francia en los primeros años de Hitler en el poder.

Iniciada la Segunda Guerra Mundial, y ocupada Francia por los alemanes, Clouzot fue contratado como guionista por la productora germana Continental. Fue en esta época que dirigió sus primeros largometrajes: El asesino vive en el 21 (L’assasin habite au 21, 1942) y El cuervo (Le corbeau, 1943).

Sin embargo, una vez liberada Francia, Clouzot fue acusado de colaboracionismo y vetado de cualquier trabajo en la industria fílmica hasta 1947. Purgada su condena, Clouzot emergió como uno de los cineastas franceses más respetados e influyentes de la postguerra, con exitosas películas como En legítima defensa (Quai des Orfèvres, 1947) y Manon (1949).

En 1950, contrajo matrimonio con la actriz teatral brasileña Véra Gibson-Amado (Véra Clouzot de ahora en adelante), a la cual dirigiría en tres de sus películas siguientes y además le daría el nombre de su propia productora, la Vera Films.

Clouzot conoció América Latina gracias a su cónyuge Véra, por lo que aceptó entusiasmado la idea de adaptar una novela de Georges Arnaud, escritor radicado en varios países de la región: El salario del miedo (Le salaire de la peur, 1953).

La producción de esta película tomó casi dos años, pues fue necesario construir un pueblo latinoamericano en el sur de Francia y el rodaje se vio constantemente interrumpido tanto por inclemencias del tiempo como por problemas de salud de los actores.

Finalmente, el filme se estrenó en el Festival de Cannes de abril de 1953, donde obtuvo la Palma de Oro y se convirtió en una de las películas francesas más exitosas de la década, tanto en su país de origen como en el extranjero. Ayudó a tal acogida por el público el contar con un reparto internacional y el uso de distintos idiomas (francés, español, inglés, italiano, alemán) por parte de los personajes.

El salario del miedo transcurre en un país latinoamericano sin nombre conocido (que podría ser México o Venezuela), específicamente en la localidad de Las Piedras, cercana a yacimientos de petróleo explotados por la empresa norteamericana Southern Oil Co (SOC).

La primera parte del filme nos presenta a los cuatro personajes principales: Mario (Yves Montand) es un buscavidas corso de escasa fortuna, que apenas quiere comprometerse con su apasionada novia, la lugareña Linda (Véra Clouzot).

Jo (Charles Vanel) es un veterano gánster francés que prueba suerte de país en país en la región y el cual acaba de llegar al pueblo. Luigi (Folco Lulli) es un simpático obrero italiano, enfermo de silicosis, que comparte habitación con Mario.

Y finalmente Bimba (Peter van Eyck), un frío y solitario alemán que fue prisionero de los nazis. Los cuatro son forasteros sin familia, varados en Las Piedras, sin dinero para poder salir de ahí.

La calma del lugar cesa cuando se produce una explosión en los pozos de petróleo.

Entonces, el corrupto capataz de la SOC, el americano O’Brien (William Tubbs), ofrece a nuestros cuatro amigos una suculenta de paga de 2 mil dólares a cambio de una peligrosa misión: transportar bidones de nitroglicerina, altamente explosiva al primer contacto, en dos camiones a través de complicados caminos hasta los campos de crudo, a 500 km de Las Piedras, para apagar las llamas.

Ellos aceptan el suicida encargo solamente por el salario ofrecido, comenzando así un viaje que cambiará sus relaciones mutuas y también sus vidas.

Se trata de una road movie entretenidísima y de gran realización, manteniendo el ritmo y la tensión a lo largo de las dos horas y media de metraje. La música de Georges Auric, el montaje y la fotografía traspasan al espectador las inclemencias del camino y la angustia de los personajes por llegar con vida a destino.

Deberán sortear obstáculos como rutas sin asfaltar, rectas de alta velocidad, desprendimientos de rocas, puentes a punto de colapsar y derrames de petróleo. Cualquier accidente, por mínimo que sea, hará explotar la nitro y con ella a los hombres encargados de transportarla. Se aprecia además la influencia de El tesoro de la Sierra Madre (The Treasure of the Sierra Madre, 1948) de John Huston, otro pilar del cine de aventuras.

 

«El salario del miedo» (1953)

 

El continente de las esperanzas frustradas

Pero si de aventuras se trata, Clouzot no escatima en presentar una historia además existencialista y fatalista. Los cuatro hombres asumen este peligroso trabajo por un “salario del miedo”, conscientes de que ello les puede costar la vida. Ellos adoptan distintas actitudes durante su odisea, pues deben cooperar juntos para evitar el desastre, como por ejemplo mantener distancia entre los camiones para prevenir riesgo de colisión.

Pese a sus divergentes personalidades, Luigi y Bimba consiguen trabajar en equipo mientras Mario debe arreglárselas por sí sólo ante un cobarde Jo que prefiere arrancar del peligro en vez de enfrentarlo; es evidente que no todos se hacen valientes cuando llega la hora de serlo.

Y ese existencialismo se manifiesta además en ese oscilar entre la vida y la muerte. Luigi sabe que morirá pronto, ya sea por su enfermedad o por lo que pueda pasar en el camino. Bimba conoció los horrores del nazismo y prefiere andar presentable por si la muerte se les cruza en la travesía. Mario guarda como tesoro y amuleto un billete del Metro de París que lo transportó al puerto de donde zarpó hacia América.

Como ninguno de estos amigos tiene el dinero para irse de vuelta a su país o probar suerte en otro lugar, pasan el día en la cantina de Las Piedras bebiendo, jugando o cantando. Allí trabaja Linda, quien sueña con su amado Mario para poder irse del pueblo: una cárcel psicológica de la que todos quieren escapar.

América Latina es la tierra de la esperanza y también de las esperanzas frustradas. Empresas extranjeras explotan los recursos naturales (esto llevó a censurar el filme en su estreno original en EE. UU., ante acusaciones de anti-americanismo) mientras siguen los problemas de la pobreza y la corrupción.

Bajo un sol abrasador, los niños juegan en el barro mientras pasa un vendedor de helados a las afueras de la cantina, al más puro estilo del neorrealismo italiano o del cine mexicano de Buñuel. Este es el infierno de hombres y mujeres con diversas metas y ambiciones, deseosos de una vida mejor. Pero cada vida tiene su precio, y lo peor es que no es una vida justa.

El éxito de El salario del miedo catapultó a Clouzot a realizar más películas de éxito en los años que siguieron: así surgieron obras como el thriller de asesinato Las diabólicas (Les diaboliques, 1955), el documental El misterio Picasso (Le mystère Picasso, 1956) y el drama judicial La verdad (La verité, 1960).

La explosión de la Nouvelle Vague y las críticas a su obra en la década de 1960 significaron el comienzo del declive de la carrera de Clouzot, lo cual se agravó con la muerte de su mujer Véra producto de un ataque al corazón.

Después de varios problemas de salud, Clouzot falleció en 1977 y su influencia se ha extendido al cine mundial, como un maestro del suspense (a la par con Hitchcock) y el conflicto existencial.

 

*El salario del miedo fue primera película en obtener los dos máximos galardones de dos Festivales de Cine en Europa: la Palma de Oro de Cannes y el Oso de Oro de Berlín en 1953. Charles Vanel además fue galardonado con el premio a Mejor Actor en Cannes por su rol como Jo. Disponible en Qubit TV.

*Reseña autorizada para ser publicada exclusivamente en el Diario Cine y Literatura.

 

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Gabriel Anich Sfeir (Rancagua, 1995) es egresado de derecho de la Universidad de Chile y ayudante en las cátedras de Derecho Internacional Público y Derecho Comunitario en la misma Casa de Estudios. Sus principales aficiones son la literatura policial y el cine de autor.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Gabriel Anich Sfeir

 

 

Imagen destacada: El salario del miedo (1953).