«En Auschwitz no había Prozac»: El significado de ser una víctima

Leer el último libro de la psicóloga húngara de origen eslovaco, Edith Eger (Planeta, 2020) hoy, a la luz de las manifestaciones por las calles de Santiago de Chile, en las cuales vemos banderas con esvásticas, así como un repudiable despliegue racista, resulta además de iluminador, también necesario.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 10.10.2020

Hoy, cuando vemos que los prejuicios y la discriminación racial se manifiestan con absoluta impunidad, resulta revelador leer esta publicación, que nos recuerda que el paso del tiempo no es garantía de ninguna lección humana, y que nos impulsa a estar alertas a los rebrotes segregacionistas que van en transversal alza.

Hacia el final del libro, Eger reflexiona: “Sobreviví a Auschwitz y a la Europa comunista y vine a los Estados Unidos, tierra de libertad, solo para descubrir que los baños y las fuentes de la fábrica de Baltimore donde trabajaba segregaba por raza. Había huido del odio y el prejuicio y había acabado encontrando más prejuicio y más odio”.

En Auschwitz no había Prozac (Planeta, 2020) es la última publicación de Edith Eger (1927), quien se transformó en un fenómeno editorial gracias a su bestseller La bailarina de Auschwitz. En ese libro, que circula por el género de la autoayuda, la autobiografía y la narración testimonial, Edith nos cuenta su historia como una de las pocas sobrevivientes del siniestro campo de concentración.

Allí, Edith relata el momento en el que debe bailar para el doctor Mengele, acto que le permite una rebanada de pan… y un día más de vida. Luego, llegada a los Estados Unidos, comienza su carrera como terapeuta, plegándose a las enseñanzas de Víctor Frankl, otro sobreviviente e impulsor de la “logoterapia”.

No es necesario haber leído La bailarina para apreciar esta publicación, pues en breves entradas, nos enteramos del bagaje que ella carga y de la postura que privilegiará para presentar sus experiencias transformadas en consejos. Con el subtítulo “12 consejos de una superviviente para curar tus heridas y vivir en libertad”, Eger nos pasea por algunos de sus momentos más inspirados, basándose en casos terapéuticos para acompañar sus lecciones.

El título original en inglés se traduce como El regalo (el título original de La bailarina se traduce como La elección). Ambas nociones lidian con la actitud: “Honrar el recuerdo dista mucho de seguir anclada a la culpa, la vergüenza, la ira, el resentimiento o el miedo del pasado. Soy capaz de afrontar la realidad de lo que sucedió y recordar que, aunque he perdido, nunca he dejado de elegir el amor y la esperanza. Para mí, la capacidad de elegir, incluso en medio de todo ese sufrimiento e impotencia, es el verdadero regalo que me llevé de mi paso por Auschwitz”.

Edith también hace un recuento de los atentados antisemitas que han acontecido últimamente en los Estados Unidos y en Europa. Si este libro se publicara hoy, sin duda se podrían agregar muchos otros atentados, incidentes y violaciones que están ocurriendo en este mismo instante.

Pero más que un compendio de rebrotes, lo que Edith nos hace ver es nuestro rol como seres sociales, nuestro lugar dentro de un árbol familiar, apuntando nítidas reflexiones en torno a la culpa como forma de control, a nuestras estrategias para eludir el dolor, a la diferencia entre angustia y estrés.

Un caso que llama la atención es el de Andreas, cuyo abuelo ha pasado por Chile como un impune nazi. Andreas llora y repudia su pasado familiar: “Era demasiado joven para entender que, entre 1933 y 1945, solo había un modo para operar a un cargo administrativo”.

Haciendo un esfuerzo por desentrañar su dolor y la carga que lleva él como nieto de un nazi, Edith reflexiona sobre lo que significa ser una víctima, sobre el perdón, a través de un tono directo y accesible.

Leer En Auschwitz no había Prozac hoy, a la luz de las manifestaciones en las que vemos banderas con esvásticas, así como un repudiable despliegue racista, resulta no solo iluminador, sino necesario.

 

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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).

Ha publicado las novelas Dos cuerposRéplicasNuestros desechosNo me ignoresCardumenSi ellos vieranConcepcionesSinestesia, y Dame pan y llámame perro; y los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, y la novela bilingüe En la isla/On the Island. Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«En Auschwitz no había prozac», de Edith Eger (Planeta, 2020)

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: Edith Eger.