[Ensayo] «El enano del Hotel Princesa»: Una radiografía de lo hipócrita que es el ser humano

Este libro del autor nacional Cristián Vila Riquelme —subtitulado y otros relatos costumbristas— fue el ganador del Fondo Manuel Concha que otorga la Ilustre Municipalidad de La Serena, y es un volumen que encuentra compuesto por cuentos escritos en diversas fechas entre los años 2003 y 2015.

Por Cristián Brito Villalobos

Publicado el 29.4.2022

Cristián Vila Riquelme (1955) es primero que todo, un tipo generoso, un poco gruñón, pero una tremenda persona. Desde que nos conocimos hace ya varios años hemos cultivado una linda a mistad gracias al vicio que compartimos; la lectura y escritura.

Vila es un escritor de bajo perfil, alejado de las luces estridentes del mundillo literario. Sin embargo, su obra es ampliamente reconocida con publicaciones que abarcan diversos géneros, desde filosofía a ensayo, de poemarios a narrativa.

Es doctor en filosofía de la Universidad de Paris-Sorbonne y se ha dedicado principalmente a la docencia. Entre los galardones que le han otorgado por su obra están el Premio a la Mejor Obra Literaria Poesía, Consejo Nacional del Libro y la Cultura, Chile 1998, el Premio del Círculo de Críticos de Valparaíso 2000, el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos, Ediciones Nobel España 2001, el Premio Municipal de Literatura a la Trayectoria, Valparaíso 2005, el Intelectual del Año, El Observador de Quillota, 2005 y el Premio Manuel Concha de Narrativa, La Serena 2018.

Hoy tengo el privilegio de analizar su libro ganador del Fondo Manuel Concha que otorga la Municipalidad de La Serena y que los componen relatos escritos en diversas fechas entre el 2003 y el 2015.

A continuación, un breve análisis acerca del deslumbramiento que me provocó esta obra intensa, absorbente y tan real dentro de su ficción.

 

Hay melancolía, dolor y agonía

El volumen comienza con el relato de un inexperto pero decidido asesino. Un hombre que busca sexo y, tal vez, una razón para vivir. Descuartizar el cuerpo de una prostituta despierta en él una mórbida pero exultante adrenalina. Con «El enano del Hotel Princesa» se inicia este intrigante y adictivo libro de Cristián Vila Riquelme.

A pesar de que su autor se mueve en diversos géneros y ya había leído alguno de sus poemas, su faceta como narrador me ha impresionado. Y es que, en la simplicidad de su prosa, Vila explota como un cuentista atrevido y desafiante.

De esta forma, desarrolla un texto en donde el desconcierto y el miedo de los mismos asesinos se transforman en un fantasma que los acosa. El manejo narrativo de Vila hace del libro un original conjunto de relatos donde lo humano parece haberse perdido entre las llamas del espanto que arden en «No era allí».

El horror de la dictadura continúa siendo atenuado con negaciones, alterando la verdad, con los servicios de exterminio del régimen —no podría llamárseles de «inteligencia»— funcionando a toda máquina y usando su poder para dar un giro a una realidad oscura, pero que en los medios era normal frente a grupos terroristas.

Y así, amigos y antiguos amores tomaron su camino, unos el de la verdad, otros como agentes de Pinochet, como sucede en «Un rostro ajeno». Vila se continúa paseando por las arterias de Valparaíso. Ya no presente físicamente. O tal vez sí. La búsqueda de la amada muerta, el encuentro con escritores como Juan Cameron y Álvaro Bisama. Y allí está también Cristián Vila Riquelme, el escriba, como diría el bueno Ramón de Díaz Eterovic.

El narrador encargado de escribir todo dentro y fuera del cuento. Hay melancolía, dolor y agonía. Y los poetas se suceden. Lihn canta a lo lejos y el eco de sus versos lo envuelve todo en «La habitación abierta».

El relato «El borrón es un paréntesis». La pausa, para luego continuar con «Erótica Blues», un cuento oscuro donde el erotismo retrata, no sólo el deseo, sino que la facilidad con que se puede doblegar al protagonista. Y nuevamente el horror.

Hay algo de Poe en este cuento. Solo falta un cuervo. Y el cuerpo vuelve a ser parte del misterio de la vida. «Muñeca rota» es un cuento que desafía al lector y demanda una profunda atención. De pronto se me vino a la cabeza a Cortázar, pero él no era tan gráfico, o, tal vez, a Mariana Enríquez, la argentina cultivadora de narrativa de suspenso y terror, y es que en este relato hay mucho de ello.

Imágenes a veces grotescas en lo que parece un circo donde un payaso, un águila y otros extraños personajes se mezclan dando vida a un juego psicológico e inquietante. «Babilonia» expone las miserias por las que atraviesan las prostitutas. Cómo son apartadas de la sociedad, humilladas y maltratadas.

Un borracho del pueblo le dedica un poema. Esos versos la acompañarán por siempre. A pesar del Sida, ella sigue firme y cobra más de una cuenta pendiente.

 

Un libro contundente, inolvidable y terrorífico

Se exhibe un amor juvenil, de aquellos que por alguna razón no nos abandonan. Recuerdos del mar y de los pescadores. El desprecio al hombre trabajador. Remembranzas de un pasado colmado de un amor que se llevó el oleaje.

En «Notas para un relato futuro», un médico sufre de amnesia. Es en ese trance en que la literatura y el ejercicio de escribir lo ayudan a recuperar, poco a poco, su memoria, con todo el horror que en ella se anida luego de una vida dedicada a crear espanto.

La literatura y poesía se toman la narración. Una serie de poetas surgen en este relato en donde los maestros y su legado, así como la propia creación, funcionan como el asunto del texto.

«No nacíamos para ser lo que creíamos ser» es la frase con la que finaliza «El escriba dudoso», relato en donde un escritor se ve enfrentado al más feroz de los enemigos: la página en blanco y cómo su vida se ve alterada en un texto en donde se mencionan múltiples autores y citas literarias con mucha metaliteratura presente.

«El testamento» es un cuento en donde la ficción roza lo inverosímil, pero de una forma cobra sentido. Un maremoto. Muertes. Y un suicida. Sus cenizas son arrojadas en diferentes océanos. La unión de los mares y el fin del horror. Un relato lleno de vértigo y sumamente visual.

«El autorretrato» es sin duda uno de los cuentos más inquietantes. Un cuadro, voyerismo latente, sexo que depende de ese retrato que no puede ser reemplazado, y su autora, que gracias o producto de la pintura, siente un deseo y placer sexual irrefrenable.

El libro termina con «De cuando el niño-lobo fue guerrillero», donde se retrata el histórico maltrato y despojo de sus tierras que han sufrido los mapuches en mano de los tiranos colonizadores, que no contaban con una resistencia tan férrea.

Así, estos cuentos de Vila no pasan desapercibidos. Estamos aquí como lectores privilegiados porque se trata de un libro contundente, inolvidable, terrorífico y, sobre todo, una radiografía de lo hipócrita y delirante que es el ser humano y la sociedad que ha creado.

Un libro memorable y urgente.

 

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Cristián Brito Villalobos (Antofagasta, Chile, 1977), además de poeta y escritor es periodista titulado en la Universidad Católica del Norte y magíster en literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

 

«El enano del Hotel Princesa» (Ilustre Municipalidad de La Serena, 2022)

 

 

Cristián Brito Villalobos

 

 

Imagen destacada: Cristián Vila Riquelme.