En uno de sus libros defensores del catolicismo, en las páginas de «El hombre eterno», el autor británico Gilbert Keith Chesterton acertó a expresar un pensamiento clave para entender el mundo geopolítico de hoy en día, y el cual bautiza el título de este artículo.
Por Luis Miguel Iruela
Publicado el 9.10.2025
Se atribuye a George Bernard Shaw el calificativo otorgado a su buen amigo Gilbert Keith Chesterton de «caos de ideas raras». Fue este un escritor católico en la Inglaterra anglicana de la época postvictoriana.
Polemista, domador de paradojas, renovador de la novela policial con la creación de un personaje impar, el Padre Brown; autor de relatos donde se mezclan la aventura y la metafísica, lo cotidiano y el más inquietante de los misterios; apologeta y un sinfín de actividades más como, por ejemplo, una atractiva biografía-ensayo sobre Robert Stevenson.
En uno de sus libros defensores del catolicismo El hombre eterno, acertó a expresar un pensamiento clave para entender el mundo geopolítico de hoy en día: «El despotismo se podría definir como una democracia fatigada».
Basta con echar una mirada a los dirigentes del mundo para apreciar lo atinado de la frase. Un puñado de cabecillas mediocres y obtusos (menos para la corrupción) empeñados en imponer unos intereses rapaces a sus conciudadanos.
Todo ello hace recordar la obra teatral de Alfred Jarry Ubu rey, la más sarcástica parodia del poder que se ha hecho jamás: codicia, crueldad y violencia. Mostrando como el tal poder es solo un fin en sí mismo sin ninguna transitoriedad ni alivio para el pueblo.
Perteneciente al género, tan francés, del grand guignol, su imagen gráfica, debida al autor, representa a un muñeco deforme, amorfo e inhumano que guarda todos los vicios. Cyril Connoly, el gran crítico inglés, dejó sentenciado: «El poder es esencialmente estúpido».
Ninguna trascendencia en el mundo de nuestros días
Pues bien, a ese ídolo carnavalesco están sometiendo muchas sociedades su libertad. Arrellanadas en la comodidad abdican de sus derechos y dejan conducir sus vidas por el peor de los caminos, al punto de producirse, en ocasiones, el fenómeno de la «inversión de la justicia», es decir, el irresistible ascenso de los delincuentes a la cúpula de la convivencia. Fenómeno característico de la Alemania nazi.
Resulta hiriente ver como los movimientos por los derechos civiles han sido sustituidos en muchos países occidentales por algaradas antisistema de tinte revolucionario cuyo fin oculto es reclamar la tiranía de otro amo. Gritar con violencia contra la violencia es el método. Legitimar muertes en nombre de Ubu rey.
Hace ya muchos años, Erich Fromm habló de parecidos sucesos en El miedo a la libertad. El fenómeno se reproduce ahora. Cabe preguntarse entonces: ¿y todo esto adónde nos lleva?
¿Será preciso volver a plantearse el instinto de muerte del que Freud nos hablaba? ¿O el eterno retorno nitzscheano de la historia al no haber un paso franco a ninguna trascendencia en el mundo de nuestros días?
***
Luis Miguel Iruela es un poeta y escritor, doctor en medicina y cirugía por la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en psiquiatría, jefe emérito del servicio de psiquiatría del Hospital Universitario Puerta de Hierro (Madrid), y profesor asociado (jubilado) de psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid.
Dentro de sus obras literarias se encuentran: A flor de agua, Tiempo diamante, Disclinaciones, No-verdad y Diccionario poético de psiquiatría.
En la actualidad ejerce como asesor editorial y de contenidos del Diario Cine y Literatura.

«El hombre eterno», de G. K Chesterton (publicado originalmente en 1925)

Luis Miguel Iruela
Imagen destacada: G. K. Chesterton.