[Ensayo] Rafael Álvarez «El Brujo»: La maestría de un juglar yóguico

El actor español viaja por el territorio ibérico mientras representa las distintas obras que tiene en repertorio, y este año ha recalado con dos de ellas en Barcelona, con «Lazarillo de Tormes» y «Autobiografía de un yogui», en un escenario bastante peculiar: el Teatro Apolo de la catalana avenida del Paral·lel.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 19.11.2022

«La escena es tan grande como el brillo de las estrellas y hay otra vida que se puede soñar, a la que se puede despertar. El mundo está en el alma. Es tu visión del mundo la que crea el mundo; luego no hay transformación del mundo si no empieza por tu propia transformación».
Rafael Álvarez en El brujo

Si bien ha trabajado en cine y televisión, es en el teatro donde Rafael Álvarez, este gran actor y dramaturgo andaluz ha conseguido mayor reconocimiento gracias a sus excelentes monólogos en torno a obras magnas tales como Don Quijote, El avaro, La odisea o Lazarillo de Tormes.

Ahí están para atestiguarlo sus numerosísimos galardones entre los que destacan El Premio Nacional de Teatro Pepe Isbert otorgado por la Asociación de Amigos de los Teatros de España y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes que concede el Ministerio de Cultura español.

Y es que El Brujo encarna como nadie el espíritu del juglar español, es juglar de la cabeza a los pies, un juglar cuyo centro de gravedad está en el corazón. Todo un maestro del arte escénico quien vive con intensidad los personajes que interpreta buscando en ellos la humanidad que los define, y en esa humanidad sentida logra conectar con el público despertando corazones y conciencias.

Su arte es liberación gracias al buen humor, un humor que tiene al respeto por bandera. Entre risas y carcajadas de por sí liberadoras nos transmite un mensaje que emana de la sabiduría ancestral. Por su boca nos hablan humanidades trascendentales y trascendentes pertenecientes a tiempos y culturas distintos, humanidades que se entrelazan en el comprometido verbo de El Brujo.

Especialmente significativas son las voces de la mística española de Teresa de Jesús y Juan de Yepes y asimismo de la espiritualidad yóguica de Paramahansa Yogananda su maestro de referencia junto con Jesús de Nazaret.

 

Ascetismo en el Paral·lel

El Brujo actúa por todo el territorio español representando simultáneamente distintas obras que tiene en oferta, y este año ha recalado con dos de ellas en Barcelona en un escenario muy peculiar que nada tiene que ver con los locales en dónde había actuado anteriormente.

Sorprende verlo en el Teatro Apolo, situado en la famosa avenida del Paral·lel que durante el franquismo se convirtió en todo un oasis de libertad al albergar teatros de cabaret y vodeviles que en su pícaro descaro desafiaban la censura del nacional catolicismo imperante.

En el Apolo, que en ese tiempo oscuro fue hogar de la vedette Tania Doris, se exhiben actualmente obras —a menudo musicales— destinadas fundamentalmente al gran público en las que el despliegue escenográfico y artístico suele ser exuberante.

De este modo, entre funciones de mega producciones se ha «colado» un grande que lo es por su minimalismo esencial, un grande que actúa en solitario y con escasa escenografía. Un asceta en el Para·lel ofreciéndonos dos obras claves de su dilatada carrera: Lazarillo de Tormes y Autobiografía de un yogui.

 

Del cobijo físico y material

Lazarillo de Tormes es una novela del siglo XVI de autor desconocido que está considerada como uno de los grandes clásicos de la literatura española. En el año 1991 El Brujo se estrenó como Lazarillo en la versión que hiciera el gran Fernando Fernán Gómez quien también le dirigió —junto a José Luis García Sánchez— en su adaptación cinematográfica.

Desde entonces y hasta ahora la obra ha sido representada en numerosísimas ocasiones en toda España porque tal y como el maestro juglar nos confiesa jamás abandonará al Lazarillo.

Una joya de la literatura esta, cuyo mensaje sigue siendo vigente. En palabras de El Brujo: «Este ente del mundo imaginario podría cambiar el mundo real porque hace del hambre y la necesidad un arte, la recicla en sabiduría. Frente al dolor tenemos dos caminos: la queja o el arte. Y con ironía, parte del estado del necio, camina por el aprendizaje y alcanza la sabiduría. El lazarillo de Tormes trata de la marginación, el hambre y la vivencia dura de la infancia. Los paralelismos entre el mundo del infante que acompaña al ciego y la situación de tantos niños del tercer mundo que mueren de inanición son obvias. La historia se repite una y otra vez».

Así en ese jamás abandonaré al Lazarillo —entiendo— nos está diciendo que jamás abandonará su compromiso con la gente que sufre y especialmente con los niños que no pueden disponer de alimento y las condiciones necesarias para crecer. El brujo es consciente de la realidad de nuestro mundo que desafortunadamente no ha cambiado tanto desde los tiempos retratados en esta obra clásica.

La madre que entrega a su niño a un ciego que lo maltrata y cuando Lazarillo logra escaparse de semejante personaje acaba junto a un clérigo que aunque físicamente observa, está tan ciego de egoísmo como su anterior «mentor». La ceguera del egoísmo como la peor cara de la condición humana, la ceguera del egoísmo que mata vidas y mata almas.

Y en la virtud de retratar esa dureza, esa inhumanidad, a través de la luz del humor, El Brujo actúa como espejo en el que poder ver nuestra sociedad y a nosotros mismos. Al reírnos de esos infelices —infelices sí, es imposible ser feliz sin darse por mucho material que se atesore— egoístas fácilmente nos vendrán a la memoria personajes similares de nuestro círculo íntimo y de la sociedad a la que pertenecemos, y quizás —ojalá— seamos capaces de ver hasta qué punto —en mayor o menor medida— podemos estar nosotros actuando en egoísmo.

 

Del cobijo psíquico y espiritual

Cubiertas las necesidades básicas del vivir que retrata a modo de denuncia El lazarillo de Tormes se pueden afrontar necesidades tan o más importantes para todo ser humano. Más allá del alimento y protección física, necesitamos alimentar nuestra alma, darnos y dar cobijo psíquico y espiritual.

De este necesario alimento nos habla El Brujo en Autobiografía de un yogui. Nos habla desde su experiencia personal tras descubrir este extraordinario libro del maestro Paramahansa Yogananda uno de los introductores del Yoga en Occidente.

Un texto sobre la ciencia espiritual del Yoga que va mucho más allá del Yoga postural en el que muchos occidentales encorsetan esta disciplina holística que supone una forma de entender y vivir radicalmente distinta a la dominante en nuestro mundo de exaltación de lo material.

Se trata pues de una apuesta arriesgada, no es fácil conseguir la implicación del público en una obra tan profunda como esta.

Así lo expresa el maestro andaluz en su introducción apelando bellamente al vuelo del ser:

«En todos mis espectáculos la risa es un factor dominante… y aun así busco siempre un instante donde el aliento se eleve hacia el dominio sagrado de la poesía. Shakespeare era también comediante pero además un poeta. Por eso es que yo invoco su espíritu para que le de alas a mis risas y las haga más transparentes. En esta ocasión lo necesitaré de una manera muy especial. Me temo que ustedes tendrán que hacer también un esfuerzo especial para acompañarme, ¿podría volar yo sin ustedes?».

Y lo ha conseguido, ha conseguido volar, Autobiografía de un yogui ha sido representado en numerosas ocasiones desde su estreno en el año 2017 obteniendo una gran acogida tanto por el público como por la crítica.

Son dos horas de función en las que El Brujo plasma su experiencia espiritual y busca transmitir la esencia de la filosofía yóguica, de la verdad que se encuentra en cada uno de nosotros y que requiere calmar la mente para ser descubierta.

En este sentido enfatiza la necesidad de no dejarse llevar por el miedo en estos tiempos tan inciertos, ese miedo que alientan muchos poderes y que busca alinearnos con sus preocupantes mensajes, ese miedo que genera oscuridad en el mundo, una oscuridad que interesa a los que «viven» de ella con nula empatía.

Personalmente esta es la obra que más me ha hecho volar —de risa y de alma— de las muchas —no todas desafortunadamente— de este bendito juglar que he tenido la satisfacción de vivenciar. Su habitual maestría para transitar de lo más profundo a lo cómico adquiere en ella una dimensión sublime. Y cómo él mismo repite en la obra, al gozarla uno siente realmente ese liberador «estoy bien».

Y en esta línea profunda apunta su último montaje —que espero ver pronto— de título Los dioses y Dios que se anuncia como: «una reflexión espiritual profunda sobre las relaciones entre las divinidades y los humanos que se nutre de la tradición homérica».

Una obra que a partir del Anfitrión de Plauto ahonda en la mitología de todos los tiempos y culturas de la mano del gran investigador Joseph Campbell y su texto cumbre El héroe de las mil caras.

 

Véanlo

Si no han visto nunca a este excelso juglar y viven o viajan a España no se lo pierdan, él suele actuar a menudo en Madrid en el Teatro Alcázar. Y es un habitual del prestigioso Festival de Teatro Clásico de Mérida que se celebra cada verano en el marco del maravilloso Teatro Romano de la ciudad extremeña, en ese espacio que resuena historia, suele estrenar sus obras.

En todo caso pueden disfrutar de los videos que realizó durante la pandemia y que están disponibles en su página web, a través del siguiente enlace.

Divinas palabras, divino juglar.

 

*A Paco, Loli, Ester, Serafín y tantos compañeros de viaje interior que hemos coincidido en el Centro de Yoga Namaste de Cornellà de Llobregat.

 

 

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Jordi Mat Amorós i Navarro es un pedagogo terapeuta titulado en la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

Rafael Álvarez «El Brujo»

 

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Imagen destacada: Rafael Álvarez «El Brujo».