[Ensayo] «Sustentabilidad ahora»: La instalación de un lenguaje para el desarrollo de Chile

El presente volumen es una breve reflexión compuesta de aforismos del ex candidato presidencial Alfredo Sfeir sobre la nación que queremos, considerando que todos somos actores verdaderamente empoderados y responsables de nuestra sociedad, en un imperativo leído aquí desde el derecho y, más aún, en el deber.

Por Luis Herrera Vásquez

Publicado el 18.10.2021

Hace algún tiempo, Alfredo Sfeir publicó su libro Sustentabilidad ahora a través del Instituto Zambuling para la Transformación Humana (2014), texto que ha sido presentado en distintos puntos de Chile, sobre todo en universidades.

Está compuesto por doce capítulos breves, estructurados a modo de aforismos, cruzando distintos temas —que van desde la economía a los pueblos originarios, pasando por el trabajo, la salud, educación, recursos naturales, consciencia social, entre otros—, pero siempre con un norte claro y coherente: un Chile desarrollado y sustentable.

 

Un cambio de consciencia

Para Alfredo Sfeir toda transformación hacia una sociedad feliz, pacífica y limpia, requiere, en primer lugar de un cambio de consciencia, no sólo individual, sino también colectiva. Comprendiendo que es importante el bienestar material, pero más importante es que dicho bienestar material esté completamente equilibrado con el entorno, en una concepción ecológica del desarrollo humano y nacional, que esté mucho más allá del gobierno de turno: una consciencia sustentable y colectiva con énfasis en la familia, el barrio y el medio ambiente.

En ese sentido, la sociedad debe comprender muy claramente sus derechos y, por supuesto, mucho mejor sus responsabilidades.

Para lograr dicha consciencia, se requiere construir una visión en consenso sobre lo que somos, lo que queremos y cómo lo lograremos, considerando qué valores y qué espiritualidad, y cómo lo haremos sin comprometer el futuro de las próximas generaciones.

En esa línea, es importante entender a Chile no sólo como un lugar físico —con su bandera, montañas, himno—, sino también como un ente con cuerpo, mente y alma.

Sólo de esa manera se fortalece la consciencia, la identidad, el empoderamiento ciudadano y también despertando del modelo económico actual, ya que estamos presos del consumismo material, las tarjetas de crédito y vivir para trabajar, una idea que bien sería complementada por Chomsky, cuando señala:

“Y todo esto lleva intercalados, además, montones y montones de anuncios publicitarios que procuran convencer, sobre todo a los jóvenes, de que lo mejor que pueden hacer es gastar hasta el último centavo en comprar calzado de tenis de doscientos dólares, o lo que sea, porque así es como hay que vivir la vida”.

Se lee entre líneas, que Alfredo coincide con Guy Debord en el entendido que la dominación del modelo económico sobre la vida social ha llevado al ser humano a abandonar el ser, para preocuparse del tener y aún más aberrante según Debord:

“La fase presente de la ocupación total de la vida social por los resultados acumulados de la economía conduce a un deslizamiento generalizado del tener al parecer, donde todo «tener» efectivo debe extraer su prestigio inmediato y su función última”.

De ese modo vamos perdiendo nuestra cultura, tierra y geografía; vamos sintiendo que no hay un Chile, sino que varios, excluyentes entre sí; un Chile que está a la venta, al remate o al mejor postor. No obstante, es nuestra tarea aceptar la diversidad, tolerar nuestras diferencias y fortalecer la unidad nacional, nuestro arte, nuestra cultura, nuestras dimensiones cívicas y ciudadanas.

También es nuestra tarea comprender que la dignidad humana está por sobre la eficiencia económica y, en ese sentido, tenemos una deuda histórica con los pueblos originarios y les debemos nuestro respeto incondicional y el mejoramiento de su bienestar social.

Considerando que la ciudadanía es la que establece los propósitos de la política y no al revés, debe existir, insiste Sfeir, una política nacional de importación de alimentos que no nos enfermen, una tolerancia cero a los transgénicos y adictivos, y una política nacional sobre el uso de pesticidas y agroquímicos, además de una focalización importante en la medicina preventiva, en la alimentación, etcétera.

En suma, la política y el empresariado empoderados en el bienestar colectivo, no en el individualismo del mercado neoliberal.

 

Una economía sustentable

Alfredo Sfeir coincide con Slavoj Zizek al señalar que un resultado grave del modelo económico ha sido la percepción que política y economía van por rumbos separados, pues aquello ha significado un desempoderamiento de la ciudadanía. Señala Zizek:

“La gran novedad de la era pospolítica actual —la era del ‘fin de las ideologías’— es la despolitización radical de la esfera de la economía: el modo en que la economía funciona (la necesidad de recortar el gasto social, etcétera) es aceptado como un simple dato del estado de cosas objetivo. Sin embargo, en la medida en que esta despolitización fundamental de la esfera económica sea aceptada, todas las discusiones sobre la ciudadanía activa y sobre los debates públicos de donde deberían surgir las decisiones colectivas seguirán limitadas a cuestiones ‘culturales’ de diferencias religiosas, sexuales o étnicas —es decir, diferencias de estilos de vida— y no tendrán incidencia real en el nivel donde se toman las decisiones de largo plazo que nos afectan a todos (…) ese socavamiento responde directamente a la despolitización de la economía, a la aceptación común del Capital y de los mecanismos del mercado como herramientas y procedimientos neutros que deben ser explotados”.

En ese sentido, Alfredo indica que la sociedad chilena demanda un futuro sustentable, sano, limpio y solidario, siendo la sustentabilidad el único horizonte, con una economía con estabilidad social, pacífica, sin destrucción. Si se considera que no somos economía, sino que tenemos economía, comprenderemos que la economía debe estar al servicio de nosotros y no nosotros al servicio de ella.

Por lo tanto, debemos transitar desde una economía excluyente, competitiva, individualista y materialista a una interdependiente, cooperativa, ecológica, justa, solidaria y equitativa, compasiva, cuyo instinto no sea la competitividad, sino la eco competitividad, que nos da más bienestar.

Por ello, Sfeir subraya dos falacias de la economía actual: “hay que crecer primero y hacer justicia social después” y “es necesario crecer primero y limpiar el entorno humano y natural después”.

Ambas son inviables, ya que la tasa de crecimiento económico debe ir ligada al bienestar humano, social y medio ambiental, sino sólo nos sentimos arriba de “un caballo desbocado”, teniendo hoy en día de los mejores crecimientos de la OCDE, pero los peores coeficientes de inequidad y felicidad.

En ese sentido, el desarrollo económico se entiende no como un necesario sinónimo de crecimiento, pues si el crecer va a comprometer el entorno o a la comunidad social, probablemente no se produzca un verdadero desarrollo.

Aunque no lo menciona Sfeir, en la línea del decrecionismo de teóricos como Serge Latouche, tal vez el decrecer sea hoy una mejor respuesta de desarrollo que el crecer, tal como un crecimiento desmedido en el cuerpo (tumor) no es signo de buena salud.

Por ello los focos del sistema económico debieran estar en eliminar la pobreza, concientizando a muchos actores económicos dominantes que se benefician de su permanencia; involucrando al sector privado en el cambio profundo de sus políticas empresariales, transitando del individualismo al bienestar colectivo y en ello obtener utilidades; generando trabajos amigables con salud y seguridad integral, con una cultura de la prevención, con fomento del tiempo libre, entornos verdes, mejor transporte, buenas condiciones laborales, desarrollo estratégico de capital humano, valores, consciencia laboral, trabajo docente, salario ético, una sustentabilidad ambiental del entorno físico del trabajo y, muy relevante se debe pasar del “pedir” al “poder”: debemos encontrar las bases para aumentar el poder de decisión y de gestión de los trabajadores. Sólo un trabajo empoderado en ese sentido llevará a un bienestar real de la sociedad.

Con ese horizonte claro, parte del empresariado no actuará preocupado y asustado mezquinamente por su bolsillo ante las reformas —como se evidencia en sectores privilegiados— ajustando al personal, reduciendo jornadas laborales o creando climas amenazantes de trabajo, sino que actuará con compromiso y lealtad con sus trabajadores y, estos, siempre motivados y comprometidos con un trabajo que trasciende la lógica patrón-peón.

 

Naturaleza

Para Alfredo Sfeir, no se puede hablar de identidad, sino incorporamos al entorno natural, comprendiendo entonces que el ser humano es uno con la naturaleza y su reino animal, debiendo todo tipo de maltrato ser erradicado de nuestro país.

En sintonía con Mahatma Gandhi: “La grandeza de una nación y de su progreso moral puede ser juzgada por la manera en que ella trata a sus animales”.

Por lo tanto, la sociedad chilena debe comprender que los recursos naturales si bien son ricos, también son finitos y escasos, siendo su destrucción un riesgo capital para los que habitamos este país. Por ello, se debe concebir a la naturaleza como un bien público, que le pertenece a todos y a nadie.

Por ejemplo, la semilla no puede estar sujeta a patentes comerciales, pues las semillas chilenas son nuestras y no debiese haber tolerancia con los transgénicos, siendo relevante el crear un banco nacional de semillas, que cuide nuestra soberanía natural.

O, finalmente, por ejemplo el agua, cuya crisis demanda transformaciones en nuestro modo de vivir y crecer y en su administración: el agua no es un bien privado que maximiza el lucro de un grupo económico y no un bienestar colectivo, muy por el contrario, primero genera un bienestar colectivo y, dentro de ese colectivo, se beneficia un grupo económico.

 

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Luis Herrera Vásquez (1981) es licenciado en educación, magíster en docencia universitaria y diplomado en lingüística aplicada.

Actualmente es estudiante de doctorado en la Universitat Oberta de Catalunya, profesor de español en «Dímelo Hablando en Español» y editor en Litoraltura Ediciones.

Ha publicado los libros La lámpara de Kafka & otros cuentosCultura, educación, lenguaje, además del Diccionario de neologismos, disfemismos y locuciones usuales.

Tiene publicaciones científicas en el ámbito de la educación, la literatura y la lingüística. También ha sido evaluador de proyectos Fondecyt y de artículos en revistas especializadas.

 

«Sustentabilidad ahora», de Alfredo Sfeir (2014)

 

 

Luis Herrera Vásquez

 

 

Imagen destacada: Alfredo Sfeir.