[Entrevista] Escritora Patricia Cerda: «Duele la ausencia de las mujeres en los tratados de historia»

La narradora chilena acaba de publicar en este mes de noviembre su nueva novela, bajo el provocador título de «Las infames» (Planeta, 2021), un relato protagonizado por dos personajes femeninos y escenificado durante el siglo XVIII, la última centuria en la cual el país estuvo sujeto al dominio político y militar de la monarquía hispánica.

Por Martín Parra Olave

Publicado el 15.11.2021

Patricia Cerda (Concepción, 1961) defiende su autarquía intelectual desde cualquier punto de vista o trinchera ideológica, especialmente el político.

«Como Nicanor Parra, me declaro país independiente. Soy escritora. Punto», le responde con vehemencia y seguridad al Diario Cine y Literatura, cuando se le consulta acerca de las significancias coyunturales de Las infames, un texto que es protagonizado por la rebelde Mabel, en pleno siglo XVIII chileno, el postrero del imperio español en territorio sudamericano.

En efecto, el más reciente libro literario de la doctora en historia por la Universidad Libre de Berlín, es también una novela sobre el poder y sus variantes genealógicas de posesión durante la trayectoria republicana del país, en específico de las familias que desde los albores del Chile independiente, todavía dominan, y muchas veces sin contrapeso, la vida política, financiera y cultural de la sociedad nacional, al modo de un latifundio.

Mabel, la protagonista de este relato de ficción, es una mujer que creció bajo el cobijo del famoso clan Larraín, pese a no pertenecer sanguíneamente a este.

Y situada en esa posición privilegiada —la de la allegada y afuerina admitida en el seno mismo del poder simbólico de una comunidad clasista y racista—, juzga y analiza, a través de las notas que deja como testimonio para la posteridad, y que son recogidas por una investigadora del siglo XXI (Serena), su visión íntima de esa nación, la cual a lo largo de 200 años de recorrido, se mantiene inalterable en sus aspectos y estructuras fundamentales.

Asimismo, Las infames es una novela reivindicatoria del rol oculto y subterráneo de las mujeres en los orígenes del Chile republicano. Porque Mabel es rebelde, y sueña con la libertad al estilo de una prócer o mejor dicho, en la forma de una proscrita y mestiza madre de la independencia nacional.

Radicada desde 1986 en Alemania, y luego de publicar los volúmenes de ficción Violeta & Nicanor (2018), Luz en Berlín (2019) y Bajo la Cruz del Sur (2020) —todos con el respaldo editorial del Grupo Planeta— el nombre de Patricia Cerda se instala como el santo y seña de una de las escritoras chilenas de mayor importancia a nivel internacional.

 

La escritora chilena Patricia Cerda en Aranaz (País Vasco), con la Larrainea o casa Larrain al fondo de la imagen

 

«La perspectiva de las mujeres hace tanta falta»

—¿Cuál es el origen de tu última novela? Es decir, ¿nace a partir de una lectura en particular de la historia de Chile o su nacimiento está dado por los últimos movimientos feministas de los cuales hemos sido testigos en los años recientes?

—Nace de mi deseo de entender mejor nuestro pasado y compartir mis descubrimientos con mis lectores. Por otra parte, la perspectiva de las mujeres hace tanta falta. Su ausencia en los tratados de historia duele. Como si no existiéramos.

Todas mis novelas responden a una motivación muy personal que, en este caso, coincide con las movilizaciones feministas de los últimos años. Es mi humilde aporte.

 

—¿Cuánto tiempo estuviste trabajando en la construcción de esta novela?

—Más de dos años porque la interrumpí para escribir Bajo la Cruz del Sur. No fue fácil dar con la forma de la novela y con los personajes. Fue un proceso lento que se dio de a poco. Tomó tres años, más o menos.

 

«El siglo XVIII ha sido muy poco abordado por la ficción en Chile»

—El personaje de Mabel, una mujer muy intensa y culta, es una suerte de conciencia o voz que nos va revelando lo no dicho, todo lo que ha sido tapado, es una suerte de fuerza que a lo largo de la historia ha sido silenciada. ¿Desde donde surge esta mujer? ¿Tiene algún asidero en la realidad histórica?

—Mabel podría pudo haber existido. Para crearla leí mucho a Sor Juana Inés de la Cruz y a Teresa de Jesús, dos almas inquietas. Pero ella es del siglo XVIII, que es el siglo de la Ilustración.

Ese siglo ha sido muy poco abordado por la ficción en Chile. Es el siglo en que España hizo todo lo posible porque las ideas de los filósofos y escritores ilustrados franceses e ingleses no llegaran a Chile. Sin embargo, llegaron, porque las ideas, cuando toman vuelo, no se pueden detener.

Mabel es observadora. Vive y sufre en carne propia nuestro último siglo colonial. No tiene un asidero real, porque Mabel, si existió, no dejó huella. No era la esposa, la hija o la hermana de ningún hombre famoso. Se acredita sola.

 

—En Las infames hay un juego entre el pasado y el presente. Una suerte de puente que no se ha roto y que mantiene firmemente ancladas las estructuras de la colonia, muchas de estas estructuras son una suerte de hegemonía patriarcal sobre la sociedad chilena. ¿Tú crees que el proceso constituyente permita generar caminos nuevos para romper con este predominio que viene desde los orígenes de nuestra sociedad?

—Creo que esa es la esperanza. Lo ideal sería que en ese proceso participáramos todos, también la élite, los privilegiados o como quieras llamarla. Necesitamos consensos.

 

«Si todavía citamos a (Francisco) Encina o (Sergio) Villalobos, el problema es nuestro»

—En este mismo sentido, ¿tú crees que a través de la literatura podemos acercarnos de una forma más reflexiva a nuestra realidad? Es decir, ¿nos ayuda la literatura a darle una vuelta de tuerca a “la historia oficial”?

—La literatura abarca lo político pero va más allá. Su espacio es el de la cultura, en cuya construcción ella misma participa. Las tendencias políticas pasan, la cultura queda. Yo creo en la cultura chilena, mi compromiso es con ella.

En cuanto a la ‘historia oficial’, tendríamos que ponernos de acuerdo sobre qué es eso. En la segunda mitad del siglo XX hubo escritores brillantes como Armando de Ramón, Álvaro Jara y Rolando Mellafe que nos mostraron aspectos de nuestra historia que sus antecesores del siglo XIX ignoraron activamente. A ellos hay que agregar a la historiadora Sol Serrano.

Ya no existe la historia oficial. Rolando Mellafe escribió una monografía sobre la introducción de la esclavitud negra en Chile. De Ramón tiene una historia social de Santiago que ha sido mi fuente de documentación en Las infames. Álvaro Jara estudió la importancia de la Guerra de Arauco en la formación de la sociedad chilena.

Sol Serrano estudió el papel de las mujeres en la sociedad y la educación. Si todavía citamos a (Francisco) Encina o (Sergio) Villalobos, el problema es nuestro.

 

—En este, tu último trabajo, sin lugar a duda hay una clara lectura política de la historia de nuestro país. Cuando escribes, ¿tienes el elemento político a la vista o este se va dando de manera inconsciente?

—¿Lectura política? Fíjate que no.

La novela tiene dos narradoras: Mabel se rebela contra la maldición ignara, contra la censura de la Inquisición, contra el control colonial hacia las mujeres y las castas o población no española en el siglo XVIII. Ve venir la independencia.

Serena, la escritora que quiere escribir una novela sobre Mabel, es una mujer solitaria del siglo XXI que reflexiona sobre Chile. Nada más.

Las infames puede tener una lectura política, pero no fue mi intención al escribirla. Yo quise alumbrar algunas cosas que pensé sería bueno entenderlas.

 

«Como Nicanor Parra, me declaro país independiente»

—Hubo una etapa de la historia de la literatura donde los escritores estaban claramente comprometidos con una postura política. ¿Tú crees que eso se ha perdido hoy en día? ¿Es necesario manifestarse explícitamente o basta con la obra?

—Que cada uno haga lo que quiera. Personalmente, soy de izquierda para la derecha y de derecha para la izquierda.

Las discusiones políticas me aburren y hasta me ponen de mal humor. Como Nicanor Parra, me declaro país independiente. Soy escritora. Punto.

 

—¿Te has encontrado en tus investigaciones de tipo históricas, con acontecimientos que verdaderamente parecen ficción, estoy pensando en ese dicho que dice que “la realidad supera la ficción”? ¿Recuerdas alguno que nos puedas compartir?

—Uf. A ver… Yo creo que eso de la realidad u objetividad no existe. Siempre hay un sujeto interpretando el mundo a partir de su biografía y su carácter.

Aristóteles decía que la verdad no existe. La verdad de cada tiempo es lo que dicen los más inteligentes. Pero, ¿quiénes son los más inteligentes?

Eso lo sabemos después de que los hemos ignorado. A la larga no importa quién ganó, sino quién debió haber ganado.

 

«Siempre vuelvo a J. M. Coetzee»

—¿Hay autoras chilenas contemporáneas que te interesa leer?, ¿te relacionas con el mundo literario chileno?

—Mis escritoras favoritas latinoamericanas son la mexicana Valeria Luiselli, que es verdaderamente genial, y la argentina María Gaínza.

Mi escritor chileno favorito es, sin duda, Alejandro Zambra. Y siempre vuelvo a J M Coetzee.

Ese es mi canon actual.

 

—Hoy en día hay muchas autoras y autores que utilizan las redes sociales para dar a conocer su obra o sus gustos, o incluso parte de su vida privada, ¿cómo es tu relación con las redes sociales?, ¿utilizas alguna?

—Utilizo las redes sociales para informar sobre mis pasos a mis lectores y seguidores. Más allá hay un grupo de lectores silentes.

Mis libros tienen que acreditarse solos y hacer sus propios caminos. Las redes sociales son para el momento. Pero yo aspiro a más.

 

«La aparición de un buen escritor o escritora es algo que nos ocurre como humanidad»

—Finalmente, en una parte de tu libro señalas lo siguiente: «Mabel se pregunta en varias ocasiones cómo hubiera sido su vida sin los libros, algo que también me he planteado. Hubiéramos tenido que conformarnos con nuestras realidades. Sin el mundo paralelo de la imaginación, la realidad es un péndulo que se mueve entre el tedio y el dolor»… un párrafo muy profundo por lo demás. En este sentido, ¿qué valor le das a los libros en la formación imaginativa de los seres humanos?, ¿tú crees que pueden ser reemplazados por pantallas?

—En ningún caso. En ese sentido soy bastante elitista.

La aparición de un buen escritor o escritora es algo que nos ocurre como humanidad.

Lo que nos ocurre al leerlos es lo mismo en todos los tiempos. Es raro y excepcional cuando la pantalla se acerca a eso.

 

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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Actualmente cursa el doctorado en literatura impartido por la última Casa de Estudios.

 

«Las infames», de Patricia Cerda (Editorial Planeta, 2021)

 

 

Martín Parra Olave

 

 

Imagen destacada: Patricia Cerda.