Escritor Juan Mihovilovich: «La publicidad es un modo de ejercer la dominación mental de las personas»

Enseñar música clásica, escucharla en los colegios, leer poesía trascendente, apreciar a ciertos clásicos, exponer a los grandes de la pintura, fomentar el goce del buen cine o del teatro (a representarlo en los colegios, incluso), ayudar a diferenciar lo principal de lo accesorio, intentar que profesores y alumnos “descubran” en conjunto su lugar en la sociedad y de qué modo pueden aprender el uno del otro, son algunas de las claves que entrega el narrador de la generación de los ’80 y juez de la República para combatir el desasosiego propio y ya épico del nuevo Chile.

Por Milenka Ruiz Mihovilovich

Publicado el 21.6.2019

La obra de Juan Mihovilovich Hernández (Punta Arenas, 1951) se caracteriza por la profundidad dramática y existencial con la cual aborda las coyunturas y problemáticas del Chile nacido después del trágico quiebre histórico y social de 1973. Abogado de profesión, pero escritor por vocación, el autor de los recordados volúmenes El contagio de la locura (2006), Grados de referencia (2011) o Yo mi hermano (2015), entre otros, dialoga con el Diario Cine y Literatura en torno al pernicioso lenguaje simbólico con que se bombardea a los jóvenes desde los mass media y las redes sociales, especialmente a través del multimillonario circuito de la publicidad comercial.

Y como respuesta, el intelectual, el narrador, el comprometido juez de la República, postula la difusión de una educación integral basada en los grandes valores humanistas y trascendentales que conformaron a la hoy vapuleada civilización occidental, a fin de vencer el nihilismo, el vacío y el descompromiso, que hacen estragos en la juventud chilena actual.

 

¿Crees que en Chile se utilizan estereotipos de belleza que afectan a los jóvenes? ¿Cuáles serían estos?

-Sin duda. La industria del consumo suele utilizar estereotipos que incitan al joven a ser un consumidor a ciegas de determinados productos que incrementen las ganancias de los grupos económicos. Un estereotipo se basa, generalmente, en indiscutibles condicionamientos que la sociedad establece para tener, según su ideología, un “modelo a seguir”, ya sea por ciertas formas de conducta o características físicas que se adecúan a los fines comerciales.

Por ejemplo, si la industria de la música necesita instaurar un estereotipo comercial de consumo masivo crea una figura joven, de ciertas características físicas (delgado, rubios o morenos de rasgos poco definidos sexualmente, uso de ropas finas algo descuidadas, tonos o matices de fácil combinación, etcétera) que, unidas a una capacidad melódica, común al grupo, sean fáciles también de lograr una dinámica musical de llegada inmediata y que tenga posibilidades de expandirse por diversos países o continentes.

De ese modo la juventud se ve mediatizada, no sólo por la música que comparten de modo rápido, sino también por las actitudes y formas de ver el mundo del grupo musical. Como estos estereotipos cumplen una función determinada y ocupan un lugar en la moda, duran poco tiempo o el tiempo necesario hasta que la sociedad y, especialmente, la industria musical, sea chilena u otra (ya que utilizan patrones comunes) requiera de otras figuras que reemplacen a la anterior y así sucesivamente. Esto es fácilmente perceptible en la televisión, en radios y otros medios de comunicación, como los espectáculos masivos, los concursos de belleza, los que importan competitividad u obtener realización de supuestos sueños pasajeros, los realities, etcétera.

 

¿Consideras que los conceptos fundamentales de la publicidad están equivocados?

-Mas que equivocadas, son modos de ejercer la dominación mental de las personas, algo que se ejerce de manera consciente por los grupos de poder, y que a su vez son internalizadas por la juventud de modo inconsciente, muchas veces. No es que los estereotipos estén equivocados en sí mismos, sino que hay cierta actitud de manipulación de los gustos y tendencias para que esa manera de apoderarse lentamente de las conciencias individuales traiga, como resultado, el manejo de los gustos, de las necesidades, de los anhelos de ser otro u otra y no quién realmente se es: persona humana.

Los seres humanos nacen libres e iguales, y dotados como están de razón pueden y deben optar sobre su presente y futuro, pero procurando conocer la forma en que se maneja el mundo de los adultos, que al fin de cuentas gobiernan y controlan a la sociedad en sus distintas facetas.  De ese modo los estereotipos serán fáciles (o relativamente fáciles) de identificar, sobre todo si los jóvenes están conscientes de su rol y la forma de participar en su destino.

Ser joven importa una actitud de querer transformar ese mundo, pero lo más relevante es que ese mundo no los cambie a ellos en su esencialidad, en ser capaces de ejercer una libertad que no los convierta en esclavos de quienes condicionan sus opciones personales por necesidades ficticias o que tienden a desorientarlos en sus expectativas de vida real. Estudiar significa no sólo querer acceder a un puesto en la sociedad para auto sustentarse, sino y sobre todo, en querer “saber” a qué forma de sociedad aspiro y de qué modo, ser consciente de mi espacio personal, de mis atributos, de mi autoconocimiento y así ser capaz de comprender por qué actúo o soy de tal o cual modo, más allá de las apariencias, que son solo eso: apariencias.

 

¿Ayudan los ideales impuestos por los medios masivos en el respeto y la observancia de la igualdad de género en el país? 

-Los estereotipos que son impuestos y no obedecen a la esencia del grupo humano, serán estereotipos pasajeros, como lo son aquellos impuestos para obtener beneficios a costa de los demás, según se dijo antes. Pero, si los estereotipos importan características naturales, que sirven para identificar a determinados grupos o personas dentro de una sociedad determinada, puede servir, no solo para la igualdad de género, sino también para que las personas o grupos puedan luchar por los intereses que son comunes, tanto a ellos en lo particular, como  a toda la sociedad: más derechos, ser conscientes de sus obligaciones, transformar las normas de convivencia que atentan contra la igualdad social, económica, sexual, racial o de cualquier forma de discriminación arbitraria.

En esa perspectiva los estereotipos que son identificables con una cultura determinada (étnicos o feministas, por ejemplo) que están unidos por una condición específica, pueden ayudar a mejorar sus lugares en la sociedad, a ser reconocidos y considerados en su dignidad como seres humanos. En este autorreconocimiento grupal, sin embargo, es preciso querer entender que la primera necesidad es sentirse parte de su propia condición humana; ser humano es tener capacidad de discernir y respetar a los demás y ser capaz de auto respetarse. Es la única forma en que el amor personal, el amor por uno mismo, pueda trasladarse a los demás.

 

Si fueras el director de una agencia de publicidad, ¿qué nociones de belleza humana fomentarías entre los jóvenes?

-Usaría estereotipos que tuvieran que ver con la historia y el desarrollo individual (o personal, según sus edades) a la que esos jóvenes pertenecen. Los países y las sociedades y sus culturas no nacen de la nada. Existe una trayectoria individual y sobre todo colectiva, que ha hecho que una nación o un país se estructure en base a sus ejemplos más señeros, más relevantes, más significativos, sea en las artes como en la literatura, la pintura, la música especialmente, y otras actividades relevantes y dignas de ser imitadas o asumidas.

Lo haría a partir de los rasgos de identidad más notables de los componentes sociales: la identidad mapuche, por ejemplo, los actores que se han destacado con los valores más altos de la persona humana; destacar a quienes lucharon o creyeron en algo, una sociedad mejor, ciertos valores espirituales, su afán de darse a los demás por sobre su propia vida personal, etcétera. Y todo eso relacionarlo con el tiempo o los tiempos que se viven, con el objeto de que la sociedad moderna y tecnologizada no se apodere definitivamente de los gustos, de los deseos, de las necesidades, de los dolores y expectativas de la juventud ni de la sociedad completa.

Ser joven es tener y anhelar una identidad personal que reconozca el lugar (“su naturaleza” y la naturaleza en su sentido más amplio: reinos mineral, vegetal, animal y humano), y con quienes se vive, que sea capaz de relacionarse con la persona humana en sí, más allá del grupo social o de género o económico al que pertenezcan. Crear un estereotipo digno de su condición de ser y de estar en el mundo: solidario, fraterno, igualitario, centrado en la condición humana que nos es común a todos los que vivimos en este planeta. Lo esencial, no lo que es pasajero o que la moda cambia cada cierto tiempo.

Pero claro, eso es si yo fuera publicista, y en la publicidad a menudo se opta por lo que rinda más en términos de consumo. Si fuera publicista me inclinaría por aquello que dije: un poco para hacer consciencia de quiénes somos, de dónde vinimos y querer buscar siempre un sentido de hacia dónde vamos, así solo se trate de andar, de caminar, ya que en la vida lo que queda es el trayecto más que al sitio al cual llegaremos.

 

¿Crees que a las nuevas generaciones les afecta todo este universo simbólico propio de la publicidad?

-Por supuesto. La publicidad tiene efectos que son diversos. Por un lado, pretenden captar personas que puedan consumir los productos que esa publicidad vende y para ello utilizan diversos métodos, como, por ejemplo, mensajes subliminales, es decir, aquellos que no son captados de modo consciente, sino que se reproducen en la siquis individual de manera indirecta.

Colocar una cajetilla de cigarrillos en una escena de película es un mensaje subliminal que se incorpora en el individuo y lo hace consumir más tarde esa marca, sin que tenga claro el porqué. O también, pueden ser mensajes directos: utilización de personajes de la farándula o actores reconocidos que publiciten específicamente tal o cual producto.

De esa manera hay un mensaje imitativo: consumo aquello porque ese actor al que admiro lo hace. Nuestra televisión farandulera está plagada de esos mensajes, directos o indirectos, y nuestros hijos son los potenciales consumidores de bienes o productos que, en su gran mayoría, son innecesarios para la vida común. Utilizar determinado tipo de crema facial absolutamente prescindible o adquirir cereales de componentes adictivos transgénicos hacen que nuestros hijos vayan cambiando su natural manera de ser. Actúan imitativamente en vez de mirarse a sí mismos conforme a sus necesidades reales y a las de su familia, cualquiera que ella sea.

 

¿Cómo piensas que han evolucionado los estereotipos de los cuales hablas?

-Han sido introducido en gran medida por los medios de comunicación de masas, como lo dije antes. Es decir, desde la aparición del cine y la televisión que modificaron sustancialmente la vida moderna durante el siglo XX la sociedad industrial y luego de consumo se introdujo en todas la sociedades del planeta, especialmente aquellas donde el capitalismo y hoy los modelos de sociedad neoliberales, optan por producir objetos en serie, en desarrollar tecnologías avanzadas y cada día más dinámicas y crecientes para “apoderarse” de los gustos y necesidades ficticias de los consumidores.

Vivimos en un mundo donde las imágenes se introducen a cada instante a través de la Tv, del cine, internet, y especialmente en el desarrollo indiscriminado de los celulares (lo que obviamente, no es un problema solo juvenil sino general) a través de los cuales los jóvenes de hoy han dejado de percibir el mundo real: su entorno inmediato, la naturaleza, sus relaciones afectivas directas, mediatizándolas a través de mensajes con personas a quienes no conocen, con quienes establecen relaciones circunstanciales creyendo que de ese modo son entendidos o se hacen entender. Este manejo indiscriminado de la tecnología para los fines más bajos e incentivar las pasiones más perversas (utilización y consumo de drogas, entre otros, para una supuesta felicidad pasajera y la consiguiente autodestrucción física y mental) hacen que el joven o la persona humana desnaturalice su condición de ser y estar en el mundo real.

 

¿Desde dónde crees que nacen estos imaginarios psicológicos y antropológicos que son usados en la publicidad?

-Principalmente del monopolio que ejercen a nivel mundial las denominadas grandes transnacionales, aquellas entidades de orden económico que manipulan a los gobiernos, la economía y la política a niveles insospechados. La utilización del dinero para ejercer esos dominios es de conocimiento público. La corrupción generalizada abarca a casi todas las instituciones del Estado y a través de ellas muchas personas son convencidas de que “el tener” es mejor que “el ser”.

Si tomamos por ejemplo la publicidad que utiliza la Coca Cola podremos percibir de qué manera estos estereotipos son introducidos en las mentes juveniles (y también adulto) con la finalidad de que el consumo del producto sea permanente o aumente con los años. Y así en la misma idea se trabaja con los ídolos musicales asociándolos a creaciones de dudosa o nula calidad artística y que se proyectan como modelos a imitar y seguir, y sobre todo a consumir en aras de una supuesta diversión “o pasarlo bien”, con casi nula o poca capacidad de discernimiento sobre la realidad más íntima: el propio yo, la persona, el ser humano que todos llevamos dentro desde nuestro nacimiento.

 

¿Crees que estas ideas superficiales acerca de la humanidad influyen en la vida estudiantil a nivel nacional?

-De todas maneras. Esos estereotipos que son calcados a nivel mundial traspasan las fronteras y se introducen en la vida estudiantil, modifican sus hábitos, sus conductas, se asocian a la vida fácil, descomprometida con los valores primarios del hombre o de la mujer, con su condición de habitantes únicos del planeta que se habita.

Así se utilizan imágenes que son copiadas por los estudiantes, que los lleva a “imaginar” una realidad lejana como si fuera la propia y tararear canciones que se constituyen en una moda, con ídolos musicales que no pertenecen a su mundo inmediato, ni a sus exigencias estudiantiles, a sus pares o a las estructuras de la vida familiar. Eso produce desconfianzas y genera expectativas que no pueden ser resueltas con lo que se tiene, y se anhela, progresivamente, con acceder a esa realidad lejana, lo que provoca inconformismo, desajuste con su medio, soledad, depresión y angustia por no ser entendido por los demás ni por intentar entenderse a sí mismos.

De allí que los desequilibrios psicológicos sean una constante, no solo en el plano de los jóvenes como receptores y actores de la realidad estudiantil, sino también de los profesores, que no comprenden a cabalidad los cambios que la tecnología y la comunicación han ido ejerciendo en la vida estudiantil común y en sus propias vidas. Un cierto desorden de las responsabilidades, de las exigencias y de las obligaciones que los estudiantes han mediatizado o se han pospuesto en aras de imbuirse de esa “otra realidad” que les otorga esparcimiento y toques de diversión y evasión, pero que no llenan su espiritualidad más profunda.

 

Si como escritor estuvieras a cargo de un departamento de cultura de índole publica, ¿qué harías para fomentar los estereotipos positivos?

-Procuraría incorporar a los jóvenes, adolescentes, a discutir estos temas, a que visualizaran desde dónde surge la cultura auténtica de aquellas otras seudo culturas que son introducidas con fines de manipulación, como antes se explicó. Recuperar el sentido de la historia, de las procedencias, sean individuales, familiares, colectivas, de rescatar a los “ídolos” de verdad que hacen que la vida sea digna de vivirse y de sentirse hermanos los unos de los otros. Y no son palabras de buena crianza.

Enseñar música clásica, escucharla en los colegios, leer poesía trascendente, leer a ciertos clásicos, exponer a los grandes de la pintura, a disfrutar del buen cine o del teatro (a representarlo en sus colegios, incluso), etcétera, a diferenciar lo principal de lo accesorio, intentar que profesores y alumnos “descubran” en conjunto su lugar en la sociedad y de qué modo pueden aprender el uno del otro.

La educación es una interacción mutua, no una simple imposición, como no lo es quedar sujeto a las modas pasajeras de aquello que se introduce a diario por las llamadas redes sociales, que bien usadas pueden ser sumamente útiles, pero sin que la persona humana se reconozca como tal, y sienta que es un ciudadano o ciudadana sujeta de derechos y obligaciones en relación a los demás, la influencia negativa de quienes utilizan las redes para sus fines se transforma en un riesgo permanente para los jóvenes de hoy. La creación como instrumento de cocimiento en cualquiera de las artes conocidas humaniza a los individuos y si se entregan herramientas para desarrollarlas es posible cambiar el curso personal y de la historia, o al menos intentarlo.

 

Milenka Ruiz Mihovilovich es alumna de Octavo Básico de una Escuela primaria de la ciudad de Talca, Chile.

 

Juan Mihovilovich Hernández (Punta Arenas, 1951) es un importante poeta, cuentista y novelista chileno de la generación de los ’80 nacido en la zona austral de Magallanes. De profesión abogado, se desempeña también como juez de la República en la localidad de Puerto Cisnes, en la Región de Aysén. Asimismo, es miembro correspondiente de la Academia Chilena de la Lengua y redactor estable del Diario Cine y Literatura.

 

Milenka Ruiz en los campos de la ciudad de Talca, capital del Maule

 

 

Juan Mihovilovich

 

 

Imagen destacada: El escritor chileno Juan Mihovilovich Hernández.